Sánchez quiere retener a Calviño para que diseñe un plan de choque contra la crisis

  • En el Ministerio de Economía se trabaja en funciones, pero con todos los frentes abiertos y el convencimientos de que su ministra seguirá.
Nadia Calviño, en el Ecofin
Nadia Calviño, en el Ecofin
EFE/ Aris Oikonomou

Entre cumbre europea y reunión del G-20, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intenta recomponer los apoyos necesarios para sacar adelante la investidura y, al mismo tiempo, prepara un nuevo Gobierno fuerte en materia económica con un objetivo principal: evitar que Nadia Calviño se vaya a ocupar un cargo de responsabilidad en las instituciones europeas y encargarle un plan de choque en España para afrontar la crisis que se avecina en la segunda parte del año. Durante el último encuentro la UE, el líder español ha jugado con la opción de que el actual ministro de Exteriores, Josep Borrell, tenga un papel importante en el nuevo ejecutivo comunitario, ya sea como vicepresidente o como titular de la política exterior, pero no quiere perder la baza de tener en España a una de las políticas más valoradas en Bruselas, para dar fuerza y credibilidad a su futuro ejecutivo, si sale investido presidente.

Fuentes cercanas a esa negociación apuntan incluso a que el presidente ya le habría pedido a la ministra de Economía que continúe en su cargo en España en caso de que el PSOE pueda repetir gobierno, por más que su posible investidura se va a resolver más tarde que el reparto de cargos institucionales en la UE, que se producirá en el Consejo del próximo fin de semana. De hecho, Sánchez viaja este miércoles a la reunión del G-20 en la localidad japonesa de Osaka y se lleva a Calviño como acompañante, un viaje en el que va a tener una gran oportunidad de pactar la futura composición del Gobierno y la estrategia económica del país.

Una de las claves que manejan en el entorno del presidente es que Calviño lidere todo el área económica del futuro ejecutivo para diseñar un plan económico de choque en el que se puedan informar y apoyar todas las empresas españolas, para hacer frente a una crisis que les va a venir dada desde la contracción del comercio internacional que supone el enfrentamiento a tres bandas entre Estados Unidos, China e Irán, además de un más que previsible Brexit sin acuerdo.

Una vez cerrada la cita de Osaka, el presidente del Gobierno volverá a Bruselas para cerrar la negociación de la nueva Comisión y la designación de puestos en las instituciones europeas. Y una vez pasadas ambas citas, la agenda apunta a que la primera sesión de investidura para Sánchez será en la segunda semana del mes de julio. Mientras tanto, la ministra de Economía mantiene activos todos los frentes en su departamento y, a pesar de estar en funciones, transmite a todo el mundo la sensación de que "está aquí para quedarse y hacer frente a lo que haga falta", según señalan desde dentro del propio Ministerio. 

Las otras quinielas

A pesar de la incertidumbre que pesa sobre esa investidura, las quinielas ante la conformación del nuevo Gobierno que formaría Sánchez se han disparado, con dos cuestiones que parecen más claras que las demás: la necesidad de contar con Calviño para ordenar todo el área económica y afrontar la crisis, y el papel fundamental que va a jugar el actual ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, a quien todo el mundo coloca ya en la categoría de vicepresidente. Fuentes cercanas a Moncloa aseguran que, por el momento, no pasa por las previsiones del presidente hacer un reparto de carteras con Unidas Podemos, si bien se cuenta con que habrá algún independiente sin carnet del partido en el Consejo y se podría contar con una representación cercana al partido de Iglesias en algunos cargos de segundos y terceros niveles.

Una de las grandes incógnitas está también, por el momento, en el papel que va a jugar en la composición del Ejecutivo Teresa Ribera, la titular de Transición Ecológica en funciones, cuyas políticas han encandilado también en el entorno europeo y puede jugar un papel importante en Madrid o en Bruselas. Más dudas presentan, a priori, las funciones con que quedarán la actual vicepresidenta, Carmen Calvo, y la titular de Defensa, Margarita Robles. Ambas jugaron un papel importante para consolidar el Ejecutivo de Sánchez tras la moción de censura, si bien su encaje tras un año de gestión se hace ahora más complicado. Los problemas para la exhumación de Franco, por el lado de Calvo, y el episodio de la venta de armas a Arabia Saudí, en el de Robles, son dos episodios que no juegan a su favor.

Amenaza de repetición de las elecciones

Hasta que Sánchez deshoje la margarita hay que superar el capítulo de la investidura en el Congreso, que está pendiente de un hilo. El líder socialista aprovechó su paso por Madrid de este martes para reunirse con Pablo Iglesias, en busca del apoyo de Unidas Podemos para la votación, sin garantizarles que vayan a tener a cambio alguna cartera ministerial. Aún así y contando con el apoyo de los nacionalistas vascos, Sánchez no tendría una mayoría absoluta en la primera votación del Congreso y tendría que buscar la mayoría simple 48 horas después en el segundo intento. Para sacar adelante su propuesta, habría que contar con el apoyo de Unidas Podemos y, como poco, la abstención de ERC.

Si en ese primer encuentro no sale investido, empieza a contar el plazo de dos meses para las segundas votaciones, que serían ya en el mes de septiembre, lo que significaría que no habría un posible nuevo Gobierno hasta pasados más de cuatro meses desde que se realizaron las elecciones, el 28-A. En ese intervalo final de dos meses se podrían negociar más abstenciones (PP o Cs), en busca de mayoría simple en segunda votación, pero sería un encuentro definitivo que, si no sale bien, abocaría a unas nuevas elecciones.

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