Entorno de elevada incertidumbre 

La Covid multiplica por diez los errores en las proyecciones del Banco de España

La desviación en las previsiones trimestrales ha sido de un punto porcentual desde el inicio de la pandemia, frente a los 0,1 puntos de media en el periodo 2016-2019, según admite el propio organismo en un informe.

Pablo Hernández de Cos, Banco de España
La Covid multiplica por diez los errores en las proyecciones del Banco de España
Agencia EFE

La incertidumbre es mala compañera de viaje para las perspectivas macroeconómicas. La peor, según coinciden los analistas. Si ya de por sí la inestabilidad complica cualquier previsión a largo, medio e incluso a corto plazo, en tiempos de pandemia dibujar un horizonte económico probable se ha convertido en misión imposible. Así lo constata el Banco de España en un informe en el que analiza la precisión de las proyecciones de la actividad emitidas por el supervisor durante la crisis de la Covid-19 y concluye que la desviación en las previsiones trimestrales ha sido de un punto porcentual desde el estallido de la emergencia sanitaria, frente a los 0,1 puntos observados de media en el periodo comprendido entre los años 2016 y 2019.

En un interesante ejercicio de autocrítica argumentada, el Banco incluye en su último informe trimestral de la economía española un recuadro específico en el que explica cómo la perturbación sin precedentes provocada por la pandemia y la elevada intensidad de su impacto económico y social, así como la excepcionalidad de las medidas desplegadas para contener la expansión del virus y mitigar sus efectos adversos sobre la actividad han supuesto "un considerable desafío a la hora de llevar a cabo ejercicios de previsión macroeconómica con un horizonte a corto y a medio plazo".

El supervisor ha tenido que adaptar su metodología tradicional al contexto epidemiológico, optando por elaborar varios escenarios alternativos, en función de distintos supuestos, como la evolución de la pandemia o la severidad de las medidas de contención desplegadas y la efectividad de las políticas económicas. Además, en esta coyuntura excepcionalmente volátil ha prestado más atención a los indicadores de alta frecuencia, como los relacionados con la movilidad, el gasto con tarjetas de pago o el consumo eléctrico, que ofrecen información sobre el dinamismo de la economía prácticamente en tiempo real, frente a los indicadores habituales mensuales.

En su informe, el BdE admite que "a pesar de estas innovaciones metodológicas, la predicción de la actividad a corto plazo ha seguido siendo una tarea extraordinariamente compleja, como prueba el hecho de que, desde principios de 2020, se hayan observado unos errores de previsión mayores de lo habitual". En concreto, entre 2016 y 2019, la desviación entre la tasa de crecimiento del PIB para el trimestre en curso estimada en los ejercicios de proyecciones del Banco de España y la tasa publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Avance de la Contabilidad Nacional Trimestral había sido de 0,1 puntos, proporción que se ha multiplicado por 10 en pandemia, con una desviación de hasta un punto. 

El organismo explica en su informe que los mayores errores de previsión observados recientemente "pueden haberse visto influidos por el comportamiento que la actividad económica mostró entre la fecha de cierre de cada uno de estos ejercicios de previsiones y el final del trimestre cuyo PIB se estima". En particular, la hipótesis realizada es que, desde el comienzo de la pandemia, en una coyuntura económica y sanitaria excepcionalmente cambiante, no disponer de la información relativa a la evolución de la actividad en las últimas semanas del trimestre (desde la fecha de cierre de las previsiones) podría haber tenido "un impacto muy significativo en los errores de previsión, en especial en comparación con lo acontecido en otros trimestres previos a la pandemia, cuando la volatilidad de la actividad económica en el tramo final de cada trimestre era mucho menor".

Para valorar la validez de esa hipótesis, el BdE analiza el comportamiento de un indicador poco conocido denominado DENSI (Daily Economic News Sentiment Indicator), que mide la evolución del sentimiento económico a partir de las noticias publicadas en prensa, permitiendo aproximar prácticamente en tiempo real el comportamiento del PIB a corto plazo y valorar hasta qué punto la actividad económica experimentó alteraciones significativas en el tramo final del trimestre en el que se realizan las previsiones, que no pudieron ser tenidas en cuenta a la hora de elaborarlas por ser posteriores a la fecha de cierre del ejercicio de proyecciones. 

El análisis concluye, por un lado, que en las proyecciones de junio y diciembre, cuando transcurren más días entre la fecha de cierre del ejercicio de previsiones y el final del trimestre, es más probable que el DENSI experimente variaciones más significativas que no pueden ser tenidas en cuenta en el momento de la elaboración de las proyecciones; y por otro, que en línea con la notable volatilidad en la evolución de la actividad económica que se ha apreciado desde el comienzo de la crisis sanitaria, la magnitud de los cambios que se han producido en el DENSI desde el momento de cierre de las previsiones hasta el final del trimestre ha sido muy superior a la que venía observándose en otros ejercicios previos a la pandemia.

Ese fue el caso en los ejercicios de previsiones de junio y diciembre de 2020. "En estos períodos el hecho de que la información relativa al cierre trimestral, que no pudo ser incorporada en el análisis, apuntara a una clara mejoría de la actividad explicaría, en cierta medida, la infraestimación de la tasa de crecimiento del PIB que se produjo en esos ejercicios de proyecciones en el trimestre corriente", asume el BdE. Hay que recordar que el organismo proyectó en junio de 2020 un desplome sin precedentes del PIB de entre el 16% y el 21,8% en el segundo trimestre del año (finalmente la caída fue del 17,8%) y en diciembre dibujó una horquilla para el cuarto trimestre de entre el 0,6% y el -3% (el PIB cerró el año plano, con una tasa trimestral del 0%).

Ahora, de cara el segundo trimestre de este año, el Banco de España espera, en base a la información disponible, un repunte significativo de la actividad respecto al primer trimestre, si bien admite que "la incertidumbre acerca de la magnitud de este rebote es elevada". Primero, porque no se dispone de información cuantitativa acerca de la evolución de la actividad en junio y la relativa a mayo es muy reducida; y segundo, porque la interpretación de los datos se ha vuelto más compleja a partir de este punto porque "las comparaciones interanuales han perdido gran parte de su contenido informativo" (ya que se establecen frente a meses de 2020 posteriores a la irrupción de la pandemia). Con las cautelas que se desprenden de estas consideraciones, el supervisor estima que el crecimiento del PIB en el segundo trimestre podría ascender a un 2,2% en el escenario central.

Para el conjunto del año, el BdE proyecta un alza del PIB del 6,2% en el escenario central, lo que supone una mejora de 0,2 puntos respecto a las previsiones de marzo. Eso sí, en su informe de verano no deja de advertir de que "las perspectivas económicas siguen sujetas a un elevado grado de incertidumbre", aunque matiza que "esta se habría reducido algo con respecto a meses anteriores". "Esta incertidumbre sigue vinculada, a corto plazo, a la evolución de la pandemia y al proceso de inmunización de la población, y a medio plazo, a las consecuencias de la crisis", avanza. El notable dinamismo de la actividad respondería a los avances en la vacunación, la disminución de la incertidumbre, la recuperación de los mercados de exportación y el impulso de las políticas económicas, incluidos el programa europeo NGEU y la política monetaria expansiva del BCE.

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