Cuaderno de venta

El desastre de Siemens y el truco alemán de culpar al viento de otros problemas

Siemens Energy terminará de integrar Siemens Gamesa este mes.
Siemens Energy terminó de absorber Siemens Gamesa en 2023.
Siemens Energy vía La Información

La política energética alemana de la última década ha demostrado ser un desastre. No es ahora cuando los críticos reciben el trofeo de la razón, pero sí cuando se perciben las consecuencias de una serie de errores cocinados a fuego lento durante años. La crisis del gas natural en Alemania desde el estallido de la guerra de Ucrania ha desvelado, entre otras cosas, que parte del éxito económico del pasado se debió al suministro masivo y barato desde Rusia de este preciado hidrocarburo, que hizo más competitivas a su industria por los menores costes energéticos que tuvo frente a otros países. También ha puesto al descubierto que esa fortaleza era una enorme vulnerabilidad geopolítica como se ha demostrado. Berlín, con los gobiernos de Schroeder y Merkel, dejó de lado la energía nuclear por la presión de una corriente social y política que abrazó el gas fósil ruso sin complejos bajo la bandera verde del ecologismo pero también con oscuros intereses políticos. La lucrativa puerta giratoria de ex altos cargos del gobierno clave en estas decisiones hacia empresas rusas como el propio ex canciller del SPD así lo atestiguan.

El caso de Siemens Energy reúne en una sola compañía muchos de los ángulos, vicios y taras ocultas que han echado por tierra el mito de la fiabilidad alemana y la intocable etiqueta del ‘Made in Germany’. La culpa de la crisis en curso del gigante de Munich parece que viene de serie por los problemas que atraviesa el sector eólico desde la pandemia. Hay que tener en cuenta la ola de inflación de costes que ha sufrido el negocio de fabricar, instalar y mantener molinos de viento. Se inició por los problemas con la cadena de suministro desde China, se exacerbó con el encarecimiento de las materias primas, fallos en sus productos y ha recibido la puntilla con el salvaje ciclo de subidas de tipos de interés que pone en riesgo la financiación a largo plazo. Recuerden que un parque eólico llave en mano tarda años en concluirse desde el momento en el que se ha contratado y diseñado.

La petición de ayuda de Siemens Energy al Gobierno alemán de Olaf Scholz para su área eólica (Siemens Gamesa) es una cuestión de avales bancarios, no un rescate al uso o una petición de dinero. Básicamente está pidiendo un ICO de entre 8.000 y 16.000 millones de euros, una línea blanda de financiación y el respaldo estatal a su actividad en un momento en el que, lógicamente, proveedores, inversores y bancos desconfían de la empresa por sus pérdidas masivas y continuos profits warnings (advertencias de rebajas de resultados). Tiene difícil solución porque los alemanes solo han sabido seguir el peor de los manuales corporativos con ajuste de costes, despidos y reducción de estructura, que no ha hecho otra cosa que reducir su capacidad productiva. Es la pescadilla que se muerde la cola. Los fallos de fabricación de algunas de sus máquinas y las penalizaciones por el retraso en la entrega de proyectos han golpeado con más fuerza si cabe las cuentas de la multinacional.

Es hora de cambiar de estrategia y asumir errores estratégicos que no debieron cometerse. El más grave fue probablemente la creación de la propia Siemens Energy. Siemens AG, su matriz, decidió llevar a cabo una de sus habituales escisiones o spin-off de negocio con una salida a bolsa para poner en valor su actividad en petróleo, gas y electricidad (Siemens Oil & Gas) donde ocupa una posición de liderazgo. El objetivo de la operación era reducir la huella de carbono del grupo bajo la política de cero emisiones que la empresa se planteó alcanzar cuanto antes. Fruto de esa estrategia, las acciones que Siemens tenía en Gamesa comenzaron a traspasarse a la filial Oil & Gas que más tarde se renombró como Siemens Energy. Lo que era una participación financiera en la eólica pasó a ser un plan de fusión y absorción de Siemens Gamesa para integrar todos los activos energético en una sola empresa en la que, además, su principal accionista (Siemens AG) había anunciado su intención de vender hasta el 75% de las acciones una vez que saliese en bolsa, algo que sucedió a finales de 2020.

La integración, como se ha visto, ha sido de todo menos exitosa. Los problemas de la dirección alemana para conciliar un sector de menor competencia en las turbinas de gas y equipos de redes con la ultracompetitiva fabricación eólica ha sido otra constante. Son como mezclar el agua y el aceite. Las quiebras, nacionalizaciones y rescates públicos en 2022 de los principales operadores del sector de gas en Alemania como Uniper y otros grandes clientes de Siemens Energy no deben olvidarse a la hora culpabilizar solo al sector eólico y a la parte española de Gamesa de los males de la marcha del grupo. Lo único que parece claro es que el conglomerado alemán conseguirá el respaldo de su gobierno y puede que esta vez también involucre al Ejecutivo de Pedro Sánchez a la hora de obtener los citados avales públicos para tener financiación y liquidez a precios razonables.

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