Ante el posible conflicto entre Rusia y Ucrania

¿Qué riesgo asume España con la OTAN? De la ciberseguridad a misiones aéreas

Desde su adhesión a la OTAN en 1982, el país ha desempeñado un papel cada vez más activo y, por tanto, un blanco estratégico de ciberataques y de ataques convencionales, como lo fue en la guerra de Kosovo. 

La ministra de Defensa, Margarita Robles, durante una visita al Grupo Central de Mando y Control, parte integral del Sistema de Vigilancia y Control Aeroespacial, en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, a 29 de diciembre de 2021, en Torrejón de Ardoz, Madrid, (España). Robles ha querido realizar la visita para felicitar las Fiestas a todo el personal que se encuentra vigilando nuestro espacio aéreo 24 horas al día, 7 días a la semana. Durante este encuentro ha asistido a un simulacro de Scramble en el Barracón de Alarma del ALA 12.
29 DICIEMBRE 2021;CENTRAL DE MANDO;FELICES FIESTAS;ROBLES
Marta Fernández / Europa Press
29/12/2021
¿Para qué sirve la OTAN, cuánto nos cuesta y qué riesgos tiene para España?. 
Europa Press

En la primavera de 1999, cazas españoles sobrevolaron la región de Kosovo, y atacaron las posiciones serbias lanzando misiles. Formaban parte de la misión Allied Force que pretendía contener a las tropas serbias que estaban masacrando a los kosovares. En 79 días de bombardeos los cazas españoles realizaron más de 200 misiones de patrullaje y de ataque. Eran parte de las fuerzas de la OTAN, y combatían junto a aviones británicos, franceses, alemanes, italianos y norteamericanos. La 'Revista de Defensa' entrevistó al comandante César Simón, que pilotó un F-18 y atacó posiciones serbias. “Me siento orgulloso por haber contribuido al éxito de la misión”, dijo. El comandante reconoció que el porcentaje de error de los cazas de la OTAN fue inferior al 0,05%.

El ministro de Defensa, Eduardo Serra, reveló en el Congreso que España había gastado 1.222 millones de pesetas (7,3 millones de euros) en el primer mes de guerra. La cifra incluía siete aviones (seis cazas F-18 y un Hércules) y dos buques que patrullaban el mar Adriático con la flota aliada. Posteriormente, cuando terminó el conflicto armado, se hizo una ocupación terrestre en Albania y Kosovo, con 50.000 soldados de la OTAN. España levantó un campo de refugiados que costó el equivalente a 42 millones de euros. En diez años, de 1999 a 2009, participaron unos 22.000 soldados españoles para pacificar Kosovo. El gobierno nacional desplazó aviones, barcos y soldados. A pesar de que Kosovo no formaba parte de la Alianza militar, la OTAN intervino con armas de guerra para pacificar ese territorio, y neutralizar a las fuerzas serbias. Aquella fue la prueba de fuego más importante de la OTAN en Europa en sus primeros 50 años de vida. El gobierno de Aznar contó en aquella ocasión con el apoyo de la opinión pública.

La organización está ante un escenario parecido en Europa. Rusia amenaza con invadir Ucrania. Ha desplazado 120.000 soldados a la frontera con ese país. Para retirarse, exige un compromiso firmado de la OTAN de que Ucrania no formará parte de esa alianza militar que lidera EEUU. La alianza ya ha desplazado militares y material a la zona del conflicto. España proporciona barcos, aviones y soldados. Y, al igual que la guerra de Kosovo, la OTAN tendría eventualmente que salir en defensa de un país que no forma parte de la organización. Es casi una contradicción porque se creó para que un grupo de naciones saliera en defensa de cualquier nación de ese grupo que sufriera una agresión armada. 

Eso es lo que dice el tratado firmado en Washington en 1949, cuatro años después del fin de la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Fría acababa de comenzar. Media Europa estaba ocupada por la Unión Soviética que, además, había realizado sus primeras pruebas con bombas atómicas. Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido acordaron firmar un tratado para defenderse mutuamente en caso de ataque. Más tarde se unirían más aliados como Alemania y Alemania, y por último, tras el desmoronamiento de la URSS, se ampliaría con todos los países del Este excepto Ucrania y Bielorrusia.

