El futuro mayor inversor del mundo en sostenibilidad y activos verdes solamente acaba de asomarse a la escena energética. En 2021, el fondo global de pensiones del Gobierno de Noruega (NBIM, por sus siglas en inglés) añadió su cuarta categoría oficial de activos en los que puede invertir. Se trata de las infraestructuras de energías renovables no cotizadas, tales como parques eólicos tanto en tierra (onshore) como marinos (offshores), instalaciones fotovoltaicas y otro tipos de tecnologías.
Según el avance de resultados anuales del fondo soberano, el NBIM acumuló una rentabilidad anual del 14,5% de enero a diciembre solo el año pasado. En dinero contante y sonante, el retorno para el vehículo público de inversión supone una cifra estratosférica de 157.500 millones de euros (1,58 billones de coronas noruegas en el tipo de cambio original), que elevan el patrimonio total hasta los 1,22 billones de euros (12,34 billones de coronas), según los datos contabilizados hasta el 31 de diciembre de 2021.
Para el consejero delegado del fondo, Nicolai Tangen, que se incorporó al puesto en septiembre de 2020 desde el ‘hedge fund’ Ako Capital, supone un espaldarazo no solo por las métricas -es el segundo mejor año de la historia tras 2019- sino porque ha conseguido mantener la velocidad de crucero de la rentabilidad después de haber introducido un cambio relevante en la política de inversiones del NBIM. Por primera vez desde 2010, cuando comenzó a invertir en propiedades inmobiliarias, la firma ‘vikinga’ ha introducido una nueva categoría de activos: las infraestructuras de renovables.
Si hasta ahora invertía en acciones (72% del fondo), bonos (25,4%) y propiedades inmobiliarias (2,5%), desde el año pasado ha comenzado a construir una cartera entre las que se incluyen 14 proyectos como, entre otros, el 50% del parque eólico marino de Borselle (Países Bajos) promovido por la eléctrica danesa Orsted y que se ha convertido en una de las mayores instalaciones de este tipo en todo el mundo.
Al cierre de 2021, la nueva categoría ‘verde’ apenas supone el 0,1% del total del fondo de Noruega, pero representa ya más de 1.200 millones de euros en solo unos meses. Serán muchos más. Tomando como referencia el sector inmobiliario no cotizado, que entró en cartera hace algo más de una década, Noruega acumula una inversión de 30.000 millones de euros por todo el mundo. El impulso inversor a las renovables parece garantizado desde Noruega, que lleva años impulsando las políticas sostenibles y con criterios medioambientales en las empresas cotizadas de las que tiene acciones.
En España, el NBIM tenía presencia en 77 empresas cotizadas a través de sus acciones y era uno de los bonistas de referencia para 25 emisores, en su mayoría públicos y, por encima de todos, el Tesoro. Por volumen de inversión, Iberdrola, Santander o BBVA eran algunos de sus valores favoritos. El valor de su cartera ascendía a unos 18.300 millones de euros al cierre de 2020, último dato disponible que se actualizará en las próximas semanas cuando el fondo publique el detalle de sus inversiones.
En la presentación del aperitivo de su informe anual, el fondo soberano de Noruega revela que el rendimiento de las inversiones en bolsa fue del 20,8%, cifra que se vio lastrada por la aportación negativa de la renta fija (-19%). El inmobiliario aportó una rentabilidad del 13,6%, en tanto que las infraestructuras de energías renovables no cotizadas aportó un 4,2%.
"Hubo buenos retornos en todos los sectores, pero las inversiones en tecnología y finanzas se comportaron particularmente bien. Las inversiones en tecnología generaron un impresionante 30,2%", expuso este jueves Tangen. Grandes tecnológicas como, en este orden, Microsoft, Alphabet, Apple, Nvidia, ASML, Tesla o Meta (Facebook) fueron los siete activos que más dinero sumaron al rendimiento del fondo, seguidas de la compañía suiza Nestlé, la minera Novo Nordisk y el grupo minorista Home Depot.
Después del descubrimiento de grandes yacimientos de gas y petróleo en el Mar del Norte en los años 70, el Gobierno de Noruega creó esta herramienta de inversiones para garantizar un buen uso de las reservas de divisas por las exportaciones energéticas. Aquel fondo del petróleo evolucionó a lo que hoy es el NBIM, cuyo nombre oficial Fondo de Pensiones Global del Gobierno de Noruega. Su creación se remonta a los años 90, pero en poco más de dos décadas ha cambiado el rumbo del país al margen de la energía fósil.
El requisito sagrado y el gran acierto de su política de inversión es que debe hacerlo en el extranjero, nunca en Noruega, para poder diversificar. Desde hace algunos ejercicios, el rendimiento financiero del fondo supera a lo que generan las exportaciones energéticas. En concreto, según sus datos, las aportaciones al fondo procedentes del crudo y el gas suponen cerca de 2,9 billones de coronas (unos 300.000 millones de euros), mientras que el retorno del NBIM ha conseguido extraer de los mercados financieros 8 billones de coronas (800.000 millones de euros) adicionales.
Esta cifra incluye la revalorización de sus acciones, bonos y propiedades, pero también un flujo constante en forma de dividendos, cupones y alquileres que se han erigido en una fuente estable de ingresos para el fondo que supera a las aportaciones realizadas desde el Gobierno. Solo en 2021 entraron por esta vía 218.000 millones de coronas (unos 22.000 millones de euros). ¿Cuál es el secreto de esta magia financiera? El truco no es otro que el interés compuesto a largo plazo. Los rendimientos se convierten en capital invertido y generan cada vez mayores retornos en términos absolutos que se van acumulando y reinvirtiendo a lo largo del tiempo.
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