DESPERTAR AL ESPECTADOR

Así retiene tu atención Telecinco: el arte del cebo que ya no busca cebar

Así se ha reinventado una treta narrativa para que el espectador no cambie de canal.

Cebo emitido este sábado en 'Deluxe'. Como es habitual, sigue la estructura efectista de un tráiler cinematográfico y la última imagen casi simula a un título de épica película.
Cebo emitido este sábado en 'Deluxe'. Como es habitual, sigue la estructura efectista de un tráiler cinematográfico y la última imagen simula a un título de épica película.
Captura Telecinco

El espectador cada vez es más experto en televisión. Su experiencia frente a la pantalla hace que asuma las artimañas de la tele. No pica el anzuelo como antes. Ya sabe que, a veces, se ceban los contenidos con anuncios que jamás llegan. Una dinámica habitual desde los tiempos de '¡Aquí hay tomate!', cuando una voz en off narraba efectistas telepromociones en las que se avisaba que 'en próximos minutos' iba a acontecer un giro dramático histórico. Así los programas se aseguraban que el televidente no cambiaba de canal, necesitaba ver el desenlace de tal telepromoción.

"El público ya no se cree a ninguna voz que diga que en un ratico se va a desvelar un vuelco inesperado"

Pero han existido tantas promociones que nunca se han resuelto y, por tanto, que evidenciaron ser sólo humo, que ya no vale la narrativa de estos sumarios de impacto para enganchar al personal. Anunciar 'sorpresa' ya no asegura nada. El público no se cree a ninguna voz que diga que en un ratico se va a desvelar un vuelco inesperado. Nada, no cuela como hace diez años. La audiencia está inmune a tantos cebos, que ya no sólo se usan en shows de corazón. Hasta hay programas informativos utilizan esta dinámica para enganchar.

¿Cómo se ha reinventado la fórmula del cebo? Salvo justificadas excepciones, este tipo de anzuelos ahora evitan la narración engolada de un locutor del equipo del programa. El público, resabiado, desconecta de presentaciones que dan rodeos con suspense. Nada, al grano.

Para atrapar el interés, Telecinco directamente opta por construir cebos que se sustentan en hechos reales. Cada anzuelo se edita con grandes momentos que ya han sucedido del conflicto a tratar. Se escogen imágenes de archivo y se envuelven de grandes músicas, tambores, golpes de ruido y rótulos gigantes que aparecen con vehemencia y que potencia el dramatismo.  No se vende nada con palabras, directamente se muestra intensidad. 

Ese vídeo llamado cebo ya es un tráiler de película de acción. Hasta con spoilers que casi desvelan el desenlace. No importa tanto el suspense de su reclamo como romper el ritmo del programa con una grandilocuencia que busca retener la atención del espectador cuando el interés decae, sobre todo en formatos tan largos como 'Sálvame' que deben romper su propia rutina del directo con impactos que despierten la atención del público e incidan en que siguen sucediendo cosas. Vamos, qué parezca que pasan cosas nuevas en programas que siempre pasa lo mismo.

"Qué parezca que pasan cosas nuevas en programas que siempre pasa lo mismo"

Más que cebar, la función del cebo ya es irrumpir, convirtiéndose en una treta narrativa para movilizar los sentidos de la audiencia. Un tráiler que resume lo acontecido sin necesidad de circunloquios de teletienda. El subidón de imágenes reales montadas con efervescencia, de peleas en plató o galimatías callejeros, alimentan la percepción social de que asiste a un inmenso e imprevisible reality en el que todo el rato puede suceder algo y será emitido sin editar. Ese reality gigante se llama Telecinco. La vida en directo, que decía 'Gran Hermano', pero llevada a toda la programación. 

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