Tribunal global

¿Debe el BCE volverse agresivo ante la escalada de la inflación?

Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europea (BCE).
Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europea (BCE).
Sanziana Perju / ECB / L .I.

El Banco Central Europeo (BCE) sigue los pasos de la Fed. Al igual que el banco central estadounidense, la autoridad europea ha cambiado de opinión sobre la inflación, eliminando su carácter temporal. En la última reunión dejó entrever que podría subir sus tipos de interés, aunque sea un horizonte todavía lejano.

En septiembre de 2021, la Fed había indicado la posibilidad de subir su tipo de interés de referencia una vez a finales de 2022 y a principios de diciembre Jay Powell, el presidente de la Fed, retiró el carácter temporal de la subida de la inflación. En ambos casos, el cambio de tono del banco central es radical.

Esta información de los bancos centrales es necesaria para que los inversores puedan adaptar sus expectativas ya que, si el anuncio es demasiado brutal, el impacto puede ser dramático. En marzo, el BCE anunciará sus nuevas previsiones, con toda seguridad con una tasa de inflación más alta en 2022 y 2023 que la prevista en diciembre. Podría entonces, al igual que la Fed antes que ella, acelerar el endurecimiento de su política monetaria ya que entonces habrá terminado su programa específico sobre la pandemia (el PEPP terminará en marzo).

Pero el BCE no seguirá punto por punto a la Fed porque el perfil de la inflación y de los salarios no son francamente parecidos. Sin embargo, si el BCE siguiera la misma dinámica, el mismo ritmo, entonces podría subir su tipo de interés de referencia en la reunión del 21 de julio. Es importante tener presente esta pauta. Sin embargo, las preguntas que se hacen no son siempre las mismas.

Además del nivel de inflación, el problema común de estadounidenses y europeos es la energía. En la zona euro, más de la mitad de la inflación se explica por la energía y es un tercio en Estados Unidos. En este punto, se plantean dos tipos de cuestiones.

La primera es la incapacidad de los bancos centrales para influir en el precio de la energía. Intervenir sería contraproducente si la subida de los precios de la energía no es sostenible y la aceleración observada no es duradera. Sin embargo, y esta es la segunda cuestión, si la contribución de la energía es elevada en el tiempo, las perspectivas cambian. Una subida permanente del precio de la energía es una pérdida de poder adquisitivo y necesariamente una fuente de demandas salariales. Cuanto más reduzca el poder adquisitivo la subida de los precios de la energía a lo largo del tiempo, más fuertes serán las demandas.

Este mecanismo no funciona hasta ahora y los salarios en la zona euro no aumentan a la misma velocidad que en Estados Unidos. En la gestión de la política monetaria esta es una diferencia importante. En cumplimiento del objetivo de estabilidad de los precios, la cuestión de la indexación de los salarios es esencial y el banco central no puede facilitar la aplicación de esta dinámica.

Dada esta situación, ¿qué debe hacer el banco central? ¿Debe asumir el riesgo de aceptar una prima de inflación incorporada a los salarios con una alta probabilidad de que este fenómeno continúe en el tiempo? Si abre la posibilidad de que los salarios se ajusten al alza, entonces el ritmo de los precios de los bienes, en particular, podría acercarse al observado en Estados Unidos. Lo que el BCE no quiere debido a su mandato. 

Sin embargo, si se endurece demasiado rápido, el efecto restrictivo de la política monetaria recaerá directamente sobre la actividad económica. Esto podría influir en la demanda y la actividad y, en última instancia, en el precio de la energía pero, ¿es éste el camino deseado y deseable?

Por todo ello, los datos disponibles en la reunión de marzo del BCE serán esenciales para distinguir adecuadamente la evolución de los componentes de la inflación. Estos datos alimentarán las proyecciones del BCE: por un lado, si la inflación continúa y el BCE debe tender a volverse restrictivo; por el otro, si la inflación ha borrado el suficiente poder adquisitivo como para pesar sobre la demanda y la evolución de los precios, el BCE podría entonces esperar. ¿Debe volverse agresivo?

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