El Gobierno estudia la medida

La jornada laboral de 4 días: qué pasaría con la productividad respecto a Europa

Tratar de condensar el trabajo en 8 horas menos a la semana puede suponer una revolución para las empresas... dependiendo de cada sector.

ERTE, oficina trabajo empleados
La jornada laboral de 4 días: qué pasaría con la productividad respecto a Europa.
Pixabay

Para muchos, parece un sueño hecho realidad: trabajar de lunes a jueves, 32 horas a la semana, y con largos fines de semana de tres días. ¿A quién no le gustaría tener una jornada laboral de cuatro días cobrando el mismo sueldo? Es la idea que está barajando el Gobierno después de haber realizado un estudio sobre las consecuencias económicas de su implantación por ley en toda España. Una propuesta no exenta de polémica que podría suponer una auténtica revolución para las empresas... dependiendo de cada sector. Por eso, uno de los puntos claves a la hora de analizarla es el impacto que tendría en la productividad: ¿qué pasaría si se implantase? ¿Y cómo quedaría España respecto a Europa?

En primer lugar, hay que destacar que actualmente España se sitúa aproximadamente en la media comunitaria en términos de productividad (que se mide en dólares/hora de trabajo): según los últimos datos de la OCDE, referidos a 2019, nuestro país tiene una productividad por hora trabajada de 55,16 dólares, mientras que el valor promedio dentro de la UE es de 56,58 dólares/hora, con Irlanda (99,54) y Luxemburgo (98,52) claramente en cabeza. El nivel de España se sitúa ligeramente por encima de los establecidos por la OCDE (54,72 dólares por hora), entre Italia y Canadá.

Países por productividad OCDE
Países por productividad OCDE
Nerea de Bilbao (Infografía)

El principio teórico que maneja el Gobierno es que reducir las horas de trabajo para producir los mismos resultados, inevitablemente llevaría a una mejora de la productividad: si en 32 horas a la semana se produce lo mismo que en 40 horas, ganamos un día a la semana (o 53 días al año) en los que otros españoles podrían trabajar (y elevar así la productividad en general). El problema es que el balance entre productividad y aumento de costes no está del todo estudiado. Por ejemplo, un reciente experimento en EEUU señalaba trabajar 32 horas a la semana redujo un 20% los gastos generales variables de las compañías, como el consumo de electricidad y energía.

Sin embargo, en otro paralelo en un hogar para jubilados en Svartedalens (Suecia), la reducción hasta las 30 horas semanales supuso un coste extra de 12 millones de coronas suecas (unos 1,26 millones de euros) para contratar a 17 nuevos empleados que cubriesen esas horas (aunque también se ahorraron unos 500.000 euros al reducirse los subsidios que percibían las personas contratadas, en situación de desempleo). El problema es que, más allá de estos ejemplos, actualmente no existen casos de sociedades que en su conjunto hayan reducido la jornada laboral hasta los cuatro días a la semana. Y, por tanto, es realmente complicado extraer conclusiones sobre su impacto en la productividad o los costes.

En segundo lugar, hay que analizar cuál es la situación del sector empresarial en España y de sus diferencias con otros países. Para empezar, nuestro calendario laboral está organizado de lunes a viernes y con fines de semana de dos días, lo que se traduce en que la mayor parte de las empresas dedicadas a la producción (fábricas, bancos, oficinas...) solo están abiertos entre semana, mientras que de cara al sábado y domingo la mayoría de las compañías que sí trabajan pertenecen al sector servicios (tiendas, restaurantes, salas de cine...). Esto establece una diferencia fundamental en función del horario de trabajo o de apertura: empleos de lunes a viernes, empleos de fines de semana o festivos y empleos de lunes a domingo con días de libranza rotativos que no necesariamente han de coincidir con el fin de semana.

Esto nos lleva a otra diferenciación: no es lo mismo trabajar en un sector con actividad de lunes a viernes que de fin de semana o de lunes a domingo. Por eso, hay sectores productivos con más facilidad para implementar una hipotética jornada de cuatro días a la semana que otros. Así, por ejemplo, una empresa tecnológica que se dedica al desarrollo de productos o servicios (desde dispositivos móviles a apps) lo tendrá más fácil para implementar este modelo que un comercio de un centro comercial que abre siete días a la semana o, por ejemplo, que un periódico (que trata información las 24 horas los siete días de la semana).

