MEDIASET SALE 'A JUGAR'

El regreso de 'El Precio Justo': ¿el histerismo aliado para romper con el pasado?

El regreso del concurso ha sido criticado por la excesiva espontaneidad de los concursantes.  Analizamos claves del éxito de la nueva apuesta de Telecinco.

'El Precio Justo' en Telecinco
'El Precio Justo' en Telecinco
Mediaset

Los concursantes elegidos para el retorno de 'El Precio Justo' son excesivamente extrovertidos. Saltan, gritan, bailan. Hasta cuando no hay música que bailar. Esta sensación de frenética algarabía ha chocado a parte de la audiencia que se sentía sobresaltada, con razón. Pero la realidad es que el espíritu de intensidad festiva siempre ha acompañado a este concurso y se ve que se ha optado por intentar clonar el sobreactuado espíritu de los concursantes anglosajones. Así, Telecinco no ha creado indiferencia con su resurrección de 'El Precio Justo': recupera un programa veterano que en el recuerdo puede asociarse a tele lenta por su antigüedad -aunque nunca fue de mecánica lenta- y lo dota de una exageración de tómbola hipnótica. Objetivo conseguido para la noche del estreno, donde Telecinco volvió a demostrar su habilidad para crear acontecimientos en su programación y 'El Precio Justo' triunfó con un 17,1 por ciento de cuota de pantalla. Incluso logrando arropar a la telenovela turca predecesora 'Love is in the air'.

Hasta Pedro Piqueras insistía en 'Informativos Telecinco' en la ilusión de que volviera 'El Precio Justo'. No se cortaron a la hora de recordar imágenes de las primeras temporadas del concurso con Joaquín Prat en TVE. De hecho, con acierto se ha recuperado la sintonía memorable de La 1 y el grito de guerra 'A jugaaar'. Dos rítmicos elementos que se han sabido aprovechar sin caer en el snobismo, pues están en el  imaginario colectivo. De esta forma, la cadena ha creado curiosidad por observar cómo volvía el espacio y, a la vez, ha sabido encajar la producción en el compás de tono vivo del resto de su parrilla de programación. Quizá demasiado vivo, por momentos, sí.

'El Precio Justo' es un formato que no necesita concursantes con conocimientos culturales. Sólo basta con intentar atinar precios de artículos populares y el azar hace el resto. Por tanto, es muy sencillo de participar desde casa y muy diferente a todo lo demás de la televisión de hoy, ya que recupera juegos clásicos que no van unidos a la tecnología. Son las pruebas físicas de siempre con mecánicas de cartón piedra. De ahí que el show siga necesitando la figura de la azafata, ya que estos paneles muchas veces dependen de una mano que, por ejemplo. abra la cartulina que esconde el precio real. Para actualizar esta figura, se ha incorporado también un chico y el guion da más diálogo a sus intervenciones. Bromean con presentador y concursantes.

Al final, las azafatas siguen teniendo aquí su sentido porque se convierten en personajes fijos con los que la audiencia tiene margen para conocer y hasta identificarse -si está bien planteado el casting-. Hasta cuando muestran los productos a tasar por parte de los participantes: sus gestos, a veces delirantes, crean sentimientos en casa que van desde la simpatía, el erotismo o los comentarios jocosos cuando intentan dar movimiento al plano en el que se muestra una nevera y, entonces, quizá terminan abrazándola. Lo que siempre será  absurdo. Pero justamente por absurdo no pasa desapercibido.

Como consecuencia, el programa estructura un plantel de personajes casi como una telecomedia: los episódicos, que son los concursantes, y los fijos: las tres azafatas (dos chicas y un chico), la voz en off de Luis Larrodera y el maestro de ceremonias, Carlos Sobera. En el devenir de las pruebas, todos interactúan en directo favoreciendo cierta complicidad con un punto de picaresca, lo que hace al programa más travieso. Sobera es un artista de la ironía elegante y maneja los tiempos con cercanía, aunque el show vaya muy rápido. Su espontaneidad, apta para todos los públicos, crea un clima de hogar en el que apetece quedarse. Es más, su naturalidad, que hace televisivo todo lo que toca -describiendo muy bien los contextos destacables, patentes y latentes-, es lo que realmente será motor del éxito del programa  y no buscar constantemente a concursantes exagerados encantados de pegar saltitos frente a la cámara. Un tímido, también transmite emoción en televisión.

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