En busca de disminuir la pobreza 

Petro: ¿puede un exguerrillero presidir Colombia sin asustar a los capitalistas?

Para cualquier empresa, sea española o, colombiana, el pasado de Petro es preocupante: formó parte del M-19, un movimiento guerrillero muy particular. 

Gustavo Petro .
Petro: ¿puede un exguerrillero presidir Colombia sin asustar a los capitalistas? 
Chepa Beltran / CONTACTO vía Europa Press

“Me reuní con los principales empresarios de España, de la conectividad (telecomunicaciones), de los seguros, de las energías, de la construcción, de las aerolíneas… Sus nombres propios ya aparecerán en la patronal que tienen [CEOE]… y [fueron a] escuchar a quien creen ellos que va a ser el próximo presidente de Colombia”. Estas eran las palabras de Gustavo Petro el 10 de enero de 2022 en la sede de UGT de Madrid, poco después de haberse reunido con los representantes de las empresas españolas más poderosas presentes en Colombia. Hoy Gustavo Petro es el presidente de Colombia. Fue el ganador de las elecciones del pasado 19 de junio, y ahora las empresas españolas están esperando a ver en qué se transforma Petro: si en el Dr. Jekyll o Míster Hyde.

Para cualquier empresa, sea española o, colombiana, el pasado de Petro es preocupante porque es un ex guerrillero. Formó parte del M-19, un movimiento guerrillero muy particular. Según Vera Grabe, colombiana de origen alemán que fue fundadora del dicho movimiento en los años setenta, “el M-19 nace en busca de ser una guerrilla distinta, no dogmática, con más preocupación política que ideológica, más urbana que rural”. Ese texto forma parte de un ensayo de Grabe titulado “M-19: de la lucha armada a la renuncia a la violencia”. ¿Era esta guerrilla otra guerrilla sanguinaria? El M-19 era un movimiento de izquierdas pero no reivindicaba “el odio de clase, el vanguardismo, el heroísmo, el socialismo, el sacrificio por la causa”. Se querían distanciar de la extrema violencia de las FARC o el ELN. Era más nacionalista y con un discurso de hermandad latinoamericana. Algunos expertos definen su ideología como socialismo democrático, es decir, llegar al poder mediante elecciones e implantar el socialismo.

El M-19 nació en 1970, cuando denunciaron un fraude electoral que, según ellos, impidió a Gustavo Rojas Pinilla ser presidente de Colombia, y en su lugar las fuerzas conservadoras auparon a Misael Pastrana. La primera acción del M-19 fue muy extraña: robar la espada de Simón Bolívar, uno de los héroes de la mitología latinoamericana. Las siglas M-19 correspondían a Movimiento 19 de abril (de 1970), la fecha de las elecciones que provocaron la ira de los revolucionarios.

El M-19 robó armas de un depósito militar y tomó la embajada de la República Dominicana. Su acción más arriesgada y temeraria sucedió en 1985 cuando realizó el asalto al Palacio de Justicia de Bogotá (el Tribunal Supremo). El ejército rodeó el lugar y procedió al asalto con carros de combate. El resultado de la lucha entre guerrilleros y soldados fue más de 100 muertos, entre ellos el presidente de la Corte Suprema.

Gustavo Petro era ya militante del M19, y su sobrenombre era Aureliano Buendía, el personaje de la novela de García Márquez “Cien años de soledad”. Cuando ocurrió el asalto al Palacio de Justicia, Petro estaba en la cárcel, pues había sido detenido un mes antes por posesión de armas.

En los años posteriores, la guerrilla y el gobierno iniciaron negociaciones para la desmovilización. Petro fundó un partido político Alianza Democrática M-19 y participó en el desarrollo de la nueva

Constititución. Fue congresista, tuvo una estrecha relación con Hugo Chávez. Fundó otros partidos, formó parte de alianzas, llegó a ser senador, se presentó como candidato presidencial hasta que en 2012 obtuvo un importante puesto político: alcalde de Bogota, capital del país, y ciudad de unos 10 millones de habitantes (más que Andalucía).

