El conflicto de Crimea empieza a pasar factura, literalmente, a Rusia. Según datos avanzados por el diario Financial Times, el Gobierno ruso calcula que en los tres primeros meses del año se habría producido una fuga de capitales que ascendería a entre 65.000 y 70.000 millones de dólares. Son entre 50.760 y 47.135 millones de euros. Así el volumen de salida neta de capitales se habría duplicado, porque en cálculos anteriores, hasta febrero, ascendía a 35.000 millones de dólares (25.384 millones de euros).
Es el precio que Moscú pagará por la anexión de Crimea. Hay un creciente temor en torno a una ruptura de relaciones con el Kremlin además de un endurecimiento de las sanciones.
Y es que Rusia está acelerando la integración política, económica y militar de Crimea, donde ya ondea la bandera de ese país, se utiliza el rublo y se han entregado ya pasaportes rusos
La cuerda se tensa cada vez más. De momento, Rusia ha asegurado que tiene interés en mantener contactos con el Grupo de los Siete (G7) países más ricos después de que los jefes de Estado y de Gobierno del organismo, escenificaran ayer la ruptura del diálogo con Moscú.
Para el ejecutivo de Putin, es inoportuno hablar del cese de los preparativos para la cumbre del G8 (G7 y Rusia) en la ciudad rusa de Sochi, que estaba programada para el próximo mes de junio.
Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, Canadá y Japón, que integran el G7, se reunieron ayer en La Haya para decidir los siguientes pasos con los que intensificar la presión sobre Moscú por haberse anexionado la república autónoma ucraniana de Crimea.
En la reunión también participaron, en representación de la UE, los presidentes del Consejo y de la Comisión Europea (CE), Herman Van Rompuy y José Manuel Durao Barroso, respectivamente.
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