Da vuelo a medidas sanitarias y sociales

Podemos 'controla' el gabinete y modula la reactivación de industrias y comercios

  • Iglesias y Díaz tienen claras las prioridades y los tiempos pesar del ruego de las firmas. Sánchez impulsó la desescalada sin avisar a sus ministros
El comité técnico de crisis para el coronavirus
El comité técnico de crisis para el coronavirus
EFE

Unidas Podemos no estaba conforme con impulsar de manera precipitada la vuelta a la actividad de las empresas mientras continuara el estado de alarma por el coronavirus. La prioridad del lado morado en el Gobierno era reforzar el sistema sanitario y las políticas sociales para 'rescatar' a todos aquellos que han sufrido las consecuencias de la pandemia, ya sea a través de ayudas directas, ERTE que evitaran el despido o el ingreso mínimo vital. Por eso, primero en las reuniones del comité de seguimiento y después en las otras para la desescalada, tanto Pablo Iglesias como Yolanda Díaz no veían claro que se dieran pasos para la reactivación económica propuestas por otros miembros del grupo por su miedo a que la enfermedad volviera a hacerse fuerte en todo el país, como ha podido saber La Información. Algo que iba en contra de los deseos de las firmas, que reclamaron a Moncloa que empezara la desescalada para evitar que la caída de la economía fuese irreversible. Pero los de Iglesias insistían en aquello que habían defendido desde el principio de toda la crisis. 

Las reuniones de este comité de seguimiento del Covid-19 contaban así con dos posturas algo alejadas. Por un lado estaban las del sector que abogaba por que comenzara la reapertura de negocios y empresas que estaban cerradas por el periodo excepcional, además de por impulsar del todo la actividad de las que funcionaban a medio gas. El cual estaba integrado por completo por miembros del lado socialista. Al otro lado estaba UP, con el vicepresidente segundo pronunciándose en el grupo de trabajo de seguimiento y después en tándem con la ministra de Trabajo desde el Comité para la desescalada, en los que mostraron sus reservas a que se iniciara el proceso gradual de reactivación económica. Su postura fue de prudencia precisamente por ese temor a que otra oleada de la enfermedad se llevara por delante lo logrado durante el confinamiento obligatorio. 

Según las fuentes consultadas, otros ministros y miembros del comité esgrimieron la necesidad de ir abriendo la mano a ciertos sectores como el industrial o el del automóvil. Los responsables de compañías de estos ámbitos así se lo reclamaban en las distintas reuniones que mantienen miembros del Gobierno con representantes de los empresarios. Su petición suponía incluso un ruego en algunos casos, ya que temían que no hubiera vuelta atrás si se mantenían más tiempo desactivados los motores laborales, sociales o de consumo. Una zozobra a la que estaban apuntando diversos indicadores o previsiones de organismos como el Banco de España o el FMI. Y que empieza a confirmarse con la caída del PIB del primer trimestre en un 5,2%. Una cifra que es superior a la peor que se registró durante la crisis de 2008. 

Pero primero Iglesias, y luego apoyado por Díaz, insistían en no ir tan rápido, siempre según las mismas fuentes. Su planteamiento consistía en que era el momento de centrar todos los esfuerzos en lo sanitario y lo científico. Aun a costa de que las consecuencias pudieran ser fatales para numerosas empresas. Los estímulos impulsados a través de las moratorias de impuestos, préstamos o arrendamientos, así como la apuesta decidida por los ERTE y la 'prohibición' de despidos motivados por el virus formaban parte de su argumentación para mantener esa clausura temporal de negocios y compañías. Algo que provocaba la desazón de quienes apostaban por ir retomando el día a día, aunque con las precauciones que requiere el coronavirus mientras no haya tratamientos o vacunas efectivas. 

Así, los morados reclamaban esperar para que hubiera acuerdos con lo que se fueran dando pequeños pasos en una desescalada que aún no estaba concretada. Su alegato principal es que no tenía sentido reabrir ahora para luego tener que volver al cierre si vuelven las oleadas de contagio. Una postura que han mantenido desde el principio, pero que no desvelaron por "lealtad" al resto del gabinete, según ha podido saber este diario. Las empresas insistían en que no podían esperar tanto, y que si se mantenían medidas como el confinamiento o el cierre de ciertas actividades iba a acrecentar la crisis general y la suya en particular. Una situación que se mantuvo hasta que Pedro Sánchez anunció el sábado 25 de abril que iba a presentar la estrategia para encaminar al país a la 'nueva normalidad'. Algo en lo que la situación económica influyó de manera crucial. Tanto como las presiones políticas. 

El giro inesperado a la desescalada

El comienzo de la desescalada que anunció Sánchez en su comparecencia de los sábados no fue comunicado a todos los miembros del Gobierno. De hecho, algunos equipos clave que estaban participando en el proceso que lideraba la vicepresidenta Teresa Ribera se enteraron como el resto de los españoles. Así lo aseguran las fuentes consultadas por este diario, que inciden en que hubo ministerios que se enteraron de que tenían hasta el martes para entregar los informes y propuestas correspondientes. "Los planes sectoriales no estaban hechos. Y eso les pilló desprevenidos y teniendo que emplearse a fondo en apenas dos días y medio", aseguran las mismas fuentes, que reiteran que los departamentos estaban preparando medidas, pero no tenían un documento que las integrara. 

Aun así, lo que finalmente se bautizó como Plan de Transición hacia una Nueva Normalidad no tuvo tan en cuenta ese trabajo a contrarreloj que tuvieron que desarrollar los que se encargaban de las medidas sectoriales. Finalmente, Sánchez y miembros de su entorno cercano como Iván Redondo y Félix Bolaños diseñaron una estrategia distinta a la que se presentó en el Consejo de Ministros. Es decir, se dio 'carpetazo' al trabajo liderado por la vicepresidenta de Transición Ecológica, debido a que se consideró demasiado amplio y genérico como para que la población tuviera claros los parámetros de la desescalada.

Fuentes de Moncloa aseguran que en esta estrategia "se lleva trabajando semanas", aunque admiten que se pulieron varios puntos "en los últimos días". Aún así, niegan que el anuncio del sábado fuera una decisión que se tomara horas antes, y que ya se tenía claro desde días atrás que se comunicaría ese día que habría desconfinamiento. Sobre si los avisos de una caída de la economía casi irreversible influyeron en impulsar ya la desescalada, aseguran que "se tuvo todo en cuenta, tanto la salud de los españoles como la económica"

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