Así es la escuela de Elon Musk: no hay cursos ni idiomas y se juega con robots

  • 40 alumnos, incluidos los cinco hijos de Musk, estudian en un colegio diseñado por el fundador de Tesla en la fábrica de Space X.
Elon Musk. / OnInnovation
Elon Musk. / OnInnovation

Aunque los hijos de Elon Musk acudían a una de las mejores escuelas de Los Ángeles, su padre no estaba convencido de la educación que estaban recibiendo, así que que contrató a uno de sus profesores y montó su propia escuela.

Musk, el extravagante CEO de Tesla y  Space X, inauguró la escuela en 2014, dentro de la sede central de su compañía aeroespacial en Hawthorne, California. El colegio, bautizado como Ad Astra (“hacía las estrellas” en latín) tan solo cuenta con una página web en la que se muestra el logo del centro y un correo de contacto y pocos sabían el tipo de educación que estaba brindando Musk. Hasta ahora.

El portal Ars Technica ha tenido acceso a un documento presentado ante el Servicio de Rentas Internas (IRS), que revela que Musk financia el colegio con una suma de casi medio millón de dólares para seguir un programa de estudios alejado de todos los planteamientos a los que estamos acostumbrados.

En una atmósfera más cercana a la de una incubadora de capital de riesgo que a la de una escuela tradicional, los estudiantes actuales de Ad Astra –los cinco hijos de Musk, algunos retoños de los empleados de Space X y estudiantes selectos de Los Ángeles, hasta un total de 40 alumnos– emprenden proyectos técnicos desafiantes, comercian con su propia moneda y pueden optar por no participar de materias que no disfrutan. Los niños de 7 a 14 años trabajan juntos en equipos, con pocas evaluaciones formales y sin calificaciones. No hay ni cursos ni asignaturas convencionales.

Imagen de la web de Ad Astra.
Imágen de la web de Ad Astra.

Una escuela como ninguna otra

Los pocos afortunados que logran pasar el proceso de admisión ingresan a una escuela bastante diferente a cualquier otra. “Comenzamos con ocho niños en una sala de conferencias realmente pequeña con paredes transparentes”, aseguraba Joshua Dahn, director de la escuela, hablando con el empresario Peter Diamandis el año pasado. “Los ingenieros [siempre] vendrían a echar un vistazo”.

Ese primer año, los niños de Musk representaron casi dos tercios del alumnado. “Era realmente pequeña”, recuerda Dahn. “Especialmente cuando cinco [estudiantes] de la misma familia ... se van de vacaciones y te quedan solo tres niños”.

Musk financia la práctica totalidad de la escuela (que no es nada barata) pero, claro, impone sus criterios educativos, que son bastante particulares. Según Dahn, el currículo del colegio pone especial énfasis en las ciencias, las matemáticas, la ingeniería y la ética, pero no se enseña nada de deportes o música ni tampoco idiomas extranjeros, pues Musk cree que todos tendremos pronto acceso a un sistema de traducción asistida por ordenador en tiempo real, que hará innecesario el aprendizaje de otros lenguajes.

La mayor parte del aprendizaje es de tipo práctico: los niños resuelven problemas, por ejemplo en torno a los desafíos éticos que plantea el desarrollo de la Inteligencia Artficial y tienen un módulo de tecnología en el que se les enseña a fabricar de todo, desde globos meteorológicos hasta robots de combate. Los niños construyen incluso lanzallamas para equipar sus creaciones “La respuesta siempre es sí”, bromea Dahn. “Ya sabes, hasta que destruyas la escuela”.

¿Qué será de la escuela en un futuro?

Ad Astra reescribe su plan de estudios nuevamente cada año, y los estudiantes deciden hasta la mitad de las materias que van a impartirse. Los proyectos actuales incluyen política ambiental, exploración espacial y Corea del Norte. Una tarea semanal llamada Folio requiere una investigación intensiva sobre un tema en particular. Una semana puede ser la industria de los cruceros, la próxima la gentrificación, aseguran en Ars Technica.

Los estudiantes más antiguos de Ad Astra, incluidos dos de los hijos de Musk, de 14 años, tendrán en principio que estudiar en un Instituto convencional a partir de septiembre. Esto permitiría conocer cómo les va a los alumnos de Ad Astra con currículos y exámenes estandarizados, y saber si se trata de una educación realmente efectiva. Ahora bien, cabe la posibilidad de que el multimillonario empresario siga ampliando la escuela para dar cobertura a toda la educación de sus hijos. En 2015, la escuela solo tenía estudiantes hasta el sexto grado. El siguiente año, subió al séptimo y el año pasado hasta el octavo grado, al ritmo de la edad de los hijos mayores de Musk.

Lo que nadie tiene claro es si la escuela continuará una vez que, tarde o temprano, los hijos de Musk tengan que abandonarla.

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