El Raval, Saint-Denis, Molenweek..

'No pise este barrio': ciudades europeas que se llenan de inseguridad y violencia

Alta tasa de pobreza, infraviviendas, guetos, escasos servicios públicos... son las características comunes de las zonas más pobres del continente que tiene uno de los mayores ingresos per cápita del mundo. 

Saint Denis Stade de France final Champions
No pise este barrio: ciudades europeas que se llenan de inseguridad y violencia
Agencia EFE

“Veías riadas de gente yendo hacia el estadio, robando, atracando, con cúters para cortar bolsos. No podía creer lo que estaba pasando: es que eran cientos y cientos. Llegué al metro y la gente salía despavorida de allí abajo; imagínate lo que estaría pasando allí. Lanzaron gas pimienta y nos afectó de lleno”. El español José Francisco dio este testimonio a '20minutos' para relatar lo que le sucedió a él y a montones de aficionados en los alrededores del estadio de Francia, en el barrio de Saint-Denis, en París durante la final de la Champions entre el Real Madrid y el Liverpool el 28 de mayo pasado. Bandas de delincuentes bien organizadas asaltaron a los seguidores del Real Madrid y del Liverpool, y les robaron teléfonos móviles, carteras, pertenencias y ropa. A un autobús de aficionados que trataba de salir de la zona, le abrieron las puertas laterales en marcha, y saquearon las maletas.

A los que habían llegado en coche, para aparcar en las cercanías del estadio, se les acercaban individuos que les exigían 50 euros solo por vigilar el coche. Los testimonios de los aficionados españoles eran de película de horror. “La gente no puede imaginarse lo que era eso. Ejércitos de atracadores a nuestra caza. Allí había peleas, atracos, robos, cargas. Una película de miedo”, recuerda Alfredo Gómez, cuyo testimonio fue recogido por '20minutos'. Con 110.000 habitantes, el barrio de Saint-Denis (situado al norte de París), es uno de los más deprimidos de la ciudad. El paro es del 15% y duplica la media francesa. Los habitantes proceden de más de un centenar de países: población inmigrante. La mitad son jóvenes menores de 30 años. Está considerado como uno de los barrios más peligrosos de Francia debido a su alto nivel de robos y violencia. Alta tasa de pobreza, infraviviendas, guetos, escasos servicios públicos, Saint-Denis en París, como Molenweek en Bruselas, o el Raval en Barcelona, es el ejemplo de barrios pobres en las ciudades del continente que tiene uno de los mayores ingresos per cápita del mundo. ¿Qué ha pasado para que en las grandes ciudades haya bolsas de pobreza y violencia?

“La segregación urbana es la distribución desigual de los diferentes grupos sociales en el espacio urbano, basada principalmente en la ocupación, los ingresos y la educación, así como en el género y la etnia”, dice un informe de la Comisión Europea titulado “¿Cómo pueden ser más inclusivas las grandes ciudades?”. Según dicho estudio, “la creciente brecha entre ricos y pobres está provocando una mayor segregación en las ciudades europeas, con ambos grupos viviendo en áreas homogéneas, separadas e impermeables”. Lo que se pensaba que era un fenómeno de los países latinoamericanos –las favelas en Rio de Janeiro, los ranchitos en Caracas– es también un mal europeo. En el caso de Europa, los barrios conflictivos, tienen determinadas características, una de las cuales es la población inmigrante.

La segregación, sea cual sea, tiene un efecto perjudicial en la estabilidad social de las ciudades, pues aumenta la fragmentación social, dice la Comisión Europea. “En lo que respecta a los grupos vulnerables y los barrios desfavorecidos, puede instigar la estigmatización y poner en marcha los llamados efectos de barrio, por los que los barrios segregados se ven envueltos en una espiral descendente que conduce a una mayor segregación y exclusión social. Estos barrios sufren entonces problemas multidimensionales que se refuerzan entre sí. Además, en muchos casos, las zonas desfavorecidas son aquellas que carecen de acceso a transporte y servicios públicos”.

Uno de los barrios europeos más inseguros es Molenweek, en Bruselas. Según Traveller, la guía de viajes de Condé Nast, Molenbeek es “un batiburrillo de culturas; de un salón de té egipcio puedes fácilmente pasar a comida halal turca o cuscús con verduras al estilo marroquí sin salir de la calle”. La vida real es menos dulce de lo que pinta la guía turística. Según Souad, una mujer marroquí que vive en Molenbeek, “prefiero la dictadura [de Marruecos] a la anarquía. Allí [en Marruecos] los policías dan miedo, pero nuestros nietos estarían controlados. No como en Molenbeek, donde todo vale y los niños andan por la calle día y noche”, decía Souad a la periodista Rachida El Azzouzi de Mediapart. Tras los ataques terroristas en París en noviembre de 2015, en donde murieron 130 personas en la discoteca Bataclan y otros sitios, la policía descubrió que varios islamistas procedían del barrio de Molenbeek, en Bruselas. Molenbeek es un barrio multinacional y multirracial: conviven polacos, turcos, congoleses y sobre todo marroquíes. El 40% de los habitantes son musulmanes.

