Toma de decisiones sin comité

Los temores y errores de Sánchez ante la futura crisis económica y energética

"Vamos a ir a por todas", esa es la nueva consigna que repite el líder socialista para contrarrestar el 'efecto Feijóo' y el 'defecto Andalucía', algo que ya han intentado remediar cambiando algunos nombres de lugar.

Pedro Sánchez
Los temores y errores de Sánchez ante la futura crisis económica y energética.
Agencia EFE

Pedro Sánchez ha encendido ya el motor de su cambio particular para contrarrestar el “efecto Feijóo”, y lo que es más lamentable por ser ya inevitable: el “defecto Andalucía”, esa caída estrepitosa que sufrió el PSOE en las recientes elecciones del 19-J, que dolió de manera especial y que ahora intentan remediar cambiando algunos nombres de lugar, como ya anunciamos que sucedería en este mismo periódico hace unas semanas. “Vamos a ir a por todas”, esa es la nueva consigna que repite el líder socialista al que le asaltan muchos temores y bastantes errores ante la tormentosa crisis económica que se avecina, sin olvidarnos de la otra gran crisis, la energética, que también tiene previsto destrozar todo tipo de expectativas gubernamentales.

Para ello, el presidente del Ejecutivo ha sacado de su chistera -las decisiones que ha tomado no se han consensuado con ningún comité, y ya se conocían antes de este sábado- tres nombres clave que suenan “MAL”, si me permiten el acrónimo (y la ironía) con los tres elegidos para salvar un PSOE en caída libre electoral: Montero, Alegría y López. Además, da la casualidad de las siglas, Sánchez ha tenido el detalle de encomendar y elegir precisamente a tres personas que quisieron retirarle a él del partido, cuando no era nadie. El nuevo portavoz en el Congreso, Patxi López, fue su rival en las primarias en las que también participaba Susana Díaz. Y es más, el actual jefe de gabinete de Moncloa, Óscar López, fue el portavoz durante esa campaña del ex lehendakari socialista. Incluso la actual portavoz de la ejecutiva, Pilar Alegría, y la vicesecretaria general, María Jesús Montero, dieron su apoyo a la expresidenta andaluza contra el actual líder.

Está claro, Sánchez es de los que no perdona, pero sí olvida, sobre todo si a él le interesa y le conviene. Su personalismo es cada día más evidente y no existe más Gobierno ni más partido que su propia persona. Por ello, pelillos a la mar, y aquí no hay “MAL” que por bien no venga, si con ello conseguimos unificar la acción política de Ferraz y de Moncloa para que no haya estridencias ni mensajes solapados. Y si para ello hay que dejar cadáveres en la carretera, se dejan, y aquí pan y mañana chistorra. Y si hay que cargarse a unos “amigos” y apoyarse en los “enemigos” para que “mi gloria” prospere en las encuestas, se hace sin miramientos ni remordimientos. Este es el arte de la actual política, según el ‘sanchismo’.

En este núcleo duro, presidido por el propio presidente, hay nueve personas, cinco de ellas ministros, y otros miembros del partido. Un partido y un Gobierno que recuperan sus “esencias” tras el descabello (o caída en desgracia) de los ‘sanchistas’ de toda la vida como Adriana Lastra, Ábalos, Carmen Calvo o el propio Iván Redondo, que no han funcionado y han fracasado en su apuesta. No han funcionado porque el ensimismado presidente -al estilo ‘Dorian Gray’- es un especialista en buscar culpables en todas partes, menos en sí mismo. De igual manera, no hay que creer que con estos cambios se recupere la esencia del viejo partido socialdemócrata, algo que sólo funcionaría con relativa probabilidad para conseguir sus objetivos y apariencias. El PSOE no ha vuelto, sólo hay un ‘sanchismo’ travestido con los personajes clásicos del socialismo de toda la vida que ha de funcionar haciendo creer que el uno y el otro son lo mismo.

