Marca de agua

El viaje de Sánchez al corazón de las tinieblas capitalistas se estrella con la desconfianza

sánchez en EEUU
sánchez en EEUU
EFE

Muy averiada debe de estar la reputación del Gobierno español en EE UU para que su presidente ejerza estos días de viajante de comercio con su mejor sonrisa 'profidén' y su porte de jefe de planta de señoras. Tras el humillante paseíllo con Biden, en el que el mandatario americano le miraba como a un vendedor de alfombras, el extinto Iván Redondo convenció a Pedro Sánchez de que viajara al corazón de las tinieblas capitalistas y sedujera a los “fondos buitres”, que así llama su socio 'podemita' a los grandes grupos financieros con intereses en España. El propio Redondo se veía a sí mismo como el experto cicerone que guiaría a Sánchez en la procelosa selva de Wall Street, pues no en vano era el explorador oficial del 'sanchismo' en el Ibex 35. Pero 'Iván el Hechicero' ha sido expulsado de la tribu y quien acompaña a Sánchez es un grupo de los que Moncloa llama “nuevos emprendedores”, para marcar distancias con los veteranos ejecutivos, algunos de los cuales están imputados judicialmente.

Sin embargo, no parece que el viaje haya ido bien, ni siquiera para la imagen del propio Sánchez, al que no favorecen esas fotos que le muestran pateando las calles como un corredor de seguros. Así es muy difícil seducir a nadie, ni a los grandes inversores que huelen la debilidad a kilómetros, ni a la Casa Blanca, cuya relación con el Gobierno 'sanchista' es prácticamente inexistente, por más que se prodigue en zalamerías a Biden y en ataques a Trump.

Si tú quieres que los amos del dinero, que ya poseen fuertes intereses en España, inviertan los 500.000 millones que la economía española necesita para multiplicar la eficacia de los fondos europeos y transformar nuestro modelo productivo, olvídate de la propaganda. Allí no cuela, como aquí. Allí quieren compromisos en firme de que no se cambie la reforma laboral, de que la ley de vivienda no les “okupe” sus inmuebles, de que no se impongan tasas tecnológicas al buen tuntún, de que se garantiza la seguridad jurídica y se respeta a los tribunales…

Nada de todo esto ha logrado Sánchez en su descubierta comercial. No se fían de él. No se fían de quien tiene en el Gobierno a un partido comunista que les ha declarado la guerra. No se fían de quien se niega a llamar dictadura al régimen cubano y pastelea con el chavismo. No se fían de quien cambia de principios para mantenerse en el poder.

No cabe duda de que España necesita volver a los circuitos internacionales de los inversores y de las grandes tecnológicas como un país atractivo, seguro y estable. Los 140.000 millones de Europa se escurrirán por el sumidero si el capital privado no se suma a la mayor operación económica y financiera jamás desplegada en España.

Pero la forma adecuada para lograr ese objetivo no es ir de excursión por la Quinta Avenida, Sunset Boulevard o Silicon Valley. Como jefe de Gobierno de una nación que se respete a sí misma, no puedes ir de compras a un país amigo si el anfitrión te vuelve la espalda. ¿Qué crédito puedes exhibir si te dan con la puerta en las narices?

Quien debió realizar ese viaje y con un programa más ambicioso no es un presidente que levanta sospechas a su paso. Debió ir el Rey, que conserva la reputación y el prestigio necesarios para abrir puertas con la misma eficacia que lo hizo su padre durante 40 años. Pero como Sánchez no quiere que nadie le haga sombra, mantiene a Felipe VI en la soledad de los montes del Pardo, mientras él se extravía, otra vez, en la selva tenebrosa de los buitres, que diría Ione Belarra. Está claro que al 'sanchismo' no le funciona el GPS en Estados Unidos. No es de extrañar que Iván Redondo terminara en el barranco.

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