En perspectiva

Querida María Teresa

María Teresa Campos en 'El Hormiguero' esta semana
María Teresa Campos en 'El Hormiguero' esta semana
Antena 3

El funcionamiento de las redes sociales va tan rápido que los propios medios de comunicación estamos aprendiendo a utilizarlas a la vez que los usuarios. A veces, sin demasiada capacidad de reflexión. Incluso sin pararnos a pensar cuál es la función del periodismo y sus reglas en el universo viral. A menudo, hasta da igual: lo importante es captar el clic rápido, instantáneo. Aunque no refleje la realidad. Aunque lo que se publica no sea información, sean estados de ánimo personales que se amplifican. Es lo que ha ocurrido la semana pasada con la visita de María Teresa Campos a 'El Hormiguero', donde hubo medios de comunicación que volvieron a picar en el anzuelo de aquellos que cuando ven a una mujer veterana en la televisión se sienten con potestad de afirmar que debería ya quedarse en su casa. Porque lo dicen ellos, claro. No suele suceder con los hombres mayores, pero es habitual con determinadas mujeres cuando van cumpliendo años. Se quiere decidir por ellas.

De hecho, cuando empezó a destacar en TVE y revolucionar el mundo del magacín, primero en la tarde y después en la mañana, a la propia María Teresa Campos ya se le decía que era mayor y hasta se insinuaba que se retirara. Tenía 41 años. Nadie cuestionaba el talante de Jesús Hermida, pero sí de ella. Resultado de un machismo interiorizado que, en los noventa, denominaba programas de maruja a espacios que acompañaban al espectador con una honestidad aplastante. Es la fuerza de María Teresa Campos, que volvió a demostrar en 'El Hormiguero' con Pablo Motos el pasado martes. Su naturalidad no se acompleja ante el qué dirán, aunque le afecte ese qué dirán que hacen más grande los medios al realizar noticias de un puñado de 'tuits'. Pero que no representan la realidad de la opinión pública.

Porque María Teresa Campos con Pablo Motos estuvo como siempre ha sido, pero no son capaces de analizar los que intentan tutelar vidas ajenas desde las redes sociales. La influencia de María Teresa Campos como una de las grandes y más queridas profesionales de la historia de la televisión española ha ido unida a que nunca ha sido una presentadora perfecta de esas que recitan un guion, ella ha sido una comunicadora imperfecta y, por eso mismo, humana. Su éxito tiene mucho que ver con la capacidad de abrir un constante diálogo con el espectador, que implica, que atrapa, que le habla hasta atreviéndose a lanzar ironías sinceras, compartir temperamentos personales o divagar hacia donde la emoción lleve. Así ha sido desde sus inicios, así no ha generado indiferencia.

Los años pasan y pasarán para todos. Pero la entrevista de María Teresa Campos en 'El Hormiguero' logró atrapar como siempre porque la malagueña es imprevisible y mantiene prendido ese vínculo de interés del espectador porque en pantalla transmite una franqueza que pocos logran. Por eso, aunque divagara batallitas, Pablo Motos se quedaba escuchando atento, interesado, respetándola, con cara de felicidad. Como también hace David Broncano cuando la invita a 'La Resistencia', respetando la experiencia de una autora de televisión que desmontó convencionalismos y corsés de la pantalla. 

Y por eso Campos volvió a funcionar en audiencias en 'El Hormiguero', siendo el programa más visto del día. Y por eso la siguen llamando las cadenas. Porque María Teresa Campos sigue siendo una personalidad esencial para la audiencia. Te quedas escuchándola. Su instinto televisivo y reflejos evolucionan con los años, la seguridad en un plató también evoluciona con la edad y los vaivenes de la vida, pero sigue manteniendo esa energía de estar viva y sentida. De querer seguir viviendo con esa ilusión de principiante que nunca pierde, aunque lo haya hecho todo en televisión: la ilusión de probar aunque puedas equivocarse. Así ha sido siempre, y por eso cambió y popularizó los magacines en España: porque se atrevía a probar ideas para seguir creciendo. Todo el rato. Aunque fallara. Incluso a compartir sus decepciones con su carácter. Hasta cuando no quería y, desde casa, el espectador sabía que algo pasaba. Porque María Teresa es transparente. Es una más. Ahora sigue compartiendo su experiencia desde la perspectiva de la abuela orgullosa que es. Ella puede. Es uno de los grandes referentes sociales de la televisión, que siguen prendidos en el imaginario de la calle. Es querida María Teresa: nunca quiso ser un busto parlante perfecto, quiso ser una mujer de su tiempo.

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