Inflación y menor crecimiento

2022, un año más para el 'superciclo' de las materias primas en los mercados

La transición energética y el consumo de China son factores desequilibrantes en los precios de las materias primas que está creando muchas oportunidades, pero ha disparado los costes.

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2022: el año en el que las materias primas aún pueden ampliar su ciclo
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Las materias primas rara vez son emocionantes, y el precio del cobre, el maíz o incluso el petróleo no conmueve a los inversores como lo hace un tuit de Elon Musk. Sin embargo, las conocidas como 'commodities' se encuentran en la encrucijada de tres de los temas de inversión más importantes de la actualidad: el aumento de la inflación, una China cambiante y la transición de los combustibles fósiles en medio de una mayor atención al cambio climático. El índice de materias primas de Bloomberg subió un 27% en 2021, su mejor año en décadas, bajo el impulso de esas tres grandes tendencias que aún se mantienen fuertes. De ahí a esperar que el ciclo todavía tenga capacidad de impulsarse más hacia arriba.

Pero las subidas de precios suelen traducirse en que los inversores deben elegir sus posiciones con extrema cautela. Los factores que afectan los precios de las materias primas, y que determinan en cuáles deben enfocarse los inversores, a menudo se superponen y tienen diferentes implicaciones a corto y largo plazo. La inflación ha sido uno de los principales impulsores de muchas tendencias económicas y de mercado recientes. El informe de IPC más reciente de Estados Unidos mostró que los precios aumentaron en general en noviembre un 6,8%, un porcentaje no visto en casi dos décadas.

Mientras, en diciembre, la Reserva Federal reconoció que la inflación era de hecho una tendencia sostenible, no transitoria, y que está avanzando en sus planes para aumentar los tipos de interés en aras de combatir las presiones inflacionarias. Incluso mientras se propaga la variante Ómicron, el mundo se está recuperando de las restricciones pandémicas. Esto se traduce también en que existe una demanda reprimida en los artículos para el hogar, iniciativas empresariales, proyectos municipales y, por supuesto, de los productos básicos que se necesitan para todo tipo de producción.

Los inversores que desean protegerse contra la inflación han recurrido durante mucho tiempo a las materias primas. Es una estrategia que al final busca suscribirse al lema de “si no puedes con el enemigo, únete a él”. Si los precios aumentan, las materias primas. Por eso, muchos expertos creen que parte de la cartera se debería movilizar en este tipo de inversiones. Más aún, cuando el escenario parece que se va a sostener en el tiempo.

Desde el año 2000, los rendimientos mensuales interanuales del índice de materias primas de Bloomberg han tenido una correlación del 76% con los datos del índice de precios al consumidor de Estados Unidos, según JPMorgan. “Y la inflación actual está impulsada por factores estructurales que están cambiando la economía, los negocios y cómo vivimos todos”, destacan.

“Si bien la inflación es un argumento amplio para invertir en materias primas, la influencia de China, el mayor consumidor de materias primas, la dinámica en torno a tendencias específicas y el ya gran aumento de los precios de algunas materias primas quiere decir que los inversores se beneficiarían de una estrategia más específica”, resaltan desde Morgan Stanley. “El ciclo de las materias primas, tan alcista ya en 2021, aún puede seguir cogiendo fuerza en 2022 por muchos catalizadores que están en escena”, argumentan los expertos de Atlantic Capital.

China sí impulsa a las materias primas al alza

La salud de la economía china es uno de los mayores determinantes de los precios de las materias primas, y las perspectivas a corto plazo no son muy buenas. La segunda economía más grande del mundo fue el principal impulsor del último superciclo de las commodities, ya que la rápida urbanización del país, el agresivo estímulo después de la crisis financiera y el rápido crecimiento económico crearon una demanda voraz.

El contexto ahora muy diferente: el crecimiento económico de China se ha desacelerado al 5% y sus responsables políticos se centran más en crear una economía equilibrada y resistente que en un crecimiento desenfrenado. “En lugar de un país que se industrializa, tenemos un país que representa el 55% de la demanda de metales que se desacelera”, dice Natasha Kaneva, responsable de análisis de materias primas de JPMorgan.

Sin embargo, a largo plazo, China seguirá siendo un gran impulsor de la demanda. Su mercado inmobiliario representa el 30% de la demanda mundial de cobre, lo que significa que no es probable que se produzcan más beneficios en los precios del metal en un futuro próximo.

Es especialmente el cobre el que puede tener un futuro brillante a medida que China adopta la tecnología verde. Pekín ya ha anunciado planes para ser neutro en carbono para 2060, una transición que llevará años y es un buen augurio para los metales industriales utilizados en los vehículos eléctricos.

“La demanda de vehículos eléctricos probablemente no rivalizará con la demanda de automóviles tradicionales hasta después de 2026”, dice Kaneva. “Hasta que la transición energética de China avance y su sector inmobiliario se estabilice, los metales industriales no son la mejor opción a corto plazo para combatir la inflación o impulsar los rendimientos”, añade.

Del verde al marrón…

La transición energética es otro factor importante en los precios de las materias primas y está creando muchas oportunidades. Hay tres grandes fuerzas que actúan en los precios de la energía: la escasez de combustible a corto plazo, la marcha inexorable hacia la energía renovable a largo plazo y el creciente énfasis de las empresas de Estados Unidos, Europa, y sus inversores en cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, conocidas con las siglas de ESG.

Los tres factores están interrelacionados. Para lograr su objetivo de carbono neutral para 2060, los responsables políticos chinos impusieron restricciones a las fábricas el otoño pasado, lo que desembocó en una escasez energética que interrumpió las cadenas de suministro ya tensionadas y estimuló la inflación. Europa, mientras tanto, se enfrenta a una escasez de combustible que podría provocar apagones este invierno debido a su creciente dependencia de la energía eólica y a la escasez de días de viento.

Dichos desafíos han disuadido a las empresas de energía y minería de financiar grandes proyectos o aumentar la producción a medida que aumentaba la demanda. En cambio, las empresas han utilizado su efectivo extra para recompras de acciones o dividendos más altos, lo que se suma a la escasez de oferta, todo lo cual apunta a precios más altos de las materias primas a largo plazo. “La transición energética ayuda a reforzar la historia de las materias primas”, concluye Nicholas Johnson, gestor de estrategias de materias primas y multiactivos en Pimco.

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