EN PERSPECTIVA

Crecer sin vivir la experiencia de ver una película en una gran sala de cine

Luca de Pixar.
Luca de Pixar.
Disney

La experiencia de entrar en una sala de cine y desconectar del exterior. Sentirte dentro de la película, vivir la historia frente a la pantalla de forma inmersiva y, a la vez, con esa sensación única de compartir emociones y risas con los otros espectadores que te rodean en la oscuridad.

Luca, la nueva película de animación de la factoría Disney/Pixar, con esa idílica animación que te traslada a un pequeño y encantador pueblo italiano rodeado de mar, parecía concebida para lograr esa sensación del cine tradicional que no se puede reproducir en casa, mientras ves la tele y en la mano sigues conectado a la multitud de impactos del móvil. Cuando se anunció, todos nos imaginamos viéndola en una gran pantalla.

Pero Disney está tomando estratégicas posiciones en los nuevos consumos que ya no son futuro, son trepidante presente. La pandemia ha sido clave para que la compañía de Mickey Mouse se haya percatado de la rentabilidad extra que supone romper con el sistema de distribución tradicional, en el que había que compartir beneficios con salas y distribución. Lo probaron el año pasado con Mulán, que se estrenó directamente en Disney Plus al precio adicional de 21,99 euros. Y parecía que ese sería el modelo que probarían: el de ofertar películas directamente en su plataforma a un precio elevado que compensa si el usuario decide comprarla y disfrutarla todos juntos en familia. Ahorrándote las palomitas y más barato que cuatro entradas sueltas.

Pero llegó Navidad y Disney anunció otro bombazo: otra de sus esperadas películas, 'Soul', llegaría a Disney Plus incluida en la propia suscripción mensual, sin cargo extra. Y, de nuevo, sin pasar por ningún cine. Es lo que ha vuelto a ocurrir con 'Luca'.

El mensaje es claro: las salas de cine ya no son una prioridad para Disney. Si estás suscrito a Disney Plus, podrás encontrarte directamente sus grandes estrenos a golpe de clic en tu televisor, sin coste adicional. Así se asegura potenciar el interés por la plataforma con contenido propio que no se puede consumir en otro lugar.

Poco a poco, los niños de hoy corren el riesgo de crecer más ajenos que nunca a la liturgia de ver una película dentro de una gran sala de cine. Y, en estos nuevos tiempos, a la propia industria ya no le importa. Porque el negocio cambia, el streaming manda y Disney ahora debe equilibrar con qué producciones alimenta la fuerza de su gran plataforma Disney Plus y con cuáles cuidan sus orígenes: la experiencia de la sala de cine que no tiene la fecha de caducidad que muchos creen. O eso esperamos. Porque el cine es un ritual social que cambia la percepción de las películas que vemos. Que nos envuelve y nos marca especialmente. De hecho, una película en el cine queda con más calado en la memoria que una consumida en casa mientras hacemos otras cosas, tenemos el móvil en la mano, la paramos porque nos llaman al teléfono, pasamos hacia delante rápido si algo creemos que nos aburre... El problema llegará si llega un futuro próximo en el que un niño ya no tenga cómo comparar lo diferente que es ver una peli en una pantalla pequeña que en un gran sala rodado de gente apagando el teléfono. No tendrá cómo comparar, porque nunca ha ido al cine.

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