Una herida que no se cierra

'Quema, nena, quema': la tensión racial alza Estados Unidos en llamas otra vez

Lo más frustrante del conflicto en el que se ha sumido EEUU ahora es que, a diferencia de los anteriores, especialmente la lucha por los derechos civiles en los 60, no se trata de conquistar ninguna meta.

Un Policía de Nueva York corta una calle en medio de las protestas raciales
Un Policía de Nueva York corta una calle en medio de las protestas raciales.
EP

"Burn, baby, burn". En el largo y cálido de verano de Detroit y Newark, una masa enfurecida gritaba la soflama mientras la Guardia Nacional se enfrascaba en una batalla campal. Una parte de los negros habían tomado las calles. Ardieron 200 casas y murieron 43 personas. Ocurrió en el verano de 1967. No hace falta acudir a las hemerotecas, mucha gente viva estuvo allí, se acuerda de lo que ocurrió o conoce a alguien. 1967. Han pasado 53 años. Con el tiempo, el motivo se difumina. Aún peor, se constata que algo sigue sin funcionar cuando entonces había unas leyes que cambiar y ahora son unos procedimientos. Se puede seguir descendiendo. 

Ahora las llamas han iluminado Mineápolis y otras tantas ciudades en el país. Una ola de protestas raciales que ha asolado y dividido a los ciudadanos estadounidenses otra vez. De alguna forma, los relatos heroicos de la abolición de la esclavitud tras la Guerra de Secesión en 1866 con el insigne presidente Lincoln o de la conquista de los derechos civiles en los 60 liderados entre otros por Martin Luther King, y aprobados por el presidente tejano Lyndon B. Johnson, se dejaron algo en el tintero. Sencillamente, ninguna ley federal ha terminado de apagar la tensión racial.  

No es una cuestión de cuatro exaltados. Estos días, como ya ocurriera con Rodney King en Los Ángeles en 1991, sin llegar a la escala nacional, el ojo del huracán está en la policía: ‘To protect and to serve’. EEUU ya no es el país del Jim Crow: esa referencia al estereotipo racial que etiquetaba a los afroamericanos como inferiores que dio nombre a las leyes de la segregación y que fue una constante arraigada en la cultura popular. Sin embargo, tampoco ha desaparecido la barrera que les separa. 

Antes de que se produjera la muerte de George Floyd a manos de los agentes del orden, Netflix había estrenado este año 'When They see us', un drama de injusticia policial y judicial sobre hechos reales. En realidad, es un problema que siempre reaparece. Lo más frustrante del conflicto en el que se ha sumido EEUU ahora es que a diferencia de los anteriores, especialmente la lucha por los derechos civiles en los 60, no se trata de conquistar ninguna meta. En Detroit y Newark se dejaban sentir los ecos de una lucha que se había iniciado mucho antes con diferentes reivindicaciones que causaron una auténtica conmoción en un país que no había dado por zanjado la diferencia racial tras la Guerra de Secesión.

En 1866, la esclavitud se abolió y los confederados perdieron, pero poco tiempo después los vencidos volvieron a ocupar los cargos políticos en los estados y las ciudades y en virtud del vacío legal pudieron implantar de lleno la América del Jim Crow, la segregación racial.  Costó un siglo para que los derechos civiles acabaran con ella. Tulsa en los años 20 fue otro ejemplo de violencia racial extrema, una época de linchamientos y cruces en llamas. La Guerra de Secesión hundió la economía de los estados esclavistas, pero no equiparó a los negros con los blancos.

Se abrió una ventana cuando el Tribunal Supremo presidido por Earl Warren, el mismo que daría nombre a la comisión que zanjaría la causa del asesinato de Kennedy, el primer presidente que impulsó el movimiento de los derechos civiles, dictaminó en el caso Brown V Board en 1954 que no se podía negar la asistencia a un colegio público en función del color de la piel. Quedaría mucho camino después de eso. 

Es importante recalcarlo. El movimiento por los derechos civiles de los 50 y 60 que protagonizaron entre otros Rosa Parks, que provocó una huelga de más de un año en 1954 del transporte público por parte de los negros en Alabama, Martin Luther King con la marcha de Selma, los estudiantes negros de Little Rock en 1954 custodiados por el gobierno federal en contra de las disposiciones del gobernador, que se negaba a que accedieran a las clases se fundamentaba en demoler de una vez por todas las leyes estatales que segregaban a los blancos de los negros en casi todos los aspectos de la vida.

En Savannah, Georgia, la última joya que queda del viejo sur confederado hay un pequeño museo enorme en sus implicaciones: desde los cuartos de baño hasta un dispensador de agua, todo estaba segregado. Ahora, en Savannah es difícil ver a un camarero blanco. Tienen los mismos derechos, pero no la misma posición. Quizás la conquista de los derechos civiles era vital pero no la última frontera. En EEUU se enfrentan a dos virus. Ninguno de ellos parece tener vacuna.  

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