La píldora económica

La inflación de la energía y los alimentos es menos alcista de lo que parece

Industria petróleo y gas
Industria petróleo y gas
Sebastian Carrasco / EP

Los precios del petróleo se han incrementado significativamente en los últimos meses, y los factores de demanda y oferta apuntan a que este tensionamiento puede continuar hasta fin de año, dada la reducción de la producción de crudo de Arabia Saudí y Rusia y la decisión de Rusia de prohibir la exportación de diésel, entre otras cosas por la fuerte demanda de gasóleo agrícola por las buenas cosechas. La consecuencia directa sobre la inflación es que cabe esperar una menos intensa reducción de la caída de la rúbrica carburantes del IPC en este final de año. Pero recordemos que tanto el precio del petróleo como el del gasóleo en euros está en los mercados internacionales hoy por debajo de los existentes hace un año, y que si el invierno no es muy frio debería corregir a la baja la demanda.

Pero lo diferencial de la crisis energética de 2022 en Europa frente al resto del mundo fueron los precios del gas y de la electricidad y aquí la situación es mucho mejor que en 2022. Además, las expectativas no dejan de mejorar como lo demuestra que los precios a futuro de gas no han dejado de moderarse. En el caso del gas natural, los factores explicativos de esta moderación son la menor demanda esperada; los altos inventarios de gas y la existencia de más capacidad de regasificación y por tanto de acceso al gas natural licuado (GNL). Es cierto que hay riesgos potenciales como una prohibición de exportar GNL ruso, o gas a Ucrania, pero la lectura es que los precios serán mucho más bajos que en 2022.

Deberíamos esperar una corrección de la inflación energética europea y de toda la cadena de bienes y servicios

En lo que se refiere a la electricidad, este menor precio del gas es clave porque la generación eléctrica con gas fija el precio en muchas horas pero hay otros factores que nos hacen ser positivos sobre los precios eléctricos: en primer lugar la vuelta a cifras de generación nuclear más cercanas a plena utilización de las centrales nucleares francesas, en segundo lugar las reservas hidráulicas en Europa están por encima de la media, una mayor potencia instalada de eólica y por último que la demanda está un 10% por debajo de la de pasado año. Con todo ello deberíamos esperar una corrección en la inflación energética europea piénsese que el ipc del gas en la zona euro en octubre de 2022 fue del 80% y que el de la electricidad subió un 100% en noviembre de 2022. Por lo tanto, veremos correcciones en el IPC de la zona euro, pero no solo en las rúbricas energéticas, sino en toda la cadena de bienes y servicios que utilizan estas fuentes energéticas.

El efecto en el IPC de los alimentos

Si miramos al otro componente de la inflación llamada residual o no subyacente, es decir los alimentos, vemos cierta moderación en las tasas de inflación frente a los máximos de 2022. Pero, ¿qué podemos decir de la dinámica reciente de los precios de los alimentos y de su esperable evolución en los próximos meses?

En los mercados mayoristas los precios del maíz, el trigo y la soja han bajado sustancialmente, aunque quizá no se sea consciente de cuánto. En términos concretos, el maíz ha caído un 17% desde julio y un 34% en comparación con el año anterior. El trigo ha seguido una tendencia similar, con una caída del 11% desde julio y un asombroso 37% en comparación con el año pasado. Mientras, la soja ha experimentado una fuerte corrección del 14,8% desde julio, aunque la caída anual es menor, solo un 5%.

Para explicar la dinámica de estos precios debemos observar el contexto geoeconómico global. Varios factores están en juego aquí:

Reducción de la prima por riesgo geopolítico: en 2022, ante el potencial corte de la enorme producción de cereales y oleaginosas de Ucrania y también de Rusia se produjo un encarecimiento brutal. Hoy, a pesar de no haberse aprobado el acuerdo de exportación de granos a través del Mar Negro, está prima ha caído por las buenas cosechas en Rusia, y por las exportaciones ucranianas a través de otras rutas. De hecho, varios países de la Unión europea quieren prohibir la importación de cereal ucraniano porque hunde los precios y los ingresos de sus agricultores. Por otra parte, la gran cosecha de trigo en Rusia se está traduciendo en un aumento de sus exportaciones.

Pero es que, además, existen razones propiamente de mercado de físicos. En el caso del trigo, los inventarios almacenados son altos. El hecho de que en esta parte del año gran parte de los principales exportadores del hemisferio occidental estén cosechando hace que la oferta se muestre muy robusta. Aunque la sequía en la Unión Europea y Canadá, por un lado, u las copiosas lluvias en China por otro, han disminuido las perspectivas para la cosecha 2023/24, las previsiones de la FAO son que la producción alcanzaría en el 2023/24 los 781,1 millones de toneladas, la segunda mayor producción registrada en la historia, ayudada por mejoras en Estados Unidos, India y Ucrania. No está mal y debería ayudar a seguir conteniendo la inflación.

Por lo tanto, aunque por reducciones de exportaciones en la India, mala producción de remolacha y problemas en Ucrania continúe alto el precio del azúcar, el ochenta por ciento de los componentes del IPC de alimentos deberían continuar moderándose, entre otras cosas por la caída de los cereales para piensos. Sin embargo España tiene un problema particular que es su alta producción y consumo de aceite de oliva cuyo precio no deja de aumentar, pero esto es consecuencia de la baja cosecha de 2022, que no lo fue tanto por la sequía como por que la floración del olivo en abril mayo se vio truncada por una ola de calor, lo que en muchos casos redujo la producción de aceitunas en un 70%. 

Ahora, aparte de problemas de acaparación y de expectativas otra vez de baja producción, deberíamos pensar en que si el otoño es como se espera húmedo, y dado que la floración no se ha visto tan perjudicada como en 2022, la prima en el precio porque el cambio climático acabe con el aceite se modere. Así que en los próximos meses veremos cómo se reduce la inflación de alimentos, pero no la de bebidas, que en su mayoría son azucaradas, probablemente deberemos abandonar la coca cola clásica y la casera.... bueno y mojar menos pan en aceite.

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