La Píldora Económica

Cuanto más sorprende y se modera la inflación, mejor reaccionan los mercados

Sede BCE
Cuanto más sorprende y se modera la inflación, mejor reaccionan los mercados.
AP/LAPRESSE

Los índices bursátiles mundiales han cerrado este noviembre con su mayor repunte mensual en tres años, tras el de noviembre de 2020 cuando se conoció la noticia de un gran avance en el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19.

Si en su día el detonante del movimiento de los inversores hacia los activos de riesgo fue la esperanza de ganar la batalla contra la pandemia, hoy el motivo radica en el creciente convencimiento de que finalmente se está ganando la batalla contra la inflación -bien sea por la actuación de los bancos centrales o bien por la simple atenuación de las perturbaciones que la causaron-. Y es que los datos recientes efectivamente apuntan a que el proceso de desinflación avanza más rápido de lo esperado.

En Estados Unidos esta semana hemos conocido el dato de inflación de octubre según el deflactor del consumo personal. El índice general se mantuvo sin cambios en tasa intermensual; con ello su aumento interanual se moderó al 3%, su nivel más bajo desde marzo de 2021.

Es cierto que la caída de los precios de la gasolina desempeñó un papel importante en ese comportamiento. Pero, incluso excluyendo la volatilidad de los precios de la energía y los alimentos, la tendencia a la desinflación es clara: la tasa subyacente se moderó al 3,5% interanual. Pero, más importante, si vemos la inflación solo en el último mes, la tasa anualizada cae al 2%. Esta misma tasa, en el último trimestre, fue del 2,4% anual y en el semestre la inflación anualizada fue 2,5%. Es decir, en los últimos seis meses estamos muy cerca ya del 2%, objetivo de la Reserva Federal.

Por otra parte, en cuanto a la medida de inflación favorita de la Reserva Federal, -el índice de servicios excluyendo energía y vivienda- considerado el mejor indicador de las presiones inflacionistas creadas por los salarios, las perspectivas son de una moderación a futuro, dada la evolución salarial. Aunque la tasa anual de aumento de los salarios es del 4%, no deja de moderarse; aumenta al 2,7% anualizado en los últimos 3 meses, la tasa más baja desde finales de 2020.

Pero esta tasa anual del 4% ya es compatible con una inflación de servicios bajos, porque va acompañada de incrementos de productividad. Conviene recordar que la espiral precios y salarios se refiere al potencial efecto inflacionista de los aumentos salariales, pero corregidos por la productividad. El dato de inflación salarial anual del 4% corregido del aumento de productividad es del 1,4%, por lo tanto, un dato mucho más bajo que el objetivo de inflación del 2%. Así pues, es de esperar que este desplome de la inflación salarial conducirá a una futura moderación de la inflación del sector servicios, es decir de la 'core inflation', tan querida por los bancos centrales como medidor de las presiones inflacionistas.

La desinflación, sin duda, también está avanzando al otro lado del Atlántico. Y es que este jueves se conocía que en la eurozona la inflación, medida por el IPCA, ha caído mucho más de lo esperado por gran parte de los analistas -no por el autor de este articulo- al situarse en el 2,4% en noviembre, el ritmo anual más lento desde julio de 2021. Y la tasa subyacente, que excluye la energía y los alimentos, se desaceleró al 3,6%.

El optimismo de los inversores parece especialmente acusado en lo referente a la economía de Estados Unidos. No sólo es que ahora los operadores en los mercados vean una política monetaria más laxa a futuro (actualmente descuentan que el primer recorte de tipos de la Reserva Federal se producirá en mayo), sino que el mercado ve ahora más plausible un escenario de aterrizaje suave.

Pero concluir que una recesión en Estados Unidos ya no es posible es precipitado. Ahora sabemos que el crecimiento en el tercer trimestre fue altísimo: el 5,2% anualizado, pero esa fortaleza no tendrá continuidad. Por una parte, está apoyada en factores temporales -acumulación de inventarios- o que podrían estar desvaneciéndose el impulso fiscal y la fortaleza del consumo privado ante la utilización del exceso de ahorro generado durante la pandemia. Por otra parte, las señales que caracterizaron los inicios de recesiones pasadas son ya más que visibles.

En primer lugar, la Reserva Federal ha aumentado los costes de endeudamiento mucho más allá de cualquier estimación de neutralidad monetaria. Y, en el pasado, siempre que el tono de la política monetaria fue tan restrictivo, se acabaron generando tensiones y problemas que condujeron a la economía hacia una recesión.

En segundo lugar, los consumidores, el principal motor del crecimiento de la economía estadounidense, ya redujeron el ritmo de avance en su gasto personal (en octubre creció un 0,2% mensual, la mitad del aumento mensual promedio del tercer trimestre). Los consumidores dependen más de los ingresos para financiar sus gastos y de la desaceleración del crecimiento del empleo y, lo que es más importante, de las horas trabajadas. En octubre, los sueldos y salarios solo aumentaron un 0,1%, el menor aumento en lo que llevamos de año. En paralelo, el pago de intereses de los hogares está alcanzando niveles que no se habían visto en más de quince años, por lo que los costes de endeudamiento más altos están reduciendo los presupuestos de una franja cada vez mayor de hogares, incluyendo la devolución de los préstamos de estudios.

En tercer lugar, las primeras señales de recesión que aparecen en el mercado laboral son que quienes buscan empleo se encuentran desempleados durante más tiempo, a medida que la creación de empleo disminuye y la tasa de renuncias se desacelera dentro de las empresas, y esto está ocurriendo.

Sólo si las autoridades monetarias reconocen estas señales con suficiente antelación e intervienen en consecuencia se podrá evitar una recesión más pronunciada. En caso contrario, si la Reserva Federal prolonga el nivel de tipos actuales durante demasiado tiempo, diremos que se acabó el 'higher for longer' y entraremos en nuevo eslogan, no sabemos cuál, pero esperemos que la economía esté recuperada y creciendo a toda velocidad en el segundo semestre de 2024, no sea que el candidato Trump tenga un argumento en contra y diga “it is monetary policy, stupid”.

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