La noticia ha sentado como un jarro de agua fría en los mercados energéticos que se hallaban en las últimas jornadas en plena recuperación después del fuerte varapalo que ha supuesto el parón de la actividad para contener el coronavirus. Los precios del petróleo se hunden a primera hora de la mañana después de que el Gobierno de China haya renunciado a fijar el objetivo de crecimiento para este año del gigante asiático ante la elevada incertidumbre en los mercados, en una decisión sin precedentes en el país y que responde ala enorme incertidumbre que rodea aún las perspectivas económicas.
Este hecho ha generado alarma entre los inversores que temen que la pandemia limite durante más tiempo la demanda de combustible de uno de los principales consumidores de crudo del planeta. El que registra el mayor varapalo es el barril de crudo estadounidense West Texas Intermediate, que se hunde un 6,4% hasta los 31,74 dólares, perdiendo parte de lo recuperado en las últimas sesiones. En el caso del crudo de referencia en Europa, el Brent, el desplome ronda el 5% hasta los 34,26 dólares.
Los analistas interpretan la decisión china como una advertencia de que el país podría no centrar su plan de recuperación en las infraestructuras (lo que podría reducir la demanda de combustibles), cuando los mercados esperaban justamente lo contrario. Mientras, el Gobierno de Xi Jinping se ha comprometido a emitir un billón de yuanes (140.000 millones de dólares) en bonos del tesoro especiales para apoyar a las empresas y regiones afectadas por la pandemia.
El Ejecutivo chino asegura que seguirá presionando a los bancos para que el crédito fluya a las empresas. China ha controlado en gran medida el brote de coronavirus en su propio suelo, pero los desafíos siguen siendo inmensos. En especial, preocupa el aumento de la presión sobre el empleo, así como las dificultades crecientes para pymes y micropymes y los riesgos renovados en el sector financiero.
A la incertidumbre económica se suman, además, las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China, primero a cuenta de los aranceles y ahora también al haberse conocido el plan de Pekín de aprobar la legislación de seguridad nacional en Hong Kong, en un intento por ampliar su control sobre la antigua colonia británica.
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