La clave es qué harán los independientes.

Pensilvania, el campo de batalla crucial en la guerra por dominar la Casa Blanca

El estado importa, y mucho. La semana pasada Trump reconocía en Erie que no tenía más remedio que parar ahí con el Air Force One porque el margen es tan estrecho que se le puede escapar la victoria.

EFE
Simpatizantes de Trump esperan la llegada del presidente en Erie, Pensilvania.
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Hay que salir de Nueva York y recorrer Nueva Jersey hasta el río Delaware para entender qué piensa la gente en Estados Unidos. El viaje lleva como una hora por la Interestatal 80 hasta llegar a Pensilvania. De golpe, al pasar la frontera, las pegatinas en el maletero de los coches se vuelven mitad Donald Trump mitad Joe Biden. Lo mismo pasa con los carteles en los jardines de las casas. Trump, Biden, Trump, Biden, se van intercalando los nombres de los candidatos.

Es como si los vecinos perdieran de golpe el miedo a expresar su apoyo al presidente, algo que no pueden hacer en Nueva Jersey. Y más se avanza hacia el interior de Pensilvania, más evidente. Trump ganó el gigantesco estado por solo 44.000 votos, con un margen inferior al 1%. Si se suma a Michigan y Wisconsin, los otros dos que le auparon a la Casa Blanca, los 77.000 votos de ventaja que obtuvo frente a Hillary Clinton no dan llenar las gradas de un estadio universitario.

Pensilvania importa y mucho. Se pueden ganar las elecciones sin este estado, pero es muy difícil. La semana pasada Trump reconocía ante simpatizantes en Erie que no tenía más remedio que parar ahí con el Air Force One porque el margen es tan estrecho que se le puede escapar la victoria. Ese condado lo ganó con su "America First" hace cuatro años por menos de dos puntos porcentuales y como en otras áreas contenciosas, la incógnita es saber hacia dónde se inclinan los independientes.

La misma reflexión se puede hacer para el conjunto del estado, que junto a Florida, Georgia, Carolina del Norte y Ohio marcarán el ritmo de la noche electoral. Tres mítines dio Trump el lunes en Pensilvania, donde cinco condados marcan la diferencia. Tres limitan con Nueva Jersey. El bombardeo de anuncios es constante. Joe Biden cuenta esta vez con la ventaja de que no es Hillary Clinton y explota que nación en Scranton en la batalla por los votantes de clase obrera.

Biden se mudó con 10 años de edad a Delaware cuando las fábricas de acero tuvieron que cerrar y el empleo se deslocalizó a otros países con mano de obra barata. Scranton, como Allentown, perdió la mitad de la población con el éxodo. El demócrata siempre habla de sus raíces, de las dificultades que pasó su familia y bromea diciendo que fue el tercer senador de Pensilvania (cada estado tiene dos) buscando así poder amarrar los 20 votos electorales en disputa.

Las encuestas dan una ventaja al aspirante progresista de seis puntos sobre el contendiente republicano. Pero en algunos sondeos es mucho más ajustada, de un par de puntos. Si a eso se aplica el margen de error, la contienda estaría muy ajustada. Para complicar más las cosas, se puede votar por correo hasta el martes y el recuento se conocerá pasados tres días. Así que si todo está tan reñido, es muy posible que esa noche no se sepa quién ocupará la Casa Blanca.

Trump cuestiona el discurso de Biden sobre su origen. "Yo fui a la universidad en Pensilvania", señaló durante el mitin Erie, "así que tenemos mucho más en común". Aunque su principal arma de ataque en la recta final de la campaña es el fracking. El demócrata dijo durante las primarias que iba a prohibir la fracturación hidráulica para la extracción de gas natural. Pensilvania es uno de los estados más beneficiados por el boom energético gracias a esta nueva técnica.

El republicano y sus aliados están aprovechando, además, un comentario confuso que Biden hizo durante el último debate, en el que habló de que abandonar progresivamente el petróleo en el marco de su plan para eliminar por completo las emisiones de dióxido de carbono en 2050. "Admitió que quiere abolir la industria petrolera", advirtió Trump durante un evento de campaña en Sumter County (Florida), "Texas, Pensilvania, Oklahoma, Ohio, ¿estáis viendo?".

American First Action y Great America, dos grupos de acción política que apoyan a Trump, tienen en marcha una campaña publicitaria masiva en televisión e Internet para llegar a las familias que dependen en Pensilvania del sector energético, bien porque trabajan en la industria o porque reciben dinero de las petroleras por explotar los recursos en sus propiedades. Es una táctica similar a la que siguieron para que los empleados del carbón tomaran distancia de Clinton.

La mayor parte de los sindicatos en Pensilvania, sin embargo, se siguen aliando con Biden en estas elecciones y apoyan su plan de infraestructuras, porque ven una nueva fuente de empleos. También cuestionan la promesa que puso Trump de que iba a revitalizar el viejo cinturón industrial relocalizando en EEUU las fábricas que fueron a China o México. La actividad de las petroleras tiene, además, en pie de guerra a otras comunidades, como los suburbios de Filadelfia.

Biden contaría en principio con un mayor potencial para hacerse con los 270 votos electorales necesarios para ser presidente, arrebatando a Trump algunos de los estados que ganó en 2016. El debate sobre el futuro de la energía, además, no es un factor decisivo para el conjunto del electorado. Pero puede jugar en los dos sentidos y en un estado tan poblado como Pensilvania, hasta el más mínimo cambio en la balanza puede tener un significado enorme en el recuento final.

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