OPINION

Los motivos por los que amamos ya para siempre a Amaia de 'Operación Triunfo'

Amaia Operación Triunfo
Amaia Operación Triunfo
Amaia Operación Triunfo
Amaia de España.

Nada más terminar su versión de City of stars de La la land junto a Alfred, Amaia se pone a aplaudir al mismo tiempo que el público. Ella misma ovaciona su propia interpretación, mientras mira a su compañero y dice "ay, Alfred", con una mezcla de fragilidad, nervios y satisfacción al tiempo que el plató entero les aclama. Es uno de los tantos gestos que marcan la diferencia de Amaia y su constante imprevisibilidad. No es una cantante más, es una artista que reúne una combinación de caracteres que, juntos, son explosivos.

Estudiante de último curso de piano clásico, su talento bebe de muchas fuentes que le otorgan una perspectiva de la música sin prejuicios. Amaia ha crecido en un contexto familiar que ha alimentado su curiosidad con un abanico de géneros sonoros muy amplios. Nació en 1999, pero cuenta con una sabiduría musical apabullante. Lo mismo canta una canción erótica festiva de Susana Estrada (reina del "destape" a finales de los setenta) que descubre al público a un cantautor llamado El Kanka.

Su preparación, su cultura musical -nada sibarita y abierta de miras- y su intuición en escena hacen que Amaia cuente con unos cimientos suficientes para construir una carrera de largo recorrido, rompiendo con los estigmas de la efímera fama televisiva y los juguetes rotos.

Eso ya lo ha logrado, pues Amaia ya se está instalando en la memoria colectiva como un talento de culto social. Hasta el público más hipster, que suele despreciar la televisión generalista y cualquier éxito mainstream, se están rindiendo a su carisma. La joven concursante de Operación Triunfo, que también participó bien de niña en Cántame una canción (de Telecinco) y El Número uno (de Antena 3), los tres formatos producidos por Gestmusic Endemol, traspasa la cámara como musa indie y también con el desparpajo innato de la mejor folclórica. Este apasionante cóctel es su poderosa fuerza.

Amaia no sólo canta, también sabe mirar a cámara, sabe comunicar y, sobre todo, sabe soltar todo el tiempo frases para la historia de la cultura popular: "estoy nerviosa pero ahora sólo quiero comer", "me gusta mirar los aspersores" o sus ya míticos "buah, lo siento de verdad, qué horror". Y lo mejor es que ella no parece ser demasiado consciente de su comicidad involuntaria o de lo fácil que está siendo para los espectadores identificarse con sus momentos torpes o patosos. Este mismo domingo protagonizó varios instantes desternillantes al tener que ensayar con trozos de papel platino en la cabeza porque le habían hecho unas mechas para la actuación en la gala. "Parezco una bruja, me han querido poner rollo surfero y yo soy de Pamplona", decía con su querible inseguridad. Y los bailarines se partían de risa mientras ella intentaba cantar su tema de esta semana, Con las ganas, medianamente seria.

Amaia es un meme con piernas y, sin querer, durante el directo, no cesa de generar contenido para vídeos que acumulan miles de retuits: Amaia siendo asustada una y otra vez por Cepeda, Amaia llamando con el teléfono de la habitación privada de La Academia 'la cabina' y contactando con seguridad, Amaia intentando convencer a los demás para que le den su lasaña porque le encanta...

Tampoco deja de dar ideas, junto a sus compañeros, a la propia dirección del programa. Este año, la academia es un hervidero de chicas y chicos preparados y con ideas, proactivos. Ahí radica la diferencia de esta generación de OT con respecto a la primera edición, lo cual también define lo que ha crecido el país. Dieciséis años después, las nuevas generaciones de artistas están más preparadas, son más críticos y autocríticos, están mejor concienciados y no paran de crear y de nutrirse musicalmente, pues además cuentan con herramientas como YouTube o Spotify que les permiten acceder a toda la música del mundo. Nada que ver con la generación de Rosa, Bisbal o Bustamante.

Y en eso también Amaia da su particular tortazo de adictivo desparpajo. Si su compañera Aitana improvisa junto a ella el tema Cups de Anna Kendrick, con la coreografía viral de los vasos sobre la mesa, la propia Amaia concluye que "esto ya está un poco pasado de moda, pero no pasa nada". Otra catarsis para sus fans. La chica lo sabe: el juego de los vasos está ya muy revisto. Pero no sería raro que la dirección del programa tomara nota de lo bien que lo hacían y le regalen esa canción a Amaia o Aitana una semana de estas. Igual que les dieron Con las ganas porque ellas no paraban de cantarla (fenomenalmente) en sus ratos libres.

Amaia es la antítesis de la esencia con la triunfó Rosa de España. Es una chica que vive en 2017, perfectamente ubicada en el mundo actual y en la consecución de sus metas, para las que lleva años preparándose. Es, por encima de todo, una artista global capaz de depararnos enormes alegrías musicales en el futuro. Pero además es espontánea de verdad, sin imposturas, y por eso también engancha televisivamente y genera filias y fans inmediatos, porque esa verdad traspasa la pantalla. Sólo por descubrirnos su talento y su personalidad, este Operación Triunfo ya tiene sentido. Ahora sólo falta que quienes manejen su futuro artístico sean capaces de no malograr ni un ápice su deslumbrante autenticidad. 

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