Capital sin Reservas

La ‘ivanización’ de la economía y los Presupuestos de la pata de palo

Sánchez tiene que presentar unos Presupuestos a Bruselas para seguir manteniendo la pose ante sus homólogos europeos. En el Gobierno están convencidos de que Ciudadanos 'tragará' con lo que haga falta.

La gira europea de Sánchez se ha cerrado en balde esta semana. En la imagen, el presidente con su homólogo holandés, Mark Rutte
La gira europea realizada esta semana por Sánchez se ha cerrado en balde. En la imagen, el presidente con su homólogo holandés, Mark Rutte
EFE

Presupuestos, como sea. La instrucción impartida por Pedro Sánchez es lo más parecido a un grito de socorro y pone de relieve la desesperación que existe en Moncloa y aledaños por trasladar un mensaje de tranquilidad a Europa sobre esa solución económica de España que reclamaba hace unos días el primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte. El líder socialista ha asumido el desafío comunitario, encarnado por el ‘halcón frugal’ holandés, para disparar dos pájaros de un tiro mediante la proclamación de unas nuevas cuentas públicas que, además de persuadir a los burócratas de Bruselas, otorguen el indispensable certificado de garantía que necesita el jefe del Ejecutivo en su afán de agotar, como pretende, el ciclo político de una legislatura cada vez más inestable.

El mundo empresarial está impaciente y no menos preocupado por conocer las líneas maestras del proyecto que coordinará la pletórica María Jesús Montero, teniendo en cuenta que ni siquiera existe un techo efectivo de gasto que determine con claridad los objetivos presupuestarios de los diferentes centros de coste ministeriales. La única referencia al respecto fue incluida a modo de ‘wishful thinking’ en la elaboración de los nonatos presupuestos de 2020, un año en el que todo parece estar permitido con tal de frenar la expansión letal del Covid-19. En el mundo de los negocios el temor reside ahora en que el Gobierno trate de vivir de sus mismas y vanas ilusiones en 2021, cuando el coronavirus haya prescrito como argumento para seguir llorando por Europa.

El presidente del Gobierno ha dedicado la semana a pasearse por las cancillerías del Viejo Continente en busca de una solidaridad no del todo bien entendida y que permitiría a la ministra de Hacienda construir la futura casa presupuestaria por el tejado. Las ayudas que viene reclamando España como genuina damnificada de la pandemia son decisivas a la hora de engrasar los postulados ideológicos que soportan el acuerdo programático con Podemos y esto es precisamente lo que abruma a los empresarios de nuestro país y lo que tratan de evitar los principales mandatarios europeos que amablemente han departido con Pedro Sánchez. Incluyendo a Ángela Merkel, que quizá haya abandonado su vieja devoción por la austeridad pero que sigue siendo una irreductible activista contra cualquier manifestación de despilfarro.

El mundo empresarial está preocupado ante el afán del Gobierno por cerrar unos Presupuestos como sea, sin haber establecido siquiera un techo de gasto

A la primera dama de Europa le ha contrariado además el pataleo con que Nadia Calviño ventiló las responsabilidades ajenas para justificar su fracasada candidatura a la presidencia del Eurogrupo. Eso de tirar la piedra y esconder la mano con el argumento de que ‘alguien ha traicionado a alguien’ que diría Miguel Gila no es de recibo para la ‘fräulein’ germana, que ha expuesto a Sánchez su malestar al sentirse lógicamente aludida. Está visto que cada vez que Alemania apoya para algo a España los pequeños países europeos saltan en tromba para demostrar lo que ellos llaman la verdadera fuerza de la Unión. Le pasó a Luis de Guindos en 2015 lo mismo, solo que aquella vez el hoy vicepresidente del BCE no salió por peteneras buscando culpables de su amargura.

Con interesada ingenuidad, la derrota de la aspirante española se ha interpretado como un indicio de que no basta el apoyo de Merkel para que nuestro país consiga sus objetivos en Europa. La visita de Sánchez a Berlín tiene, en cambio, una lectura menos simple y sirve para cuestionar si de verdad Alemania se identifica con la política económica que el Gobierno neocomunista quiere adoptar en España. El presidente ha vuelto de su gira con un buen mejunje de contraindicaciones a su régimen presupuestario que atormentarían a cualquier dirigente incapaz de ponerse el mundo por montera. Pero en esto el líder socialista es inasequible al desaliento y en todo caso dispone de un suficiente elenco de asesores para llevar a cabo lo que en medios del propio PSOE se denomina la ‘ivanización’ de la economía contra la pandemia.

Ni siquiera el riesgo de unas previsibles elecciones catalanas supone un obstáculo en los planes de Sánchez para lanzarse al hemiciclo parlamentario con un proyecto de presupuestos que, en tales condiciones políticas, nunca contaría con el apoyo de sus socios republicanos de investidura. Al fin y al cabo, el Gobierno y ERC sólo están unidos por ese principio de la geometría variable que se consagra bajo el enunciado de no tener ningún principio más allá del que sea menester para aferrarse al poder. Si como se anuncia desde Waterloo, el exiliado Puigdemont monitoriza una convocatoria de urnas en Cataluña para otoño, lo más natural será que Oriol Junqueras y su Esquerra apliquen un particular tercer grado al PSOE y le dejen empantanado cuando llegue el momento de aprobar las cuentas públicas en el Congreso de los Diputados.

La 'ivanización' del PSOE, en 'honor' al poderoso zar de Moncloa, define una  forma de hacer política a base de parches y encuestas para encubrir los problemas

El presidente del Gobierno no está por la labor de recordar ahora que el rechazo presupuestario a principios de 2019 motivó, según sus propias palabras, la convocatoria de las que luego resultaron también fallidas elecciones generales de finales de abril del pasado año. El sanedrín de Moncloa que encabeza Iván Redondo considera que esta vez el Gobierno puede tirar del comodín de Ciudadanos para sumar junto a Coalición Canaria los votos suficientes que permitan sacar unos Presupuestos de compromiso con el resto de aliados preferentes. Sánchez no ha tenido reparos en admitir estos días la necesidad de un ejercicio de renuncia por parte de todos para llegar a un acuerdo de recuperación en Europa, un mensaje que puede entenderse también en su traducción literal dentro de España y sobre el que la tropa de Podemos está ya velando armas.

El funambulismo del truchimán socialista se va a poner a prueba en el diseño de un Presupuesto orientado con el único objetivo de repartir alpiste entre los piantes de los diferentes nidos. La mascarada de la Comisión de Patxi López para la Reconstrucción Económica y Social ha dejado además muy claro que el grupo de Inés Arrimadas tampoco se caracteriza por su beligerancia a la hora de pactar las transaccionales que propone el Gobierno. Y respecto a la derecha cuánto más lejos mejor, lo que hará imposible que el Partido Popular, y por supuesto Vox, acepten las cuentas que quiere presentar Montero, la de Hacienda, antes de que acabe el mes. Presupuestos va a haber porque ni Sánchez ni Iglesias están dispuestos a hacer las maletas, pero o mucho cambia el cuento o las cuentas del Estado para 2021 cojearán sensiblemente con una pata de palo. Es lo que tiene hacer la política con un parche en el ojo.

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