ANÁLISIS

Mila Ximénez, el personaje perfecto del nuevo corazón

Personajes a los que es más fácil aspirar. 

Mila Ximénez en 'Sálvame'
Mila Ximénez en 'Sálvame'
Telecinco

Van quedando atrás las revistas del corazón que vendían grandes tiradas gracias a portadas protagonizadas por sagas millonarias de fama heredada, aquel glamour inalcanzable ha ido dando paso a celebrities que están más al alcance de todos. Es otro tipo de popularidad más democrática. Se trata de la fama con la que es más fácil sentirse identificado e incluso que se sustenta en una realidad a la que puedes aspirar.

Este cambio de referentes empezó en la televisión. La cámara de un plató no se puede prefabricar como un posado calculado en la revista Hola. Ni siquiera como una publicación en Instagram. El pedigrí no es sinónimo de comunicar con naturalidad cuando el piloto rojo del plató se enciende. La cámara de televisión no se puede retocar con photoshop. Al contrario, hace una radiografía transparente en la que los postureos suelen saltar por los aires. No funcionan. Ahí, en el directo del estudio, brilla la telegenia de la espontaneidad con sus imperfecciones, con sus sufrimientos, con sus incoherencias, con su vehemencia, con su inconsciencia.

Mila Ximénez es uno de los grandes ejemplos de este tipo de popularidad que moviliza públicos porque no remite a los clichés de la fama clásica. Su incontrolable pasión ha convertido a la colaboradora de 'Sálvame' en una de las celebrities que más interés despierta en el género rosa. Su aceptación social tiene mucho que ver con que cualquier señora se puede sentir reflejada en ella. Hasta en sus pataletas de vida curtida.

Y, claro, la audiencia aumenta cuando aparece Ximénez a narrar su experiencia, sea de lo que sea. Quizá porque ya no hay folclóricas como antaño que se atrevan a compartir su existencia con la pasión de las dobles lecturas en un prime time, quizá porque ya tampoco existen programas que se lo permitan. Sólo juegan esta carta los espacios del corazón.

La agresividad del show de cotilleo al estilo de 'Tómbola' arrasó con (casi) todo en los medios de comunicación y, como consecuencia, surgieron corazas de los grandes entrevistados de cualquier ámbito a la hora de ser generosos en una entrevista de televisión. Los profesionales huyeron de cualquier sobreexposición, pues podría contener una frase que se sacara de contexto, que ofendiera a alguien o que se malinterpretara.

La naturalidad de los grandes artistas profesionales fue menguando. Hasta cuando pisan 'El Hormiguero' hay un punto de desconfianza. No están cómodos en la entrevista, así que ellos son los que terminan haciendo posados artificiales en redes. En cambio y a la vez, los artistas de los magacines del corazón como 'Sálvame' cada vez están más relajados, son más espontáneos, son más diversos dentro de su microuniverso de indignaciones, cotilleos y surrealismo. Tal vez porque se han percatado de que su éxito es que son tan imperfectos como todos y que esa proximidad es lo que les hace ser escuchados, vistos y hasta aplaudidos. Ya no se justifican por lo que hacen. Mila Ximénez tampoco. Se han percatado de que simplemente están acompañando al espectador en el entretenimiento del día a día como un vecino más del bloque de viviendas.

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