Ventajas de la jornada laboral de cuatro días

Aclarados estos conceptos, pasemos a las ventajas de una jornada laboral de cuatro días a la semana. La primera sería que evitaría problemas de salud pública (y se ahorraría): de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, el 59% de los profesionales en España sufre de algún tipo de estrés en el trabajo, un trastorno que causa el 30% de las bajas. Pero no es el único problema que se dispara con las jornadas laborales excesivas. Según la Guía para el Bienestar Emocional en las Organizaciones, editada por el Instituto DKV de la Vida Saludable y la Fundación Salud y Persona, el 86% de los trabajadores españoles consideran que sus procesos de enfermedad se han iniciado o agravado en el trabajo.

¿Se reducirían estos problemas si trabajáramos menos? Como apunta Owen Jones, periodista y una de las figuras más relevantes en la actualidad de la izquierda británica, es lógico pensar que sí pero, además, se ahorraría un dineral para las arcas públicas, pues el sistema sanitario tendría que lidiar con muchos menos de los problemas derivados del estrés laboral, como puede ser la hipertensión. Por no hablar de los accidentes de tráfico 'in itinere', el dolor de espalda (la mayor causa de baja laboral) o los problemas asociados al sedentarismo.

Otra de las ventajas es que, teóricamente, podría reducir el desempleo. Así ocurrió, por ejemplo, cuando la jornada laboral se redujo en Francia a las 35 horas, aunque con el tiempo quedara en saco roto... Y es algo que defienden personas tan dispares como Carlos Slim o Richard Branson, que han pedido públicamente que se reduzca el tiempo que pasamos en el trabajo para dejar espacio a las personas que no lo encuentran. De hecho, en opinión de Jones, la redistribución del trabajo –permitiendo que las personas que trabajan mucho trabajen menos y las que trabajen poco trabajen más– será pronto una obligación, pues la progresiva automatización de muchos empleos manuales dejará fuera del mercado laboral a millones de trabajadores.

En tercer lugar, serviría para combatir el cambio climático: Alex Williams, profesor de sociología de la City University de Londres apuntaba el año pasado que una semana laboral de cuatro días reduciría el consumo de energía en las oficinas pero además evitaría numerosos desplazamientos en coche, con la disminución de la contaminación atmosférica que esto conlleva. Por último, también aumentaría la productividad, tal y como han demostrado los casos de Perpetual Guardian y Microsoft. De hecho, la compañía fundada por Bill Gates estima que durante su experimento llevó a incrementar la productividad un 40%.

No es igual de sencillo en todos los sectores

A algunas de estas conclusiones también han llegado recientemente también otras investigaciones y 'think tanks' independientes, como explica un 'paper' de Bankinter de 2019, que explica que la apuesta de Andrew Barnes, fundador de Perpetual Guardian, es tan firme que ha montado, junto a Charlotte Lockhart, la 4 Day Week Global Foundation para financiar la investigación sobre el futuro del trabajo y el bienestar laboral. Están asociados con el Centro de Investigación de Bienestar de la Universidad de Oxford, han publicado un informe técnico y buscan generar datos e ideas útiles para compartir con las organizaciones que desean desarrollar sus propias políticas de productividad y flexibilidad.

Sin embargo, en ese mismo 'paper' de Bankinter se apunta que hay quien cuestiona que en un país como el nuestro donde la temporalidad es muy alta, acortar la jornada laboral podría tener consecuencias funestas para el empleo. Según el documento, contratar a una persona por cuatro días, llevaría a una bajada de salarios en sectores ya de por sí precarios. Por no hablar del problema de las horas extras, muchas sin estar remuneradas, o que algunas empresas tendrían que cerrar tres días (de viernes a domingo) o contratar a más empleados y hacer horarios rotativos, por lo que la conclusión es que no es tan sencillo aplicarlo por igual en todos los trabajos ni en todos los sectores.

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