Tras la potenciación de Defensa

El 'spin off' de Indra que pide Amber choca con el plan de Mataix como CEO

El consejero delegado defiende mantener el 'statu quo' y dejar Minsait unido a Indra por motivos estratégicos en un contexto en el que el Gobierno ha pedido una tregua al propio Oughourlian.

La última junta general de Indra, y el escándalo que provocó en bolsa, ha empezado a producir sus primeros efectos colaterales
La Junta General de Accionistas de Indra en junio de 2022.
EP

Amber Capital, el fondo dirigido y fundado por el inversor de origen armeno Joseph Oughourlian, no quiere perder tiempo en Indra. Ante unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina y unas generales en apenas un año, la gestora quiere ejecutar medidas para maximizar el valor de su inversión. La primera es la resurrección de un plan de escisión de Minsait, la división tecnológica del grupo español, que ya se planteó en el pasado. Pero esta 'hoja de ruta', que ha sido sostenida en público en varias ocasiones, se ha topado con la intención de Ignacio Mataix de mantener un ‘statu quo’ al menos por el momento. Y con unos sindicatos en pie de guerra.

"Estamos empujando para que haya o una división de la compañía entre tecnología (Minsait) y defensa, o una venta total o fusión de la división de tecnología con otra compañía". Así lo expresaba la semana pasada en una entrevista con Bloomberg el propio Oughourlian. No era la primera vez que lo hacía. Lo había defendido internamente, pero también en público. Su argumento era el mismo que han esgrimido muchas otras compañías como Telefónica y otras: los activos por separado valen más que el conjunto. Y en un momento en el que el negocio de la defensa va a tener un mayor impulso, busca no tener la ‘contaminación’ de un negocio con mucho menos margen y más plantillas como el tecnológico.

Ese planteamiento también ha sido esgrimido por parte del presidente no ejecutivo, Marc Murtra, en los últimos meses. En la junta general de accionistas de junio, durante su discurso, defendió que la evolución lógica de Minsait era la de tener “cada vez mayor independencia operacional”, sin hacer mención a la entrada de ningún socio. En un desayuno organizado por la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) de septiembre también incidió: “Es una decisión que siempre está en la mesa y que nosotros siempre vamos a analizar”. 

El propio Murtra introdujo un concepto en ese discurso de junio que ha sido utilizado precisamente por el consejero delegado, Ignacio Mataix, para defender en una entrevista en Expansión precisamente que Minsait es “core” en la estrategia. Se trata de la ‘tecnología dual’, es decir, desarrollos propios que se ejecutan en la división ‘tech’ que luego son reutilizados. Esa fue la razón de crear ambas ‘patas’ del grupo en sus orígenes. Una escisión con la entrada de un socio o directamente con la venta reduciría el poder del propio Mataix y lo situaría al frente de una división de defensa con un marcado acento político.

Mataix busca hacerse fuerte en una nueva etapa en la que pretende mantener a toda costa el ‘statu quo’. Reclama una ‘tregua’ para dar cierta estabilidad a la compañía tras más de un año convulso que también ha afectado a la cotización y al día a día. También reclamaba una tregua el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien se lo expresó al propio Oughourlian durante la visita que el presidente hizo a Nueva York para la apertura del periodo de sesiones de la Asamblea de la ONU. Entiende que el grupo presidido por Marc Murtra se debe concentrar en los numerosos proyectos que hoy tiene entre manos y en la potencial consolidación del mercado de defensa.

La plantilla se suma y, a través del sindicato mayoritario, exige paralizar el plan de escisión amenazando con movilizaciones si sigue adelante

Por si no fuera suficiente, lo único que quedaba era el posicionamiento de la plantilla. Y ante un ‘spin off’ que podría generar inestabilidad en los equipos, el sindicato mayoritario, CCOO, se ha mostrado muy beligerante con esta propuesta. La organización ha exigido tanto a la Sepi como al consejo de administración que rechace formalmente la propuesta. “Desinvertir y deshacerse de este negocio para satisfacer los intereses financieros a corto plazo de un fondo de inversión es el peor negocio que puede hacer este país”, aseguraban desde la organización. No descartan movilizaciones en caso de que se siga adelante. Ya hace casi dos años se vivió un ERE en la división tecnológica con la salida de casi 600 empleados.

La presión que está ejerciendo Amber Capital como activista llega antes de haber culminado su plan de elevar de manera relevante su participación accionarial en la empresa. En un primer momento, su plan, como avanzó La Información, era alcanzar al menos el 8%. Pidió permiso al Consejo de Ministros, pues debía hacerlo para pasar la barrera del 5% al ser una empresa de defensa. Se aseguraba poder rozar el 10%. Sin embargo, tras la ‘tregua’ reclamada por el Ejecutivo, el inversor ha ralentizado sus compras. Según queda constancia en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), hoy ha congelado su posición en un 5,1%, ligeramente por encima de Sapa, pero muy lejos de Fidelity (9,9%) y Sepi (28%). Esto lleva a que no pueda reclamar un sillón en el consejo para incrementar su influencia.

Cambios en el consejo

Mientras este ‘tira y afloja’ por la segregación de Minsait (y también por la potencial entrada de la empresa semipública en ITP Aero), se ha producido un cambio relevante en el consejo de administración. Guillermo Guerra, socio del departamento de Mercantil de GómezAcebo & Pombo, abandona su puesto “por motivos profesionales” y es sustituido por Ana María Sala, socia de Cortés Abogados desde 2014 -también es secretaria del consejo de Sacyr-. Guerra aterrizó en el máximo órgano de decisión para relevar a José Antonio Escalona de Molina, nombrado por Abril-Martorell en la anterior etapa y persona clave junto con Alberto Terol en la rebelión de los consejeros independientes. Su relación con Murtra no era especialmente fluida.

Con la ‘bola de partido’ de la gobernanza corporativa ya prácticamente salvada (la CNMV sigue guardando silencio sobre la investigación de la potencial acción concertada), el equipo gestor y Moncloa lidian ahora con un accionista con ganas de más movimiento. Un activista como Amber que no se esconde y quiere más acciones para rentabilizar su inversión. Al menos por ahora sigue chocando con la visión del consejero delegado y con las ansias de paz del Gobierno de Pedro Sánchez con nuevas elecciones en el horizonte.

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