Libertad sin cargas

Sánchez se lleva (otra vez) de fiesta al Ibex: "El último que apague la luz"

Pedro Sánchez

Sánchez se lleva (otra vez) de fiesta al Ibex: "El último que apague la luz".
EFE

Ya se puede decir sin ambages. Pedro Sánchez parece abducido por el nada discreto encanto del Ibex. Quien más y quien menos acudió a los buenos (o malos) oficios de Iván Redondo para justificar el ‘belingo’ del pasado mes de mayo, cuando el presidente del Gobierno compareció entre fanfarrias y oropeles para presentar el Plan España 2050. Si bien la gran mayoría de conspicuos invitados hacía ‘sotto voce’ mofa, befa y escarnio de un proyecto que tal vez no pase de 2023, cuando toca volver a votar, lo cierto es que todos se presentaron raudos para copar las primeras filas, no fuera a ser que el dueño del BOE les pusiera falta y, lo que es peor, la proa en sus balances. Algunos de los principales banqueros del país, empero, evitaron entonces arropar a Sánchez, justo después de que el Gobierno saliera en tromba para criticar los ERE en el sector. Como se encarga de recordar cada vez que puede, en público y en privado, la todopoderosa vicepresidenta económica, Nadia Calviño, no se puede expulsar mano de obra mientras se ganan salarios de seis cifras y se aumentan beneficios y bonus. Una lástima que no lo tuviera en cuenta la política gallega cuando aprobaba la integración de Bankia y Caixa.

Ahora, sin Redondo como el pérfido Richelieu culpable de todos los males del reino y con Óscar López todavía a verlas venir, volvía Sánchez esta semana a arrancar el curso rodeado de sus más fieles en el selectivo. Llamó la atención que tampoco contara esta vez el jefe del Ejecutivo con lo más granado de la banca. Dicen las fuentes oficiales de las diferentes entidades que las invitaciones se enviaron con poca anticipación y que no es fácil cuadrar las agendas, lo cual seguramente es cierto. Se entiende que Ana Botín, presidenta de un banco con intereses y obligaciones que superan el territorio nacional, se deba a sus accionistas y no al marketing de Moncloa. Dicho lo cual, los grandes bancos no son ajenos a que -como advertían en estas páginas Bruno Pérez y Fernando H. Valls- el Ministerio de Economía no se limitó a la demagogia sobre sus salarios cuando tocó, en víspera de las elecciones del 4-M, sino que ha continuado buscando los cauces legales y presionando al Banco de España para limitar las retribuciones de la banca en España. ¿O acaso es casualidad también que los grandes bancos se hayan puesto de perfil ante los llamamientos de la Seguridad Social para colaborar y avanzar en la creación de un gran fondo de pensiones público? Saltan -y saltarán- chispas.

Por suerte para los ejecutivos del sector bancario, a nadie le importaba demasiado este miércoles su concurso o ausencia. Los ojos del aforo estaban puestos en los ‘señores de la energía’, que sí acudieron al evento sin rechistar en plena escalada del precio de la electricidad. “El recibo de la luz es de lo que hablaba todo el mundo”, confesaba horas después uno de los presentes. Y no hay duda de que el asunto está achicharrando al Gobierno, al menos si tenemos en cuenta el despliegue gubernamental en la prensa amiga. “Es obvio que algunas eléctricas tienen ganancias excesivas”, lanzaba en una entrevista la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, tan flemática siempre a la hora de buscar soluciones como ágil a la hora de demonizar el sector. Un lector avezado podría preguntarse qué son ganancias excesivas y quién las determina. Ella y el Gobierno, claro, se entiende tras leer la entrevista. “Que ahora algunos compañeros insinúen que estás coligado con no se sabe qué empresas del Ibex a las que estás poniendo en firme muy agradable no es”, se revolvía en la conversación, en clara referencia a las críticas de los ministros podemitas. No le dolió tanto que sus colegas ‘morados’ le reclamaran la creación de una empresa pública, una idea “interesante” para gestionar concesiones hidroeléctricas.

