Aniversario de la quiebra de SVB

El riesgo de la banca europea se disipa a mínimos de dos años con un ojo en EEUU

Los seguros de impago de la deuda sénior y subordinada de las grandes entidades del Viejo Continente caen a niveles de principios de 2022, ajenos a los problemas que han aflorado en la banca regional norteamericana. 

Christine Lagarde
El riesgo de la banca europea se disipa a mínimos de dos años con un ojo en NYCB. 
EFE

Este domingo se cumple un año de la intervención de SVB Financial. La segunda mayor quiebra bancaria de la historia de Estados Unidos provocó un terremoto financiero que también salpicó a Europa, donde UBS tuvo que salir al rescate de Credit Suisse. Aunque dentro del perímetro de la eurozona no hubo que lamentar daños, más allá del pequeño susto en Deutsche Bank, originado a raíz de un movimiento en un seguro de impago de crédito (CDS) sobre la deuda de la entidad alemana, debido a su mayor regularización, la tensión era palpable en los mercados. Los recortes en bolsa también fueron acompañados de un aumento de la apreciación del riesgo en los principales bancos de la región, que quedó reflejado en una escalada en vertical de los citados CDS.

Doce meses después, el coste de la cobertura de crédito de las principales entidades de la zona euro y de Reino Unido muestran síntomas de aparente relajación, oscilando en la mayoría de casos por debajo incluso de los niveles previos al conato de crisis financiera. La deuda subordinada a un año de Deutsche Bank -la mecha que prendió los rumores sobre el grupo- se movía este viernes en los 77 puntos, que si bien todavía es ligeramente superior a los 65 puntos de hace un año, se encuentra lejos de los 712 que llegó a marcar en el momento más álgido. La misma trayectoria descendente sigue el tramo a cinco años, más en concreto, de la deuda sénior, que acaricia mínimos de dos años tras tocar este viernes los 76 puntos.

Este comportamiento no es aislado, ya que se repite entre los principales bancos europeos, tanto en la deuda de peor calidad crediticia como en la preferente. Por países, en los italianos Unicredit e Intesa Sanpaolo los CDS de la subordinada han caído incluso a mínimos desde febrero de 2020, antes de la pandemia, hasta los 147 y los 148 puntos, respectivamente, con retrocesos que rondan el 50% en ambos casos desde el pico. Estas cifras casi doblan la de menor riesgo, que se mueven sobre los 60 puntos en ambos casos, umbrales inéditos desde hace más de 24 meses.

El mismo patrón registra Société Générale, en el que el riesgo de la subordinada se reduce a 117 puntos y la sénior a 48 puntos, mínimos desde antes de la invasión rusa de Ucrania, así como BNP Paribas en los que cae por debajo de 100 puntos en el primer caso y se desinfla a 40 en el segundo. Al otro lado del Canal de la Mancha destacan HSBC, que acorta distancia entre su deuda de peor calidad (92) y la de mejor 'rating' (55), en línea con Barclays y Lloyds, en las que los bonos de mayor riesgo oscilan en una franja de entre 116 y 130 puntos, mientras los sénior lo hacen entre los 70 y los 60, respectivamente. Sigue esta misma estela ING (93 puntos la deuda subordinada y 51 puntos los segundos).

Dentro de la banca española, los bancos de corte más internacional, como son BBVA y Banco Santander, mantienen la misma tendencia. Aunque no llegaron a superar la barrera de los 100, en un principio les costó regresar a las cotas anteriores a SVB Financial. Ahora el riesgo de la deuda de mejor calidad de la entidad presidida por Ana Botín ha caído a 42 puntos, al igual que el banco con sede en La Vela (43), mientras la deuda de peor 'rating' cae al umbral de los 120. Por último, en UBS las aguas también parecen más calmadas y se reducen hasta los 58 puntos. Incluso en los bonos con peor nota, que cierran este viernes en los 80 puntos.

La alerta sigue en la banca regional de EEUU

A diferencia de la ocasión anterior, los pesos pesados de la banca del Viejo Continente se han mantenido ajenos a las turbulencias registradas al otro lado del Atlántico a cuenta de New York Community Bancorp (NYCB), pendiente de recibir una inyección de 1.000 millones de dólares por parte de un grupo de inversores liderado por Steven Mnuchin, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump. El objetivo no es otro que garantizar la viabilidad del banco en mitad de los rumores que apuntan a un colapso tras advertir de potenciales pérdidas.

La situación pone de relieve las vulnerabilidades de la banca regional norteamericana, muy dependiente de la evolución de los tipos de interés. Cabe recordar que la bancarrota de SVB Financial se produjo tras anunciar que había vendido bonos a pérdidas, provocando un agujero de 1.800 millones de dólares, razón por la que ejecutarían una ampliación de capital. Los inversores no se tomaron bien la medida, como tampoco los clientes, en su mayoría personas vinculadas al emprendimiento tecnológico y el capital riesgo, entre los que cundió el pánico y corrieron rápidamente a sacar su dinero.

La escalada de las rentabilidades de los bonos al calor de los movimientos de la Reserva Federal (Fed), que por aquel entonces aún no había terminado de subir las tasas oficiales, hizo mella en la banca en dos formas: por un lado depreció la cartera de deuda, y por otro, desembocó en una salida de capital hacia la compra de bonos del Estado, ante las suculentas rentabilidades que ofrecían. A esto se suman las ofertas en depósitos y cuentas remuneradas desplegadas en el sector, avivando la competencia comercial. Todo este conjunto de factores se llevó por delante a varios bancos. Además de SVB, cuyos activos fueron adquiridos por First Citizens, y Signature Bank, comprado por NYCB, hay que añadir la intervención ‘in extremis’ de First Republic Bank por JP Morgan.

A este respecto, el presidente del banco central estadounidense, Jerome Powell, no descarta alguna quiebra bancaria adicional a causa del inmobiliario comercial, ya que el incremento del teletrabajo ha elevado la cantidad de oficinas vacías. No obstante, ha quitado hierro al asunto, asegurando que no supone ningún riesgo para el sistema, ya que el problema se concentra en entidades de pequeño y mediano tamaño. Su advertencia es similar a la lanzada por Janet Yellen, la secretaría del Tesoro de EEUU. "Hemos identificado los bancos que tienen altas concentraciones de bienes inmuebles comerciales, especialmente oficinas y comercios minoristas (...). Este es un problema en el que seguiremos trabajando durante varios años más", zanjó la antigua responsable de la política monetaria en el país. 

Los reguladores estadounidenses llevan varios meses monitoreando potenciales problemas en el ladrillo comercial. Sin ir más lejos, una de las últimas preocupaciones ha girado en torno a una cartera de NYCB valorada en miles de millones de dólares en préstamos de apartamentos para alquilar en Nueva York. En este sentido, el WAO, el supervisor de los programas federales, ha pedido a la Fed y la FDIC directrices más exhaustivas para esquivar futuros fallos bancarios. "La mejora de los procedimientos podría favorecer la adopción de medidas coercitivas más oportunas para hacer frente a un deterioro", destacan. Una de las novedades al respecto podría estar en la aplicación de nuevos requisitos derivados de Basilea III, que implicaría mayores requisitos de capital para los bancos, facilitando su supervivencia en caso de crisis financiera. 

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