La píldora económica

Inflación y tipos de interés en Europa, ¿qué debemos y podemos esperar?

Lagarde
Christine Lagarde, presidenta del BCE.
Agencia EFE

En la pasada semana hemos visto como los tipos de interés de la deuda pública no dejaron de progresar, alcanzando máximos no vistos desde 2007, el 5% para ser exactos en EEUU; en España los tipos a 10 años al 4% y en Alemania al 2,9%. Como señalaba en un artículo anterior, los tipos a largo plazo suben en las últimas semanas más por un incremento exigido por el inversor para tener deuda a un plazo amplio, es decir por una prima de plazo. Esta prima puede ser explicada por diversas razones, pero hay una que indicaría el riesgo de que haya una crisis en el mercado de bonos: los estados tienen mucho déficit público y para emitir mucha más deuda, deben ser percibidos como solventes y con ratios de Deuda Pública sobre PIB que no crezcan con el paso del tiempo. Si no es así, se le exigirá unos tipos de interés muy altos para compensar por el riesgo de impago. Esta es por ejemplo la explicación del aumento de los tipos de interés en Italia, ante las últimas previsiones de déficit y de evolución de la deuda publica

Lógicamente el tipo de interés a largo plazo también depende de qué tipos a corto plazo esperemos en el futuro: si los bancos centrales insisten en que tendrán que mantener los tipos a corto plazo elevados en el tiempo para luchar contra la inflación, los tipos a largo también subirán o se mantendrán altos. Hoy, el mensaje de los bancos centrales podría resumirse en “wait and see” (y si hace falta subimos más los tipos y si no, no los tocamos).

En Estados Unidos dicen claramente que las condiciones financieras son restrictivas y que el aumento de los tipos de interés a largo plazo ocurrido desde finales de septiembre, si se mantiene en el tiempo, equivale a un alza de los tipos de interés a corto plazo de 0,5 puntos. Por lo tanto, hay que esperar a ver qué ocurre con la inflación porque lo que es el empleo no está resintiéndose por el momento.

Pero el hecho es que los tipos a corto plazo están ya por encima de las tasas de inflación a corto plazo, y el hecho de que los tipos a largo estén tan altos también supone una presión a la baja de los precios y la actividad. Así la menor concesión de hipotecas presiona los precios de la vivienda y, por otra parte, estos tipos elevados llevan a caídas en las valoraciones de bolsa. En ambos casos estamos hablando de que esos tipos a largo influyen negativamente sobre los dos activos en los que se concentra la riqueza de las familias: las acciones y las viviendas. Por lo tanto, están contribuyendo a reducir el consumo por un efecto de menor riqueza.

El tema es que si esperásemos bajadas de tipos a corto plazo tendríamos menor presión sobre esos activos y además, 'ceteris paribus', tipos a largo plazo más bajos, y eso parece que los bancos centrales lo quieren evitar, por el momento.

¿Por qué si todos los factores anteriores están frenando la inflación, el BCE ve todavía con tanta preocupación los niveles, que no dejan por otra parte de caer? Los datos de IPC de la zona euro (IPCA) se están moderando rápidamente. En el mes de septiembre la inflación del euro fue del 4,3% y la subyacente (excluyendo energía y alimentos no elaborados) fue de 5,45%, por debajo ya de la de España que fue del 5,8%. Incluso los alimentos no elaborados aumentan menos de precio en la zona euro un 6,6% frente al 10,8% en España, probablemente porque consuman menos aceite de oliva. Si la inflación en octubre es la que esperamos, tendríamos ya dos meses de fuerte caída de precios en la eurozona. Teniendo en cuenta que el Euribor a seis meses ya está en el 4%, estamos hablando de tipos de interés reales positivos en el último trimestre del año y de un crecimiento económico en la zona euro inferior al 1% en 2023, muy similar en 2024. Por lo tanto, ¿no es momento de dejar de enviar mensajes de que los tipos de interés pueden subir más y de generar la expectativa de que no va a haber más aumentos de tipos de interés? Claramente esto ayudará a evitar una recesión en este y el próximo trimestre en la zona euro y, en mi opinión, no pone en peligro la continuidad de la moderación de la inflación hacia el objetivo del 2%.

Existen como siempre factores de riesgo. En la actualidad se vuelve a hablar de la prima geopolítica en los precios del crudo, como consecuencia de los atentados en Israel, pero nos olvidamos de que la crisis de precios del año 2022 fue derivada de una guerra que afecto a los componentes de precios del 85% del IPCA europeo y que llevo a los precios del gas en Europa a un valor tres veces superior al actual, y a los del petróleo a un 40% superior a los actuales. El conflicto actual probablemente solo tenga efectos sobre el precio del petróleo. Y pensemos que los precios actuales ya incluyen una prima de riesgo en el petróleo teóricamente derivada de un escenario de escalación del conflicto, pero sin incluir guerra directa entre Israel e Irán. O sea, que hoy seguimos teniendo precios de la gasolina y el gasóleo inferiores a los de hace un año, con prima de riesgo geopolítica incluida. Salvo que escaláramos al peor de los escenarios que parece muy improbable, los riesgos de precios al alza son mínimos, máxime si lo comparamos con los de 2022. En cualquier caso, no nos engañemos, serán las decisiones de la FED las que indiquen el camino a seguir al BCE; los europeos, mientras tanto, quieren hablar de liderazgo y autonomía estratégica, con el euro digital y el ajuste de Co2 en frontera; vamos sin chips y sin baterías, pero autónomos estratégicamente.

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