Y allí aparece el nombre de Patxi López, el que le espetó a Sánchez durante sus disputas políticas si sabía qué era una nación. Ahora las cosas han cambiado, la sartén por el mango la tiene otro, y fuera del partido y del Congreso hace mucho calor como para decir que no. De ahí que López, Patxi, esté preparado para actuar según los intereses del presidente y contra la oposición, principalmente el PP; más que en vender o exponer las maravillas políticas de este Ejecutivo que renquea con mucha frecuencia. El objetivo del nuevo portavoz en el Congreso será complicado, ya que debe cambiar la imagen predominante que ha ido calando estos meses en la sociedad española de que “todo va mal por culpa de Sánchez y de sus socios de extrema izquierda, independentistas y de Bildu”. Algo verosímil, hasta cierto punto, y previsible según las encuestas de estimación de voto que responsabilizan al Gobierno, más que a Putin, o a la pandemia, o al cambio climático, de las múltiples desgracias que acechan a los ciudadanos.

En lugar de corregir los posibles errores, algo asumible y frecuente, el presidente del Ejecutivo prefiere cambiar la mentalidad de los votantes y hacerles ver que son ellos los que están equivocados, que España va bien, aunque ellos vivan peor, y que los ciudadanos, por culpa del PP, no se enteran del gran Gobierno que tienen en La Moncloa. De la crisis energética, de la subida de los carburantes, de la inflación disparada por encima del 10%, del miedo de los inversores a poner su dinero en España, de las subidas de impuestos, de todos los indicadores que anuncian una mayor crisis, y un largo etc.; de eso, mejor no hablar mucho no sea que se descubra la verdad y estropeemos el verano de los españoles que necesitan un respiro como agua de mayo.

El líder del PSOE sabe y se teme que deberá gestionar una crisis muy complicada de afrontar para un partido progresista y propenso al gasto

Patxi López, junto a sus compañeros de partido, intentará cambiar con su veteranía y cierta mano socialdemócrata, la imagen de este presidente y de este PSOE desbordado y desnortado por las circunstancias económicas; negociando con intensidad con todos los partidos políticos en una Cámara Baja que está sumida en una gran tensión y con muchos nervios. Deberá primero controlar su propia organización interna para luego abrirse a los pactos con los demás grupos políticos, incluido el PP, que también será necesario para los apoyos puntuales como el incremento de Defensa para la OTAN, la modificación del convenio con EEUU para incrementar la base de Rota, etc.

Por mucho giro a la izquierda que haya pretendido dar en el debate del estado de la nación, el líder del PSOE sabe y se teme que deberá gestionar una crisis muy complicada de afrontar para un partido progresista y propenso al gasto, con una grave inflación y los múltiples problemas energéticos, y todo bajo la supervisión de Bruselas, que no va a permitir muchas licencias ni rebeldías, como el último enfrentamiento por el ahorro del 15% del gas. Tampoco hay que olvidar otros grandes retos como los salarios vinculados a la inflación, la reforma de las pensiones y el IPC, los nuevos presupuestos generales que no podrán ser expansivos, todo ello y algunas sorpresas más que llegarán después del verano, complicarán mucho las cosas al PSOE y a sus socios.

La estrategia de los socialistas de cara a las próximas elecciones no ofrece grandes dudas: primero estrechar la mano a la oposición en los asuntos que interesen, y luego dar garrotazos con la otra mano a esa misma oposición para debilitarlos y frenar los posibles buenos resultados que tenga en las encuestas el PP. Es algo que el Gobierno ya viene practicando desde hace tiempo, ser la oposición de la oposición, costumbre que hasta la fecha no se había producido de manera tan descarnada y constante. Siempre se entiende que el que está en el poder y en el Gobierno goza de una mayor ventaja y tiene más resortes y posibilidades para actuar en su favor, y no precisa extralimitarse atacando y zahiriendo a los demás, le basta con hacer bien su trabajo y solucionar los problemas reales de la sociedad. Pero ya se sabe que con Sánchez las cosas son casi siempre distintas a lo que deberían ser por sentido común o por sentido ético. 

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