En sus tres años de mandato Petro logró disminuir la pobreza multidimensional en la ciudad del 11,9% al 4,9% según la Veeduría Distrital, un órgano estatal de control económico. La pobreza multidimensional se define no solo como falta de ingresos sino mala salud o desnutrición, carecer de agua limpia o electricidad, tener un trabajo precario o tener muy poca educación. Petro escolarizó a miles de niños, promovió la alimentación y el transporte escolar, y distribuyó subsidios a través de un régimen de seguros sociales. Pero no pudo avanzar mucho en uno de los grandes problemas de la ciudad que son las infraestructuras de transporte. Tampoco construyó las viviendas ni los colegios previstos.

En una crónica sobre la gestión de Petro, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, decía: “El director de Relaciones Internacionales de la Alcaldía de Bogotá, Daniel García-Peña, en su renuncia, lo tachó de ‘déspota’. Su compañero en la lucha armada, la guerrilla del M-19, y uno de los autores de la Constitución del 91, la vigente en Colombia, Antonio Navarro Wolf, renunció de manera irrevocable a la Secretaría de Gobierno cuando apenas llevaba tres meses en el cargo. El motivo aducido no pudo ser más irónico: ‘por un dolor de muelas”. Petro salió de la alcaldía con baja popularidad: solo un 32% aprobaba su gestión. No había cumplido todas sus promesas.

No es muy difícil adivinar hacia dónde van a ir los pasos de Petro ahora que es presidente de Colombia, un país con 51 millones de habitantes, y con un tamaño que duplica a España: su objetivo será atacar la pobreza del país.

En su reunión con representantes del Gobierno de España en enero de 2022, Petro preguntó a una ministra española cuánto había aumentado la pobreza en España por culpa de la pandemia, y la ministra le dijo, según Petro, que “un 1%”. Sorprendido, Petro comentó que la pobreza ya estaba en Colombia antes de la pandemia en un 20% de la población “y ahora la mitad de la población pasa hambre”.

La Covid destruye la figura de Iván Duque

El coronavirus ha destruido la figura política del anterior presidente de Colombia, Iván Duque porque aumentó el número de pobres y encima no dispusieron de eficaces servicios de salud. Colombia, como la mayor parte de los países de Latinoamérica, carece de una buena cobertura social y económica pública. En Europa, durante la pandemia, los gobiernos siguieron las instrucciones de “rómpase el cristal en caso de emergencia”, y pusieron en marcha los ERTEs (el estado siguió pagando los salarios a pesar de que los trabajadores estaban en casa). La Comisión Europea junto con el Banco Central Europeo facilitaron líneas de crédito para que los países afrontaran la contracción económica. Las redes hospitalarias europeas, que estuvieron saturadas durante los primeros meses de la pandemia, se recuperaron.

Pero en Colombia, antes de la pandemia, las redes hospitalarias nunca han sido excepcionales. El país arrastra desde hace años una bolsa de pobreza permanente. La pobreza había disminuido en los últimos años con el gobierno de Duque. Durante los primeros meses de la pandemia, el gobierno puso en marcha el “ingreso Solidario” que era una ayuda a las familias más castigadas económicamente. A pesar de la introducción ese ‘Ingreso Solidario’ y el programa de compensación de IVA a los hogares pobres, “las pérdidas de trabajo y de ingreso que los hogares sufrieron durante la pandemia borraron los resultados en reducción de la pobreza que se habían logrado a lo largo de una década”, dice un informe del Banco Mundial.

La actividad económica decayó durante la pandemia, y el gobierno se vio con la peor situación posible: menos ingresos, pero más gastos sanitarios. En 2020 la pobreza en Colombia había subido en 6,8 puntos con respecto a 2019 y se situó en el 42,5 % de la población: el número de pobres aumentó en 3,6 millones de personas al pasar de 17,4 a 21 millones, según el Departamento Administrativo de Estadística Nacional (DANE), citado por Efe.

