Los efectos de la incertidumbre

Aquí no hay VAR: la Covid arrasa imagen e ingresos al fútbol y los recorta un 20%

Los equipos y jugadores de LaLiga española son los más afectados en la devaluación que ha sufrido todo el fútbol de elite con la extensión de la pandemia desde finales de marzo. Hazard y Messi, los que más.

El jugador belga del Real Madrid Eden Hazard es el que más devauación ha sufrido en el mercado.
El jugador belga del Real Madrid Eden Hazard es el que más devauación ha sufrido en el mercado.
EP

La burbuja del fútbol ha explotado y ningún videoarbitraje vendrá a salvar una errónea primera impresión ni a resolver entuertos (o crear uno nuevo). La pandemia de la Covid-19 ha segado de una punta a otra las economías de todo el mundo (los PIB nacionales convertidos en lápidas del cementerio de la Gran Recesión) y la onda expansiva no conoce muro que la contenga. Ni siquiera algo que parecía por encima de todo problema financiero… como se demostró en la anterior crisis, cuando no se paró la ruleta en ningún momento. Ahora, las primeras estimaciones en la lesión económica del fútbol de elite europeo apuntan a desgarrones en torno a un 20% en sus ingresos totales (según KPMG) o del valor estimado de marca (Brandfinance), con los clubes españoles como los más afectados de todo el continente. 

La Asociación de Clubes Europeos, por su parte, ha querido ser más prudente y se mueve alrededor del 10% (unos 4.000 millones entre esta temporada pasada y la próxima para unos ingresos cada año que rondan los 20.000) y el STOXX Europe Football (que aglutina a la veintena de clubes europeos presentes en bolsa, con Juventus o Ajax como principales referencias) muestra el verdadero rostro de la crisis de confianza cuando toca invertir: tras alcanzar su máximo histórico a mediados de febrero ahora mismo ha perdido un 35% de su valor (que llegó al 52% a finales de marzo).

El fútbol, como industria gigantesca de ocio y generadora de miles y miles de millones, todavía vive en cierta ilusión de normalidad porque se tiene que dilucidar al próximo campeón de la Champions. Los contagios en equipos como el Real Madrid o el Sevilla (que juegan esas competiciones pendientes) se tratan como asuntos de estado y sus derivadas y polémicas han venido a sustituir en las portadas de los medios deportivos al próximo gran fichaje del verano. 

Incluso se producen paradojas como que el día que el Reino Unido anunció que sus 18 millones de turistas seguramente no vendrán este año a España porque tendrán que pasar una cuarentena en casa al volver, la duda que más minutos televisivos engulló durante ese fin de semana fue qué pasaría con el Manchester City-Real Madrid que debía jugarse en las Islas y si los blancos tendrían que acatar una cuarentena que les impediría jugar la fase final en caso de ganar. 

La maquinaria no se puede detener. Eso lo saben los que viven de un negocio multimillonario que se las apañó para terminar las competiciones caseras (con alguna excepción; la más ilustre, la francesa) toda vez que el impacto de devolver ingresos por derechos televisivos hubiera sido inasumible. Por ejemplo, la gala reintegró casi una cuarta parte de su total anual, unos 243 millones, por lo no jugado y en Inglaterra los clubes tuvieron que desembolsar, pese a jugarse, unos 365 millones, una quinta parte de la cantidad pagada por las cadenas a principios de año, en cifras de Brand Finance. Para el resto, y a la espera de lo que ocurra en septiembre, los contratos se puede decir que están en pausa de hidratación.

Mientras tanto, la patada más evidente a las cuentas de los equipos de fútbol se produce en los ingresos por socios (y abonos) y días de partido. A este parámetro se limitan casi en exclusiva los cálculos de la Asociación de Clubes Europeos en su estimación de 4.000 millones de tajo sobre los ingresos totales. En concreto, ajustan en torno a un tercio lo que ya se dejó de recaudar por el tramo final de temporada afectado por los cierres (empezando a mediados de marzo). 

