Cuáles son las diferencias del IAE y el CNAE: cómo afecta a los autónomos

En el momento de crear una empresa, los autónomos empiezan a manejar un número de términos que no suelen ser usuales en las áreas de otros trabajadores. Dentro de los trámites que deben realizar para poder constituir una sociedad mercantil se encuentran las inscripciones en los códigos IAE y CNAE, que pueden parecerse mucho entre sí a primera vista. Sin embargo, existen diferencias fundamentales entre estas gestiones.

Por un lado se encuentra el código CNAE, cuyas siglas corresponden a la Clasificación Nacional de Actividades Económicas. Como indica su nombre, asigna una actividad económica específica a la empresa en un registro que contiene numerosas opciones. Sus fines son estadísticos, ya que permite enumerar las compañías que se desarrollan en cada sector y así agrupar y clasificarlas. El código está inscrito con carácter público en el Registro Mercantil, es accesible a terceros y tiene cuatro niveles: Sección, División, Grupo y Clase.

El código IAE (Impuesto de Actividades Económicas) tiene carácter tributario y está gestionado por Hacienda. Es un impuesto obligatorio con epígrafes que diferencian entre actividades empresariales, profesionales o artísticas, sin importar si se desarrollan en locales determinados o no. Cada actividad cuenta con una tarifa para la liquidación del impuesto que puede estar exenta del IVA o no, así como si está en recargo de equivalencia.

Una de las principales diferencias entre estas herramientas son los órganos que se encargan de gestionar cada uno: la Agencia Tributaria lleva el registro del IAE, mientras que el CNAE está a cargo del Instituto Nacional de Estadística (INE). Para darse de alta con el código IAE hace falta realizar el trámite en Hacienda, pero para hacer lo mismo con el código CNAE hay que dirigirse a las oficinas de la Seguridad Social. Además, el CNAE no tiene la naturaleza tributaria que caracteriza al IAE.