El uso excesivo de la fuerza

Pistolas Taser para dejar obsoletas las balas: EEUU busca otro modelo policial

En plena polémica por los abusos policiales en un país donde 100 personas mueren al día en tiroteos, las pistolas paralizantes son un elemento clave en el cambio que exigen decenas de miles de manifestantes.

Efe
Las Taser quieren dejar obsoletas las pistolas en el país más violento del mundo
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Estados Unidos es un país violento. Cada día 300 personas reciben un disparo y un centenar muere por herida de bala. Tres mueren en incidentes protagonizados por policías. La del joven hispano Adam Toledo refleja esas dos realidades provocadas por las armas de fuego, que alimentan las protestas por todo el país para que se refuerce la regulación sobre la posesión y se reformen las leyes que rigen el uso de la fuerza por parte de los cuerpos de policía.

Y en medio de este debate surge una pregunta. ¿Es necesario llegar al extremo de tener que disparar a un menor? El caso del adolescente en Chicago, en pleno juicio en Minneapolis por la muerte de George Floyd, se espera marque un punto de inflexión. La evolución del sentimiento social hacia los conflictos raciales, la posesión de armas y el avance hacia un sistema judicial justo va en tándem con cambios para hacer el ejercicio de la policía menos violento.

Las pistolas paralizantes es uno de los elementos que juegan en ese proceso de transformación, porque se asocian con las mejores prácticas de las policías modernas como las cámaras corporales. "Nuestra misión desde el primer día es dejar obsoletas las balas", afirman los ejecutivos de Axon, la compañía que fabrica los dispositivos Taser, "avanzar hacia una realidad en la que cualquier policía no tenga que echar mano de una pistola convencional porque se siente seguro".

Axon registró el pasado ejercicio unos ingresos globales valorados en 680 millones de dólares. Esa cifra de negocio es casi un 30% más que en 2019 gracias a la demanda por los dispositivos TASER. Y pese a la pandemia, se hizo con contratos de 1.200 millones. El mercado de la compañía con sede en Scottsdale (Arizona) se concentra principalmente en EEUU, Reino Unido, Australia y Canadá, todos países de habla inglesa. Pero este año va a reforzar su presencia por Europa.

Las pistolas eléctricas son el producto 'estrella' de Axon. La cartera de dispositivos para los cuerpos de policía incluye drones, sensores y cámaras para los vehículos y corporales. También ofrece paquetes para el análisis de datos. Rick Smith, uno de los creadores de la pistola Taser y consejero delegado de la compañía que las fabrica, asegura que el avance de estas innovaciones permitirá que en un futuro no muy lejano cambiar las Glocks por armas no letales.

Smith pone fecha a esa transición: en 2030. Para entonces cree que Axon habrá desarrollado una pistola eléctrica con la fiabilidad suficiente para el agente de policía que la usa y que así se sienta segura al reemplazar la pistola de balas como arma para incapacitar rápido al sospechoso. Para eso, sus ingenieros tratan ahora de dar con la manera poder alcanzar a un objetivo que se mueve rápido o de forma errática y de administrar las descargar a distancia y a través de ropa gruesa.

“No se trata de crear una realidad a partir de la ciencia ficción”, comenta, “es un problema de ingeniería”. Las Taser, por su limitación, se usan más bien para rebajar la tensión antes de que escale la violencia. Es lo que pretendía la agente en Brooklyn Center durante el alto por una infracción de tráfico al joven Daunte Wright. Por error, sin embargo, le disparó con una pistola convencional. Como en el caso de Adam Toledo, el incidente puso la atención en el uso excesivo de la fuerza.

Los cuerpos de policía cuentan con protocolos para poder distinguir las pistolas paralizantes de las letales y que establecen como colocarlas en la cintura. La Taser se siente además diferente al empuñarla y se ofrece en color amarillo para diferenciarla de las armas de fuero. El desarrollo de estos dispositivos, de hecho, va en paralelo a un cambio de percepción social en EEUU respecto a la brutalidad policial y las disparidades raciales en el sistema judicial.

Las organizaciones activistas en el ámbito de los derechos civiles presionan ahora al presidente Joe Biden para que abra el camino de una reforma de la policía. En este momento estos pasos se están dando a nivel local, con la adopción de 140 leyes para regular el uso de la fuerza y exigir responsabilidades. La ciudad de Nueva York, por ejemplo, hace más fácil al ciudadano demandar. Los sindicatos de policía, sin embargo, se resisten a que les privan de ciertas protecciones.

Los esfuerzos emprendidos desde la muerte de Floyd para mejorar el ejercicio de la policía, en todo caso, no se reflejan aún con un cambio de conducta. Cada año mueren cerca de 1.200 sospechosos por disparos de uniformados y desde 2005 solo hubo siete condenas por homicidio contra policías. La tecnología está permitiendo, sin embargo, que las denuncias por actos de violencia no se ignoren tan fácilmente como en el pasado y contribuyen a su vez a dar contexto.

El juicio contra el agente que mató a Floyd puso además en evidencia que son los propios policías los que cuestionan un uso de la fuerza injustificado y tratan de buscar una zona de conversación común con la opinión pública. Pese a los protestas del último año, la mayoría de los estadounidenses está en contra de que se adopten medidas extremas como abolir por completo los departamento de policía. Es más, las encuestas reflejan que por lo general se confía en ella.

Lo que también es cierto es que una buena parte de los políticos y de los electores, tanto demócratas como republicanos, quieren algún tipo de reforma que permita establecer reglas claras, junto a un mecanismo que responda de manera efectiva frente a los abusos. Eso requerirá, a su vez, de un cambio en la cultura de los propios departamentos de policía y así poder lograr avanzar hacia la justicia plena, más allá del simbolismo profundo del veredicto contra el asesino de Floyd.

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