DE LA SALA DE PRENSA AL PRIME TIME AVENTURERO

Fernando Simón, superstar

La sociedad necesita referentes en los que confiar entre los gestores de lo público. 

Fernando Simón en 'Planeta Calleja'
Fernando Simón en 'Planeta Calleja'
Borja Terán

La sociedad se ha ido acostumbrando a un creciente y constante protagonismo del refulgente y, a veces, vacío argumentario de la estrategia política. Incluso la crispación creciente ha resucitado clichés infantiles (sin nada de la buena creatividad infantil, por supuesto) dignos de otros tiempos de cuadriculada propaganda. Comunistas, rojos, fachas... La simplificación lo carcome (casi) todo. Y los medios de comunicación y las redes sociales la expanden, pues lo que indigna vende, da clics, da audiencia. Es más, da también votos, muchos votos útiles, para que no ganen los “malos”.

Y, claro, ante esta falta de referentes, aparece en el panorama político Fernando Simón y descoloca. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, desde 2012, ha alcanzado gran popularidad como portavoz de la pandemia de nuestras vidas. Pero él no es político y, quizá por eso mismo, una parte de los ciudadanos ha conectado con su aparente ingenuidad, sobre todo porque han asistido a su evolución y cómo se ha ido percatando del funcionamiento del arte circense de la política, que tiene mucho de prestidigitador y mucho de equilibrista.

Uno de los primeros puntos de inflexión públicos de Simón fue cuando se dio cuenta, en plena rueda de prensa, que los fotógrafos lanzaban más fotos si movía las manos con mayor expresividad. Entonces, se quedó paralizado y se puso a repetir el movimiento a cámara lenta. Estaba asimilando cómo una coreografía de manos provocaba una lluvia de flashes a la caza de la imagen perfecta para representar en las portadas la estampa de impacto más viva, que transmita sufrimiento, preocupación o perturbación...

Daba la sensación de que Simón no estaba resabiado de protocolos del discurso habitual de representante público y mantenía una naturalidad ajena a las ataduras dialécticas de los medidos argumentarios de trinchera de la política. De esta forma, poco a poco, se iba empatizando con Simón. Porque su carácter no se parecía en nada a la política predominante. Aunque su función tenga mucho también que ver con la política. Su forma de vestir, su característico pelo, sus cejas, su inimitable voz y su pedagogía de técnico lo hacían diferente al resto y hasta próximo. No estaba en un púlpito con corbata, ni sobreactuaba desde lo alto de un escenario para persuadir.

Esa lejanía aparente de lo político ha ido acercando a Simón a la gente. Su habilidad para compartir con naturalidad anécdotas como que se ahoga porque se ha comido una almendra o su astucia para agradecer que se comercialicen productos con su característica cara -pero que, si puede ser, se done a alguna causa un porcentaje de un beneficio- lo ha alzado en uno de los pocos rostros públicos de la gestión de la pandemia que es más identificable. Habla distinto, no viste camisas planchadas, intenta ser como un maestro constructivo. Todas estas peculiaridades, que se salen del patrón gris preestablecido de la rueda de prensa institucional, han ido transformando al profesional en personaje próximo, como de la familia. Así ha nacido una especie de icono pop.

Con todos estos antecedentes, su primera entrevista en televisión, fuera de las ataduras de la oficial sala de prensa, despertaba una trascendencia destacada. Y Jesús Calleja se ha llevado la primicia, en un especial de 'Planeta Calleja' que ha emitido Telecinco esta noche en prime time. Debido a su cargo de responsabilidad pública, Simón podía haber optado por dar entrevistas periodísticas en igualdad de condiciones a todos los canales, pero, de momento, ha elegido la vía del documental amable en donde encima te llevan de viaje multiaventura y te ponen a hacer submarinismo, subir en globo o pedalear en una vibrante ruta en bicicleta. Idílico. Más aún cuando eres un deportista como él mismo Simón apunta en el programa. Ha practicado hasta rugby.

Fernando Simón y Calleja bajo el agua en la apoteosis emocional del docushow.
Fernando Simón y Calleja bajo el agua en la apoteosis emocional del docushow.

Borja Terán

En sus vacaciones, Simón puede hacer lo que quiera, faltaría más, que nadie se olvide que el descanso es necesario en cualquier trabajo, también para cargos de esta tesitura. Pero quizá chirría el momento elegido para grabar un docushow. Podía haber esperado un año. Podía haber evitado dar privilegios a una u otra emisora en un momento tan sensible. Podía incluso haberse ido de vacaciones con Calleja sin cámaras. Podía, en definitiva, haber pasado de todas las fanfarrias de los medios de comunicación como parecía que pasaba. Pero, en su libertad, viva la libertad, ha elegido disfrutar de ser el gran protagonista de un prime time controlable, amable y simpático con aventura de ensueño hecha a medida y con los gastos incluidos. Una producción que, además, está excelentemente producida, realizada y guionizada para sorprender con afecto a sus protagonistas y al propio público. Apetecible, nada puede salir mal en esta postal. Pero, paradójicamente, en este instante tan complejo, su paso por este programa de entretenimiento ahora le acerca más a la figura de político en busca del aplauso que a la de ese portavoz público que transmitía estar por encima de todo lo accesorio de la teatralizada fama. Quizá cuando pruebas la energía de la exposición mediática es difícil escapar a su magnetismo.

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