El remedio  "sostenible" a todos los males

¿Es el hidrógeno clave en una transición energética con 9.000 millones en juego?

El cambio de modelo incluye una interminable panoplia de nuevas tecnologías. Entre todas ellas surge una nueva opción que puede llegar a convertirse en "una solución sostenible para la descarbonización".

El Congreso Iberoamericano de Hidrógeno se celebra del 17 al 20 de octubre en Huesca
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EUROPA PRESS

Esta es la cifra que, solo en inversiones estimadas, puede llegar a mover, en 10 años, el hidrógeno verde y que podría contar con parte de los 140.000 millones de euros que previsiblemente prestará a España el fondo europeo de recuperación de la economía.

La transición energética es un hecho. Ninguna empresa del sector niega ya ni su realidad ni los ajustados plazos que se están manejando para su implementación. Entre los discursos de los grandes ejecutivos del Ibex 35  encontramos siempre referencias a "la nueva realidad renovable", los "efectos negativos de una economía basada en el carbono" o "la necesidad de un cambio profundo en la estructura energética del país".

Siendo una realidad, la transición energética plantea grandes cuestiones sin resolver y es que, a diferencia de una economía basada exclusivamente en los hidrocarburos, el cambio de modelo energético incluye una interminable panoplia de nuevas tecnologías que pueden llegar a hacerlo posible.

Energía eólica, termosolar, fotovoltaica, biomasa, hidroeléctrica, biogás, eólica marina, geotérmica… todas luchan por hacerse un hueco en el complejo mix renovable. Cada una con sus pros y sus contras y con el listón de la competitividad como referencia para su desarrollo.

Por si todas estas opciones fueran pocas, surge una nueva opción que se estima que puede llegar a convertirse en "una solución sostenible clave para la descarbonización de la economía". Así rezan las primeras palabras de la "Hoja de ruta del Hidrógeno: una apuesta por el hidrógeno renovable", que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha sometido a consulta publica, con la esperanza de que se convierta en "un valioso vector energético para usos finales donde sea la solución más eficiente en el proceso de descarbonización".

La razón fundamental de esta apuesta es que, como reconoce el Ministerio, tanto por su producción como por su consumo, el hidrógeno verde mantiene la neutralidad climática y la ausencia de emisiones contaminantes. Además, el origen renovable de su generación permite, utilizando el agua como materia prima, la electrolisis, un proceso químico limpio que permite la descomposición en oxígeno y gas de hidrógeno por medio de una corriente eléctrica.

Al margen de grandes declaraciones políticas y técnicas, en realidad, el hidrógeno puede ser el alivio para una industria, especialmente la intensiva, acuciada por los elevados precios energéticos. También puede suponer una oportunidad para el transporte (tanto aéreo, marítimo o por carretera) y puede llegar a ser una solución en el eterno problema de las renovables, que no es otro que el almacenamiento.

Con respecto al sector secundario, las grandes industrias del país no han dudado un segundo en aportar sus ideas e intereses a la consulta pública abierta por el Ministerio. Son los primeros interesados, ya que su empleo permitirá reducir la factura contaminante de un sector que es responsable de gran parte de las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Paradójicamente, las principales exigencias de las industrias afectadas, no se centran tanto en la creación de un programa de incentivos para su desarrollo e implantación, como en el establecimiento de marco jurídico común europeo para los usos industriales del hidrógeno renovable. La realidad ha hecho que, a día de hoy, las industrias compitan no solo entre ellas, sino también entre los ordenamientos jurídicos de la UE. A mayores facilidades por parte de un país, mayores serán también las posibilidades de que una industria intensiva cambie un país por otro, con los costes intrínsecos que lleva una operación de este tipo.

Por su parte, las empresas mejor posicionadas ante esta tecnología optan por soluciones técnicas que hagan posible rentabilizar inversiones que llegarán a alcanzar los 8.900 millones de euros durante el periodo 2020 - 2030. La sistematización de una política que realmente apueste por esta tecnología está en la cúspide de las reclamaciones de las empresas energéticas, que ya han invertido cientos de millones de euros en investigación y desarrollo tecnológico, especialmente Naturgy, Iberdrola o Acciona.

Todas cuentan con una gran cantidad de proyectos con resultados reales que producen gas renovable a partir de energía eólica, solar o incluso fangos de aguas residuales, con el mismo uso que el gas natural. Este proceso permite su utilización en la industria o en los vehículos de hidrógeno, un aspecto que preocupa a las empresas energéticas ya que consideran que la legislación prima al vehículo eléctrico en detrimento de otras tecnologías igualmente neutras en emisiones y con mayor potencial y recorrido industrial. Este factor se observa especialmente en el segmento de vehículos pesados, ya que permite "reducir los tiempos de recarga e incrementar la distancia recorrida por el vehículo".

Con respecto al almacenamiento, puede ser acumulado tanto como gas a presión como licuado, donde se abren otras muchas oportunidades para el sector transporte e incluso doméstico a largo plazo. Las observaciones presentadas por las empresas en el trámite de audiencia apuestan por la reutilización del hidrógeno verde, tanto en almacenamientos geológicos en el largo plazo, como por los artificiales en el corto y medio plazo. Para ello, será imprescindible contar con una red capaz de contener el hidrógeno sobrante y que estaría dispuesto para su utilización en los momentos en los que el resto de las tecnologías renovables, como la solar o eólica, no pudieran operar en el mercado debido a las condiciones meteorológicas.

Para reducir los costes asociados al transporte y con el objetivo de aumentar su competitividad, los objetivos empresariales se centran en la producción cercana a los puntos de consumo, reduciendo de esta manera el coste final del producto y fomentando el desarrollo rural, algo que es visto con especial interés por parte del Ministerio, que tiene este objetivo incluso en su denominación oficial.

Por su parte, los aspectos mejor considerados en el Ministerio aparecen perfectamente recogidos en su propuesta de Hoja de Ruta.

En primer lugar, admite que "el almacenamiento de energía, a corto y largo plazo, puede materializarse mediante la utilización del hidrógeno renovable como vector energético". Un aspecto que es muy relevante, en especial "facilitando el uso de las infraestructuras existentes". El reconocimiento, implícitamente, asume una realidad incontestable en este país, que fue diseñado, durante los años 89 y 90 del siglo pasado, para que el gas circulara por él como fuente de energía principal.

En el sector eléctrico, a juicio del departamento de Teresa Ribera, el hidrógeno verde presenta su valor primario al "permitir un mayor grado de gestionabilidad de la red eléctrica". Este aspecto, que también entronca con el almacenamiento, es el que aporta mayor eficiencia al conseguir optimizar los excedentes de energía de las fuentes renovables. La hoja de ruta pasa a continuación a abordar los efectos del hidrógeno verde para el sector gasista, el gran beneficiado, puesto que "permite hacer uso de sus infraestructuras, aumentando la integración de los sectores energéticos".

Por último, Transición Ecológica destaca su relación con la economía circular, donde el hidrógeno verde puede favorecer la utilización de residuos precedentes del sector agrario o de residuos industriales y, añade, "la descarbonización progresiva del sector gasista", objetivo último de la actuación del Ministerio.

Los próximos meses serán testigos de la implementación de la hoja de ruta propuesta por el Ministerio, algo que, de momento, tendrá que conformarse con un pequeño hueco en una agenda parlamentaria, repleta de compromisos en materia medioambiental y energética.

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