EN PERSPECTIVA

La retransmisión de fin de año que hace olvidar el vestido de Cristina Pedroche

Pedroche tapada nochevieja 2019
Pedroche tapa su vestido en la nochevieja de 2019 para retener a la audiencia.

Un buen resumen de 2020 será la imagen que deje la retransmisión de las campanadas de fin de año desde la Puerta del Sol. La plaza vacía, sin fiesta. La costumbre sin la liturgia de la celebración de la tradición. Ver la plaza desierta será como una bofetada que ejemplificará lo que hemos sentido en estos meses, tan complejos, en los que hemos repetido que todo saldría bien. Pero no, todo no ha podido salir bien con tanta incertidumbre, tanto dolor, tantas ausencias.

Y en un 2020 en el que entendimos la importancia de tener un balcón, en el próximo fin de año en la Puerta del Sol, de nuevo, la vida estará solamente en los balcones, con las televisiones asomadas para retransmitir al mundo esas españolas doce uvas que cerrarán el claustrofóbico año de la pandemia del coronavirus. Y aplaudir el final de 2020 desde un balcón también será una certera representación del año.

Allí, en Sol, estarán Ana Obregón y Anne Igartiburu al frente de la retransmisión más emblemática, la de Televisión Española. Por primera vez, dos mujeres. Dos hombres ya vimos en los noventa, con Martes y 13. Incluso dos hombres y una mujer, con Pepe Rodríguez y Jordi Cruz junto a Igartiburu. Pero dos mujeres nunca. Demasiados años han tenido que pasar para llegar a este momento. Porque la televisión sigue reproduciendo determinadas estampas ("una mujer siempre tiene que ir acompañada por un hombre") que pensamos superadas. Y no, no lo están. Y, a menudo, ni siquiera nos percatamos del déficit.

Como analizábamos hace unas semanas en estas líneas diarias, la decisión de que el 31 de diciembre Ana Obregón regrese a la televisión tras el fallecimiento por cáncer de su hijo Aless reúne mucha simbología. La sociedad se identifica con Ana y la pérdida que define este 2020. En cierto sentido, la presentadora y actriz representa la diversidad de un país a través de la nostalgia reciente: la sociedad ha crecido con la espontaneidad de Obregón a través de programas de entretenimiento que pensaban en grande y con los que incluso nos creímos que todo sólo podía ir a mejor. La hemos visto crecer, a ella y a su familia.

En el otro balcón, para Antena 3, Cristina Pedroche y Alberto Chicote repetirán. Pero este año la superficial especulación del vestido de Pedroche no despierta tal interés. En los últimos años, descubrir qué llevaría encima (o cuánta piel dejaba al aire) ha arrasado y catapultado las audiencias de este canal. De hecho, ya chirrió el pasado año que se cubriera a la presentadora como si fuera un regalo para no destapar el vestido hasta justo cuando empezaran las uvas. Porque si se desvelaba antes la prenda, la audiencia cambiaba de canal. Le daba igual lo que comunicaran y cómo lo comunicaran Pedroche y Chicote, sólo querían ver el modelo e irse a La 1. Y la táctica de retrasar el destape hasta las 00.00 funcionó.

Pero la frivolidad de tener a Pedroche tapada como un envoltorio no sería algo muy serio para despedir este año tan complejo desde una cadena como Antena 3. No ha sido un año más. Hay poco que celebrar, poco que banalizar. Y, por eso mismo, en el adiós a 2020 la emoción ganará a la superficialidad. Y la emoción, en este caso, será el reencuentro de la audiencia con Ana Obregón, que siempre ha tenido discurso. Su vida ha sido un discurso en sí mismo: el de intentar lograr sus aspiraciones, inventándoselas y reinventándoselas, con imaginación si hacía falta. Y siempre sabiendo jugar pero sin perder la responsabilidad en plató para no fallar a ningún espectador, pensara como pensara.

Su imagen en la Puerta del Sol emocionará, no sólo entretendrá y acompañará. En una Nochevieja que no será como ninguna otra, la retransmisión inevitablemente será como ninguna otra. Con una imagen para la historia que no creíamos que veríamos: el silencio de la Puerta del Sol vacía, como transparente y trascendente resumen de 2020.

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