Aunque para hacerse una idea de lo que supone esta partida para un equipo, lo mejor es ir a las cuentas de un solo club. Por ejemplo, el más valioso del mundo, como es el Real Madrid, con unos 1.400 millones de euros de valor de marca en cálculos hechos públicos esta semana por Brand Finance y de más de 3.400 millones según KPMG. A la espera de conocer las cuentas de este año (por lo general, se suelen entregar durante el mes de julio), en las que se presentaron el año pasado se reflejaban unos ingresos de explotación de 757 millones de los que hasta 175 se explicaban por los socios y el estadio, es decir, por la venta de entradas. 

Sin entrar a considerar que los contratos televisivos y la liquidez por el marketing (esta última, con casi 300 millones, principal fuente de riqueza) no se vean mermados a su vez (desde renegociaciones de derechos a menor venta mundial de merchandising), el Real Madrid se gasta al año casi 400 millones de euros en personal. Y esa es una partida difícil de enjugar. Menos mal, en este caso, que los de Chamartín redujeron a apenas un 4% respecto a ingresos la deuda pendiente.

Otros lo tienen mucho peor. Competiciones más humildes, como la escocesa, dependen del día de partido más que nadie: aproximadamente, la mitad de sus ingresos vienen por esta vía. Algo similar ocurre en proporción según se baja de los escalones de los más ricos a los más humildes. Los poderosos cuentan con grandes contratos televisivos que pesan más en sus balances que en el resto. Para ese resto, lo que aportan socios y venta de entradas son vitales.

En particular, porque, como señala KPMG, mientras que los ingresos han sufrido "un duro golpe", los gastos básicos (con el de personal como gran elefante blanco) se van a mantener y algunos de los corrientes, como los desplazamientos o los protocolos sanitarios, se van a incrementar. ¿El resultado? Habrá "graves problemas de liquidez para la inmensa mayoría de los clubes europeos"

Más si cabe cuando la subasta millonaria de los fichajes también se encuentra en fuera de juego. Hay equipos como el Mónaco o el Benfica que han vivido en los últimos años de sus traspasos de jugadores a las ligas más potentes del continente. Para KPMG eso no será tan fácil este año y en otro informe reciente ha estimado ya los primeros rasguños en cuanto al valor estimado de las estrellas continentales.

Igualmente, ha sumado el valor de todas las plantillas y ha llegado a la conclusión de que LaLiga es la gran competición (solo le supera la escocesa) con una pérdida mayor de valor: de hasta el 19% cuando la media conjunta de los diez principales torneos es del 17%. Esta primacía se traslada a los equipos, con el Barcelona como el equipo del Top 20 europeo que más se está viendo afectado por la pandemia.(con un 20,5% de merma), seguido muy de cerca por el Real Madrid, cuya plantilla se ha desvaluado un 19,1%. Las razones, según especifica el informe, la elevada edad de los jugadores. 

Por su parte, el tercer equipo español en esta lista de elegidos, el Atlético de Madrid, sale mejor parado, con una reducción de valor del 14,9% respecto a lo que la propia consultora estableció en febrero de este año, un entorno en el que se manejan los principales equipos británicos o los alemanes (que apuestan por mayor juventud en sus planteles). 

Por último, y en las estimaciones realizadas por KPMG sobre la valoración económica de los 20 jugadores más cotizados del mercado, blancos y azulgranas vuelven a llevarse la peor parte. En este caso, el único madridista de esta nómina de deseados, Eden Hazard, es el jugador que más se devalúa, al pasar de los 136 millones de euros que se le asignaba en febrero a apenas 101 en junio (un 25,5% menos). Messi, cuya edad y fin de contrato próximo juegan en su contra, es el siguiente de la lista de ‘lesionados’: un 23,2% menos en el transcurso de la primavera. 

En cualquier caso, para quien piense que las rebajas han llegado al mundo del fútbol y que ahora se podrá comprar a menores precios recibe de inmediato la respuesta unánime de todos los informes realizados en los últimos meses: el mercado de fichajes será de los más pobres en mucho tiempo. Porque los ingresos tiemblan desde todas las latitudes y porque no se sabe cuánto durará la incertidumbre. Toca encerrarse en campo propio. 

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