Japón puede ser uno de los grandes tapados para obtener rentabilidades en los mercados durante los próximos meses, a pesar de las expectativas macroeconómicas que puede manejar en el entorno post-pandemia. Y es que el lento crecimiento de la actividad económica de las últimas décadas, en combinación con déficits fiscales y una inflación en torno al 0%, han tenido como consecuencia una deuda desorbitada que hace que sea el país más endeudado del mundo.
La economía nipona entró en recesión técnica por primera vez desde 2015, después de que el PIB cayera un 1,9% en el cuarto trimestre de 2019. “En términos interanuales, la economía japonesa retrocedió un 2,2% entre enero y marzo”, afirma Aurelio García del Barrio, director del MBA con Especialización en Finanzas del IEB.
En el primer trimestre de 2020, la economía japonesa registró una caída del 0,8% del consumo privado. Las exportaciones niponas sufrieron una contracción del 6% entre enero y marzo, mientras que las importaciones bajaron un 4,9%. Mientras, se prevé que el crecimiento del PIB caiga a -5,2% en 2020, y que repunte a 3% en 2021.
“Japón seguirá siendo el país más endeudado del mundo en términos relativos”, analiza García del Barrio. La ratio de endeudamiento, que no ha hecho más que empeorar en los últimos años, sufrirá un nuevo golpe dadas las nuevas necesidades de estímulo provocadas por la pandemia. “Las previsiones indican que la deuda pública de Japón superará el 257% del PIB en 2020, 9,8 billones de dólares aproximadamente, y las cuentas tendrán un déficit del 7,1%”, añade. Esto supone que cada japonés tendrá una deuda de en torno a 77.000 dólares.
Pero no todo es negativo y sí puede generar atractivo desde el punto de vista de la inversión. “Como sociedad han sido capaces de manejar la pandemia sin un confinamiento severo”, argumenta sobre la situación actual Christophe Braun, Investment Director de Capital Group.
Y es que cree que los japoneses son muy innovadores. “Toman algo que ya existe y lo mejoran y, por eso, puedes encontrar en el país las compañías más innovadoras del mundo”, comenta. Algo que supone interés en el plano de la rentabilidad por las oportunidades que estos negocios ofrecen.
“Japón tiene una ubicación privilegiada, está en una región muy dinámica, tiene una tasa de ahorro nacional alta (alrededor del 23% del PIB), la mayor parte de la deuda pública está en manos de agentes locales, sector industrial avanzado y de tecnología avanzada”, resalta García del Barrio.
Posicionamiento para el futuro
Sobre el país nipón hay que tener en cuenta el nivel de innovación y robotización de sus fábricas; cada vez es menos necesario un alto nivel de empleo humano. “Esto es muy importante en un mundo en el que viven 7.100 millones de personas y que podría llegar a 10.000 millones en 2050”, asegura Braun.
Tradicionalmente, la agricultura y la industria manufacturera proporcionaban empleo a una gran parte, pero con la automatización esto significará que muchos de estos jóvenes ya no podrán ser empleados. “Por lo tanto, muchos países emergentes perderán la ventaja del gran porcentaje de población joven, que ahora podría convertirse en una carga”, destaca el experto de Capital Group.
A partir de ahora, con la automatización de la industria, el no tener una creciente población en edad de trabajar puede actuar como una ventaja para el país, lo cual también puede ser un catalizador para algunas compañías en los mercados.
“Lo que hace interesante a Japón es que está relativamente bien posicionado para enfrentar el mundo que está por venir”, asegura Braun. Se ha producido una transición de un mundo analógico a uno digital, pero la tecnología está acelerando esta tendencia en la industria, que va a cambiar en los próximos 10 años debido a la expansión de la robótica, los sensores y el impacto de la nube...
En esta línea, los japoneses son expertos en la fabricación de productos con precisión, debido a su atención a los detalles y a la decisión de sus trabajadores de centrarse en un área durante años o incluso décadas. “Están bien posicionados para crear parte de la infraestructura necesaria para enfrentarnos al mundo más digital al que nos dirigimos”, destaca.
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