La región de EEUU que produce más energía

El apagón de Texas amenaza el plan de rescate de Biden en el estado más ultra

La crisis se convierte en el catalizador para impulsar un proyecto de inversiones que modernice unas infraestructuras que no están preparadas para hacer frente a una economía cada vez más electrificada.

EFE
El apagón de Texas amenaza el plan de rescate de Biden para el estado más ultra
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La imagen de Randy Jones con su camioneta pickup enchufada al garaje lo dice todo. Al ver los cables se podría pensar que es para cargar la batería del vehículo. Sin embargo, tuvo que utilizar el generador de su F-150 a gasolina para dar luz a su casa en pleno apagón tras la tormenta invernal que azotó Texas. Una situación similar se vivió el pasado verano en California, hasta el punto de que Tesla tuvo que pedir a sus clientes en pleno ola de calor que no recargaran sus coches eléctricos para evitar así meter más presión al sistema.

Estos dos episodios separados seis meses en el tiempo, uno en el estado más descentralizado en los Estados Unidos y otro en el más regulado, está exponiendo hasta dónde llega la vulnerabilidad de la red eléctrica nacional. Y como en el caso de la pandemia, la crisis provocada por este masivo fallo se está convirtiendo en el catalizador para que se impulse definitivamente un plan de inversiones que permitan modernizar unas infraestructuras que no están preparadas para hacer frente a una economía cada vez más electrificada.

No hay un estado que produzca más energía que el de Texas. Genera casi el doble que Florida, el que le sigue más de cerca. Sin embargo no hubo ni petróleo ni gas natural ni viento ni centrales nucleares para atender el fuerte repunte de la demanda. Al mismo tiempo, las bajas temperaturas dejaron las plantas de producción fuera de servicio. El sistema se congeló y todas las fuentes de energía colapsaron a la vez, pese a que en un primer momento se quiso atribuir la situación a las renovables y después a las fósiles. Eso creó un efecto en cadena.

La tormenta invernal dejó así a millones de tejanos sin luz para calentar sus casas ni agua corriente. Muchas empresas tuvieron que cesar la actividad durante días. Es cierto que en los últimos años se realizaron importantes inversiones en energías alternativas en Texas en el proceso para reducir la dependencia en el petróleo. Pero la red, como en todo EEUU, sigue muy siendo anticuada. Jim Fitterling, el consejero delegado de Dow, recuerda que su modernización es una promesa que hacen los dos partidos que no termina de materializarse.

Joe Biden propuso en este sentido durante la campaña movilizar dos billones de dólares para impulsar el avance hacia las energías limpias y en infraestructuras de transportes, así como para expandir la banda ancha para que llegue a todos los hogares. Los detalles de su iniciativa se conocerán más adelante, cuando logre que el Congreso le apruebe los casi dos billones del plan de rescate económico por el coronavirus. Este dinero servirá para apoyar inversiones con capital privado. Porque como dice Fitterling, el Gobierno no puede solo con este reto.

Texas y California son, además, dos de los estados que más están experimentando los efectos del cambio climático con temperaturas extremas, tormentas e incendios. Es improbable que un fallo del sistema de este calibre suceda en la región de Nueva Inglaterra con resultados tan trágicos, porque la red está preparada para soportar temperaturas tan gélidas. Pero la crisis de los apagones en el sur es una clara llamada de atención de cara al diseño futuro de la red.

La crisis en el estado de la Estrella Solitaria tuvo además lugar la misma semana en la que EEUU se reincorporó al Acuerdo de París. Biden lo presenta como el primer paso hacia una estrategia más ambiciosa en el proceso de descarbonización de la economía. Más de la mitad de los estados ya tiene objetivos claros en este sentido. La cuestión en este momento es si logrará convencer al Congreso de que apruebe su política del clima a través del plan de infraestructuras que incluya elementos como modernizar las redes de transmisión.

Hay un problema añadido de diseño. Texas tiene la particularidad de ser una isla como mercado eléctrico. Es prácticamente independiente, sin puentes que le conecten a otros estados para exportar o importar electricidad. Algo similar sucede con el resto de los estados, aunque no tan pronunciado porque cuentan con líneas de transmisión que permiten compensar en los picos de demanda o cuando se produce una disrupción en el suministro. Y todo esto sucede con la demanda creciendo y va camino de duplicarse en los próximos 30 años.

El debate sobre la justicia climática toma cuerpo, precisamente, en momento en el que la sociedad consume cada vez más energía para que funcionen las televisiones, los móviles, los ordenadores, las tabletas, las consolas y otros dispositivos conectados a Internet que dominan las casas y que cada vez conduce más en coches eléctricos. El problema, como Dan Kish, desde el Institute for Energy Research, "es que no estamos preparados para renunciar a todas estas conveniencias".

La electrificación de la economía y el desarrollo de nuevos sistemas de generación, como advierten desde BloombergNEF, se enfrentará a cuellos de botella "sin unas inversiones adecuadas" que permitan servir la nueva demanda y reemplazar la infraestructura existente. El tremendo crecimiento del solar y viento exprimen aún más la red. "Las redes de distribución van a ser aún más importantes en las próximas décadas", anticipan, "con más plantas de generación conectadas".

Los casos de Texas y California, por tanto, obligan a los reguladores en EEUU a repensar cómo tienen que operar sus redes en condiciones meteorológicas que van a ser cada vez más extremas con el cambio climático y asegurarse de que sus sistemas resisten ante esta situaciones inesperadas. La crisis de los apagones alimenta, en paralelo, el debate sobre cuál es el mejor diseño para que la red eléctrica puede operar de una manera eficiente ante una ola de frío o de calor.

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