Guerra Rusia - Ucrania

No solo gas y petróleo: la invasión rusa amenaza la producción mundial de trigo

La interrupción de las exportaciones causará, según los analistas, duros estragos en el flujo de suministro de alimentos. 

Trigo
No solo gas y petróleo: la invasión rusa amenaza la producción mundial de trigo
EFE

El ataque perpetrado por Rusia en suelo ucraniano hace ya 48 horas y que tiene al mundo en vilo (los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea ya preparan sanciones para frenar al Kremlin) tiene ya sus consecuencias económicas fuera de sus fronteras. Primero, porque el precio de las materias primas energéticas se disparó este mismo jueves tras las primeras explosiones, también la factura de la electricidad se ha incrementado este viernes, registrando su nivel más alto en lo que va de año. Aún hay más: la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ya avisó ayer del encarecimiento que sufriría el gas por las hostilidades entre Rusia y Ucrania. Y más, porque el encarecimiento del precio de los alimentos puede ser aún peor. 

Es el último punto uno de los que más preocupa a nivel mundial, por razones obvias y sobre todo por el actual contexto de inflación. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (la FAO, por sus siglas en inglés) calcula que los precios mundiales de los alimentos se elevaron hasta un 28% el año pasado. Lo alarmante es que un informe publicado a comienzos de año por Rabobank ya advirtió de que la fuerte subida del coste de las materias primas agrícolas no parece, ni mucho menos, un fenómeno temporal... y la guerra no ha hecho más que agravarlo. 

Los datos, de hecho, asustan: según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Rusia y Ucrania (que es, de hecho, conocida como 'el granero de Europa') representan juntas un tercio de las exportaciones mundiales de trigo, una quinta parte de su comercio de maíz y casi el 80% de la producción de aceite de girasol. El ataque de Vladimir Putin ha supuesto la prohibición de todas las embarcaciones comerciales en el mar interior de Azov, que se conecta con el Mar Negro, y el cierre de los puertos ucranianos. Explica el Financial Times que alrededor del 90% de las exportaciones de granos de Ucrania se transportan por mar. En definitiva, la interrupción causará duros estragos en los flujos de suministro de alimentos. 

Las cadenas de suministro, en jaque

Mientras tanto, las cadenas de suministro ya tratan de encontrar fuentes alternativas, al tiempo que luchan contra la alta demanda y el aumento de costes que, para más inri, se ha agravado debido a las malas cosechas en países exportadores clave como Canadá. "El riesgo de inflación de los precios de los alimentos derivados de este conflicto parece agudo", dice la analista de RBC, Helima Croft, al Financial Times. 

El caso es que si una parte sustancial del grano ruso y ucraniano no se envía, los precios del trigo podrían subir a niveles no vistos desde la crisis de 2008. Hay muchos países de Oriente Medio y el norte de África que dependen en gran medida de Ucrania para el suministro de trigo; por tanto, cualquier interrupción tendría un impacto severo en la seguridad alimentaria, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Estados Unidos. 

El rotativo británico aporta los siguientes datos: el Líbano importa el 50% de su consumo total de trigo de Ucrania. Libia, por su parte, el 43%, mientras que Yemen y Bangladesh importan el 22 y 21 por ciento, respectivamente. 

Egipto depende directamente de Rusia y Ucrania para el suministro de trigo: en 2020, las importaciones de trigo supusieron el 86%; mientras que en Turquia fueron del 75%. Según el ministro del suministro del Egipto, el país ya ha empezado a diversificar sus fuentes. Otra de las regiones que más afectada se vería es China, ya que alrededor de un tercio de sus importaciones de maíz vienen de Ucrania y se utilizan para alimentar a la que es la manada de cerdos más grande del mundo. Cualquier interrupción obligaría a los productores chinos a buscar también fuentes alternativas, incluidas -apostilla el Financial Times- las granjas estadounidenses. 

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