Teresa Ribera, en una inaudita intervención parlamentaria, azuzó a los fondos activistas en las eléctricas para que se alinearan con los objetivos del Ejecutivo y presionaran a los gestores. Llamativo ver a una ministra de España zarandear en bolsa a las firmas españolas

Apenas unas horas antes, en una inaudita intervención parlamentaria, la titular del ramo azuzaba a los fondos activistas en el capital de las empresas energéticas para que se alinearan con los objetivos del Ejecutivo y presionaran a los gestores de las compañías, que según esos postulados deben ser demonios alados que conspiran agazapados entre las sombras contra el interés general. "No han mostrado ninguna empatía social... y la empatía cotiza en bolsa”, decía sin torcer el rictus sobre esos ejecutivos. Desde fuera, resulta al menos llamativo ver cómo una ministra de España zarandea sin complejos la evolución bursátil de las firmas españolas. Habrá que entenderlo con generosidad y como fruto natural de la desesperación. De hecho, no deja de tener un punto cómico que un gobierno intervencionista por excelencia, que en sus ratos libres elabora prólogos para el ‘Manifiesto comunista’, lance un SOS en toda regla al capital riesgo y a los BlackRock, JP Morgan, EQT, Norges o Goldman Sachs, adalides del capitalismo más puro. Solo desde esa esquizofrenia se entenderían las dudas para dar luz verde a la entrada del fondo de pensiones australiano IFM en Naturgy, para cuyo plácet el Ejecutivo agotó los tiempos.

El propio Sánchez reforzaba el planteamiento este mismo domingo, por si el mensaje de Ribera no hubiera quedado claro. “El Gobierno ha tomado medidas (…) para revisar los sobrebeneficios que tienen las eléctricas. Hemos detraído 650 millones de euros que iban a ir a la cuenta de las eléctricas para volcarlos en los consumidores”, exponía en la búsqueda eterna de chivos expiatorios por parte del Ejecutivo. Desde luego, es mucho más fácil señalar a las empresas que ahondar en la problemática geoestratégica, explicar las rémoras pasadas del esfuerzo renovable o acometer una profunda reforma fiscal del sector. Solo el tiempo dirá hasta que punto el partido que gobierna sacará rédito -esencialmente electoral- de la inquina que destila en muchos de sus asertos respecto a las grandes empresas del Ibex, Desde luego, banca y eléctricas, los principales damnificados de los últimos episodios, tardarán tiempo -y mucha inversión en comunicación e imagen- en levantar su reputación después de la última ofensiva gubernamental. A partir de ahí, lo que ya alcanza una refinada crueldad es convocar periódicamente a los damnificados para fotografiarse con ellos y hacerles partícipes -cuando no cómplices- de unos planes de gobierno que por lo general tienden a hacerles la vida más difícil. Como diría el castizo, o multa o bronca.

Por ejemplo, en este escenario de tensión larvada con las grandes corporaciones, Sánchez aprovechó la reunión de bienvenida del curso político para anunciar la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Tres alzas para llevarlo a 1.027 euros en 2023. No hay constancia de que los ejecutivos presentes en la Casa de América se pelearan por llegar a los teléfonos para encargar champán a sus jefes de gabinete. Desde luego, no lo hicieron ni Garamendi ni, sobre todo, los representantes de los trabajadores autónomos, que serán los principales perjudicados por la medida. El presidente de la patronal, Lorenzo Amor, lo considera “un nuevo palo” y ya ha avanzado que la disposición implicará un incremento de las cuotas en un momento especialmente delicado para las empresas, sostenidas muchas de ellas con alfileres por los efectos de la pandemia. Afortunadamente, Yolanda Díaz ha marcado bien el terreno de juego con el citado prólogo a la obra de Marx y Engels, publicación que coincide con los cien años de existencia del PCE al que pertenece. Destaca la ministra de Trabajo el gran poder transformador de la obra. Por si alguien tenía dudas.

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