Para obtener recursos económicos de urgencia, el gobierno de Duque aprobó una reforma tributaria que suponía aumentar los impuestos a las clases medias y altas, y a las empresas. La reacción popular se vio en las televisiones de todo el mundo en abril y mayo de 2021. Hubo manifestaciones callejeras (algunas muy agresivas como el ataque e incendio de comisarías de policía), y el gobierno tuvo que reprimirlas con violencia: más de 70 muertos.

Aquel conflicto fue la tapa de su ataúd. Con la popularidad en declive, Duque solo podía sentarse a ver su propio funeral ya que la ley en Colombia impide la reelección.

Eso quiere decir que Gustavo Petro, representante de Pacto Histórico, tiene cuatro años para hacer su “cambio”. A su favor tiene que la economía se está recuperando con un ritmo envidiable: 10,6% en 2021 y se espera 6,1%% para 2022. Es el país que está liderando el crecimiento en Latinoamérica. Los inversores internacionales no han huido espantados cuando se supo que un ex guerrillero había ganado las elecciones. El peso se ha devaluado ligeramente frente al dólar (un 3,8%), aunque la verdad es que está al mismo nivel que en mayo. La Bolsa de Valores (ColCap) perdió un 3,8%, pero ya venía perdiendo fuerza desde abril.

Le queda lo más difícil: reducir el nivel de pobreza y llevar a cabo su proyecto. ¿Lo hará subiendo impuestos? En realidad, tiene un desafío mayor que es no meter miedo a los inversores internacionales. El mismo día de su victoria, Petro escogió el Movistar Arena de Bogotá para decir que no iba a destrozar al capitalismo, aunque la misma palabra le haga rechinar los dientes. “En otras campañas venían gritándonos una y otra vez… a través del miedo diciendo que íbamos a expropiar y a destruir la propiedad privada, pues bien les digo: Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo adoremos, sino porque debemos superar el feudalismo en Colombia, superar esa nueva esclavitud, superar mentalidades atávicas, de este mundo de esclavos, para llegar a un pluralismo económico”.

Cuando Hugo Chávez llegó al poder dijo exactamente lo mismo. En una entrevista con este periodista en 1999, cuando se le mencionó que en las bases chavistas se hablaba de expropiar bienes y tierras, el mandatario venezolano fingió quitar miedo a los inversores españoles y afirmó: “Lo que usted me está diciendo forma parte del pasado: de la guerra sucia de la campaña electoral, que fue borrada en pocas horas por un pueblo que conoce muy bien cuál es nuestro plan de gobierno. Al contrario de lo que se dijo, vamos a desarrollar un proyecto económico, uno de cuyos fundamentos es devolverle a los venezolanos, especialmente a las clases medias, el derecho a la propiedad privada: el impulso a la pequeña y mediana empresa será fundamental para recuperar los equilibrios macroeconómicos y macrosociales, y eso está lejos de ser un planteamiento socialista de expropiaciones”.

Para el analista político Marcial Muñoz, director de ConfidencialColombia, “aún es muy pronto para aventurar si Colombia será el paraíso de ‘vivir sabroso’ que promete Francia [la nueva vicepresidenta Francia Márquez], o se volverá la nueva Venezuela de la Región, que auguran muchos también”. Si Petro hace una política socialdemócrata, desilusionará a los antisistema, radicales y extremistas que forman parte de la coalición Pacto Histórico. Por decirlo de otro modo, desilusionará a los Podemos de Colombia. Pero si decide aplicar a fondo un programa de izquierdas, añade Muñoz, “y toca el sistema de pensiones, el motor del país, el sector hidrocarburos, los TLC [Tratados de Libre Comercio] o simplemente sube desmesuradamente los impuestos a los empresarios, fracasará estrepitosamente”.

La prueba de que no se sabe por dónde irá Petro es que, pocas horas después de ganar, le felicitaron dos líderes mundiales: Joe Biden, presidente de EEUU, y Vladimir Putin, presidente de Rusia. Dos visiones opuestas.

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