En el momento actual, la Alianza atlántica está compuesta por 30 países. Cada uno aporta su granito de arena al presupuesto en proporción a su Producto Interior Bruto (PIB). En 2021 fue cercano al billón de euros. Desde 2014 los aliados acordaron realizar un gasto militar de al menos el 2% de sus respectivos PIB. España invierte en defensa menos del 2%: entre 10.000 y 12.000 millones de euros al año (alrededor de un 1%). Gran parte del presupuesto se está dirigiendo a la adaptación cibernética. Lo que quiere decir un montón de personas frente a sus teclados tratando de penetrar en los ordenadores de los países enemigos, entre ellos Rusia. Si uno mira el mapa de ciberataques mundiales en tiempo real que elabora Kaspersky (cybermap.kaspersky.com), comprobará que el país más atacado en la ciberguerra en estos momentos es Rusia.

El frente cibermilitar de la OTAN nació por las malas experiencias de la guerra de Kosovo. Durante los días en que se llevó a cabo la intervención aérea militar contra Serbia (1999), los países miembros sufrieron los mayores ciberataques hasta entonces. Estos procedían de nodos situados en Serbia. Le sucedió lo mismo a Estonia. En 2007, las instituciones más importantes del país, desde el parlamento hasta periódicos, sufrieron bloqueos y ataques cibernéticos. Procedían de centros neurálgicos de Rusia. La razón: los estonios habían decidido mudar de su sitio a la estatua del soldado soviético plantada en la capital de Estonia. Los estonios trasladaron el 'Monumento a los Liberadores de Tallín' a un cementerio. Los rusos estaban furiosos desde que Estonia se unió a la OTAN en 2004.

Tras los ciberataques a Estonia, en 2008 la OTAN creó el Centro de Excelencia para la Ciberdefensa Cooperativa. El CCD COE es un centro para aunar los esfuerzos en ciberdefensa (principalmente contra Rusia) de Estonia, Letonia, Lituania, Alemania, Hungría, Italia, Polonia, Eslovenia, España, Holanda y Estados Unidos, que son quienes lo patrocinan. En 2013, ese Centro de Ciberdefensa publicó el 'Manual de Tallín'. Lo más destacado de ese documento no oficial es que reconoce que las consecuencias de un ciberataque sobre los países de la OTAN son comparables a los de un ataque convencional. La pregunta es: ¿se debe considerar una agresión cibernética a un miembro de la OTAN como una agresión convencional?

Al tiempo que la OTAN ha ido desarrollando su defensa (o ataque) cibernético, también ha ido ampliando su esfera de influencia geográfica. Los últimos han sido Montenegro (2017) y Macedonia del Norte (2020). Cada vez que se ha ido ampliando hacia Moscú, ha tenido que ponderar si está provocando a Rusia e incrementando la tensión. En la lista de espera de la ampliación está Georgia (al sur de Rusia). Solo faltaría Finlandia, Ucrania y Bielorrusia para crear un anillo alrededor de Rusia, y dejarla atenazada pues tendría problemas de salida al mar mediterráneo, o por el norte, por el mar Ártico, que parte del año está congelado. La OTAN dice que la incorporación de Ucrania no está en su agenda a corto plazo. Y Bielorrusia, como dice su nombre, es aliada estrecha de Moscú.

El frente cibermilitar de la OTAN nació por las malas experiencias de la guerra de Kosovo

Finlandia, en la frontera norte con Rusia, no forma parte de la OTAN. Pero es un país que se lleva mal con Rusia. El sentimiento antirruso se refleja en la novela 'El Héroe' de Mika Wattari, el escritor más popular de ese país en el mundo por aquellos años (autor de 'Sinuhé el egipcio'). Narra la feroz lucha de los finlandeses contra los rusos, a los que infligieron grandes bajas después de que la URSS tomase Carelia en 1939, poco después de empezar la Segunda Guerra Mundial. Por eso, Finlandia es aliada, como ha demostrado muchas veces, y su primera ministra, Sanna Marin, afirmó hace poco que entrar en la alianza es algo que se valora en la agenda del país.