De Molenbeek procedían los 440 belgas de origen árabe que tomaron las armas para luchar junto con los grupos sunitas en el Medio Oriente. Según las cifras dadas a conocer en enero por el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización y Violencia Política, eso es el doble que la cifra de Francia, y cuatro veces más que el Reino Unido. Son ciudadanos que ya tienen la nacionalidad belga o francesa, árabes de segunda y tercera generación. Muchos de ellos, en contra de lo esperado, se rebelan contra el país de acogida y vuelven a sus raíces musulmanas, pero de una forma más radical. “La policía no se atreve a entrar [en Molenweek] porque es muy peligroso. Si entraran dos policías armados, centenares de musulmanes saldrían a la calle para provocar choques con las fuerzas de seguridad”, explicaba en 2015 a lainformacion.com, Pieter Van Ostaeyen, experto belga en yihadismo. “Están protegiendo a sus hermanos”, señalaba.

Los alcaldes de esos barrios conflictivos repartidos por Europa siempre coinciden en exponer las causas de la criminalidad. Por ejemplo, tras descubrirse que varios miembros de la célula que atentó en París en 2015 vivían en Molenbeek, la alcaldesa de ese municipio Francoise Schepmans, dijo a la CNN que los problemas derivaban de un cóctel de alta tasa de desempleo entre los jóvenes, jóvenes musulmanes descontentos y propaganda yihadista. Para Alain Grignard, un alto miembro de la policía de Bruselas y profesor del Islam político en la Universidad de Lieja, los jóvenes violentos y radicales son el resultado del “fenómeno de las pandillas del centro de la ciudad”. Por un lado, es gente que se rebela contra la sociedad cometiendo delitos menores, confesó Girgnard a la CNN. Pero en otros casos son individuos que al final caen en las cepas radicales del Islam.

Uno de los barrios con más delitos de España es El Raval de Barcelona. Los turistas no se acercan pues las guías como la francesa Routard avisan de que es un barrio inseguro “con prostitutas y vendedores de droga”. Un usuario de Routard avisaba en sus comentarios: “Realmente no recomiendo este lugar si quieres unas vacaciones tranquilas”. Hay narcopisos, okupas, y en determinadas calles, los robos de móviles y carteras a turistas son muy frecuentes. Los vecinos denuncian a grupos de personas que están en la calle vendiendo drogas, documentos falsos u objetos robados. Un periodista de 'El País' intentó acercarse a ellos en 2018 para hacer un reportaje. “La mayoría son de origen marroquí y argelino”, escribía. “Aunque los vecinos no quieren ‘racializar el conflicto’, muchos son los llamados Mena (menores extranjeros no acompañados) y no hay que ser demasiado fisgón para observar como algunos esnifan algo de una bolsa cada tres minutos”, afirmaba el periodista en su reportaje.

Según los vecinos, El Raval era un barrio céntrico y tradicional hasta que llegó el fenómeno de los narcopisos. Algunos turistas bien informados se acercaban a esos sitios a comprar droga. Luego vinieron delincuentes y malhechores, que se drogaban y empezaban a robar. La concejala de ese distrito, Gala Pin, afirmaba a los medios que por ahora solo puede destinar algunos policías a ejercer labores de vigilancia. Pin esperaba que cuando bajase la delincuencia, “cambiaremos nuestra forma de trabajar para averiguar si entre estas personas, además de perfiles delincuenciales, hay gente que está precaria y podemos destinar otros recursos que no sean solo la intervención policial”.

La economía es una de las claves para explicar la degradación de estos barrios europeos. “A medida que aumenta la pobreza, también aumenta el riesgo de concentración de los pobres urbanos en áreas desfavorecidas, que se caracterizan por la segregación social, la estigmatización de un sector más amplio de ciudadanos, la movilidad reducida (incluido el menor acceso al transporte público), el acceso limitado al crédito, deterioro de viviendas y, no solo degradación ambiental, sino reducción del gasto público en su prevención”, dice otro informe de Urban Innovative Action, adscrita al Fondo Europeo de Desarrollo Regional.

El problema de los barrios conflictivos europeos sigue un patrón. Inmigración, paro, pobreza, delincuencia, drogas… En Berlín, las zonas más inseguras y conflictivas son los barrios berlineses de Kreuzberg, Wedding y Neukölln. “Educación deficiente, altas tasas de desempleo y abuso de drogas”, dice un informe de la ONG Humanity in Action. Al principio, eran zonas habitadas por la inmigración turca, que sirvió como mano de obra para el crecimiento industrial alemán. Luego, se dio el fenómeno de la agrupación familiar, y por último, el de las olas migratorias recientes que fueron acogidas por Alemania. “La segregación también puede verse influida por la asignación de viviendas públicas y, en el caso de los solicitantes de asilo, por el establecimiento de centros de acogida y medidas explícitas de redistribución”, afirma el mencionado informe de la Comisión Europea.

Los analistas científicos llaman al fenómeno de la segregación urbana “estigmatización espacial” porque gran parte de la población autóctona y determinados políticos asocian pobreza, delincuencia e inseguridad con migraciones y minorías, y bautizan barrios concretos como Kreuzberg, Neukölln o Saint-Denis como los peores ejemplos. Los alcaldes de esos municipios explican que la única causa es económica y piden más fondos. Los políticos populistas achacan la inseguridad a la inmigración ilegal y descontrolada, y piden más controles en las fronteras.

Mientras los políticos encuentran una solución, el futuro de esas zonas urbanas depauperadas es seguir creciendo. Según la Comisión Europea, en 2014 había en las ciudades europeas 13 millones de personas viviendo en el umbral de la pobreza y en riesgo de exclusión, la mayoría eran inmigrantes. En 2017 había 47 millones de personas. En tres años la población precaria se había multiplicado casi por cuatro. 

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