“Félix, ¿puedes venir?”, le pregunta Sánchez. “Sí”; “tengo que marcharme, me llama el presidente”, dice Bolaños a su interlocutor. Esta escena es muy habitual en Moncloa. Desde la crisis de Gobierno de julio, Pedro Sánchez ha ascendido a su antiguo secretario general de Presidencia a vicepresidente político ‘in pectore’. De ‘sherpa’ de máxima confianza a hombre para prácticamente todo. No hay asunto en el nuevo Ejecutivo que no pase por él, tanto político como económico.
Bolaños ha dado un paso decisivo en su carrera política en los últimos ocho meses por expreso de Sánchez. Si el Consejo de Ministros fuera una empresa él sería el ‘CEO’ o el cerebro. Su móvil, cuentan sus asesores, echa humo. “Todo pasa por él, no hay nada que no se mueva que no lo sepa Félix”, afirman. El nuevo ‘consejero delegado’ del Gobierno ya venía ocupando altas responsabilidades desde el pasado verano pero la guerra en Ucrania le ha hecho dar un nuevo salto en el terreno económico.
El Gobierno está trabajando con un escenario de práctica economía de guerra. Se avecinan tiempos turbulentos y Sánchez ha puesto a trabajar a todos sus ministros, con Bolaños coordinando. En la última semana se ha podido visibilizar esta incursión en un terreno como es el económico del que el ministro de Presidencia no proviene, es jurista, pero en el que va a tener un papel protagonista. Bolaños es quien, también por expresa indicación de Sánchez, está capitaneando las reuniones con la oposición para intentar pactar el “Plan de Respuesta a la Crisis Económica derivado de la Guerra”. En las reuniones con los grupos de los últimos días él ha llevado la voz cantante, especialmente con el PP. También la llevó en la negociación de la reforma laboral, que estuvo a punto de naufragar.
Sánchez, en definitiva, le ha entregado el timón de la coordinación económica del Gobierno. O, mejor dicho, ha añadido a sus responsabilidades políticas nuevas responsabilidades económicas. Porque para Moncloa la economía se ha convertido en el asunto central de lo que queda de legislatura. Con la incertidumbre de cuánto durará la invasión de Ucrania por parte de Putin las próximas elecciones se van a jugar en este ámbito. La línea que separa la política de la economía entendida en el sentido más amplio, en definitiva, está aún más difuminada.
Este nuevo cometido de Bolaños no significa que Calviño no siga ejerciendo de vicepresidenta económica y, por tanto, de principal responsable de la política económica del Ejecutivo. O que Teresa Ribera no tenga la competencia en materia energética. Lo que ocurre es que el ‘CEO’ gubernamental se encarga de la coordinación, con una visión global del Consejo de Ministros. Es también, una nueva organización más funcional debido a la cercanía de los despachos del ministro y Sánchez, en el mismo complejo de Moncloa.
Ese Plan económico ante las consecuencias de la guerra, que se plasmará en el decreto del 29 de marzo, es clave para el futuro económico del país y Sánchez quiere tenerlo amarrado en el arco parlamentario. Las conversaciones, lideradas por Bolaños se van a multiplicar especialmente en los próximos días, apuntan desde Moncloa. Una negociación que se anticipa intensa tras la conclusión del Consejo Europeo de la próxima semana. A partir del cónclave comunitario Sánchez podrá saber si las decisiones para resolver la crisis energética las toma el Gobierno con el mar favorable de Bruselas o tiene que imponer medidas unilaterales, como ya han hecho de forma anticipada Francia, Italia y Portugal, entre otros, para bajar el precio de la electricidad, el gas y los carburantes.
Bolaños, López, Hernando y Vallès
El grupo de asesores de máxima confianza del presidente está compuesto desde julio por el propio Bolaños, por el jefe de gabinete del presidente, Óscar López, y por Francesc Vallès, secretario de Estado de Comunicación. A este triunvirato se incorporó a la vuelta del verano Antonio Hernando, sellando así las heridas del pasado en el seno del PSOE. Cuatro socialistas, en definitiva, con pedigrí que son el primer núcleo de pretorianos del presidente. Un escalón por debajo se sitúa Fran Martín Aguirre, secretario general de Presidencia, es decir, el cargo que ocupaba Bolaños en la era de Iván Redondo, pero con funciones diferentes a las de esa etapa.
Sobre las relaciones entre Bolaños, López, Hernando y Vallès circulan diferentes teorías en Moncloa. Hay quien afirma que existen ciertas disfunciones. En el día a día el presidente les ha pedido coordinación diaria y eso es lo que están poniendo en práctica. A Sánchez no le gustan diferencias en su equipo y menos en tiempos de guerra, destacan desde su entorno.
El equipo de colaboradores de Bolaños no es muy amplio. Es más bien reducido. Dos nombres destacan: "Los Rafas". Rafael Oñate, jefe de gabinete, y el veterano, Rafael Simancas. Oñate, arquitecto con estudios en comunicación, es la prolongación de Bolaños ya desde su etapa en la Secretaría General de Presidencia. Y Simancas es el “bregador” del ministro en el Parlamento, quien teje los acuerdos.
Bolaños, en definitiva, parecía que iba a tener un perfil técnico debido a su formación. Hay que recordar que antes de ser fichado por Sánchez (el presidente le echó el ojo en la oposición, cuando le encargó elaborar el documento conocido internamente en el PSOE como ‘el códice Bolaños’, que sirvió como vademécum en el 39 Congreso Federal) trabajó en el despacho Uría Menéndez, en el Banco de España y en el Instituto de Empresa. Pero su salto a la primera línea política ha conllevado también altas responsabilidades económicas.
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