Respecto a Ucrania, tras la intrusión de Rusia en 2014, las fuerzas de la OTAN han sido diligentes en entrenar a las fuerzas ucranianas. Han trabajado especialmente las comunicaciones, la logística y la ciberdefensa. Rusia estaba vigilada permanentemente por la OTAN y por eso no fue nada extraño que varias semanas antes de que Rusia moviera su primer carro de combate hacia Ucrania, la prensa de los países de la alianza hubiera publicado los planes de Vladimir Putin, el presidente de Rusia. A principios de diciembre de 2021, los servicios de inteligencia de EEUU filtraron a 'The Washington Post' que Rusia planeaba invadir Ucrania. Biden lo confirmó días después.

Como se ve, la OTAN ha ido ampliándose poco a poco desde la caída de la URSS y España ha ido jugando un papel cada vez más destacado, desde su adhesión en 1982. En un referéndum realizado en 1986, los españoles ratificaron esa entrada con varias condiciones: no formar parte de la estructura militar; no instalar, almacenar o introducir armas nucleares; y reducir las bases militares norteamericanas en España. La verdad es que, salvo el almacenamiento, el resto de las condiciones no se ha cumplido. En 1999 se firmaron seis acuerdos de coordinación. España ha formado de la maquinaria militar como se demostró en el conflicto de Kosovo, y ahora en Ucrania. 

Además, está involucrada de una forma indudable y comprometida: comparte el Sistema de Defensa contra Misiles Balísticos de la OTAN. Ofrece la Base Naval de Rota a cuatro Destructores AEGIS norteamericanos. Es la sede del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad en Bétera, Valencia, que posee un Estado Mayor internacional y puede convertirse en el Cuartel General de Cuerpo de Despliegue Rápido de la Alianza Atlántica. Además, ofrece el Centro de Excelencia contra Artefactos Explosivos Improvisados de Hoyo de Manzanares, Madrid. Por último, la base aérea de Torrejón de Ardoz es uno de los dos Centros Combinados de Operaciones Aéreas con capacidad desplegable (CAOC).

Desde 2014 los aliados acordaron realizar un gasto militar de al menos el 2% de sus respectivos PIB

A la zona más caliente en estos momentos en Europa, España ha desplazado varios buques. La fragata Blas de Lezo, el Buque de Acción Marítima (BAM), un Buque de Aprovisionamiento de Combate (BAC) y un cazaminas. Desde 2017, hay 350 militares españoles en Letonia, junto a la frontera de Rusia. Y esta primavera desplegará más cazas en esa frontera. Desde hace años, cazas españoles refuerzan periódicamente la presencia de la OTAN en países bálticos, y ya ha habido serias escaramuzas con cazas rusos. Es decir, España ha pasado de ser un miembro pasivo, a un miembro activo de la OTAN y, como tal, puede ser un objetivo estratégico de ciberataques (ya lo ha sido), y de ataques convencionales, como lo fue en la guerra de Kosovo. 

En aquella ocasión los cazas españoles que bombardearon a tropas serbias, podían haber sido derribados con los misiles tierra aire SAM rusos. “Los misiles SAM han sido un reto constante para nuestros aviones”, decía el comandante Simón, cuando incursionaba en territorio enemigo. “Había zonas de paso selladas con baterías antiaéreas, muy móviles, que cambiaban de lugar después de cada lanzamiento, lo que dificultaba enormemente la labor de localización que llevaban a cabo los medios de inteligencia aliados”

Ahora, esa posibilidad se vuelve a presentar de nuevo y el riesgo es evidente. La participación de España en las operaciones de la OTAN supondrá un coste económico adicional que ahora es difícil de calcular. Pero por encima de eso, y en el peor de los casos, está el riesgo del coste en vidas humanas. El conflicto de Kosovo no supuso la pérdida de vidas porque solo se hacían incursiones aéreas y a gran altura. En este caso, es otro territorio, otro armamento y, sobre todo, otro enemigo. 

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