Crear un evento en prime time

Boris Izaguirre y las polémicas del corazón: así intenta recuperar poder TVE

'Lazos de Sangre' ha crecido en su nueva temporada: analizamos claves televisivas de un programa-contenedor que otorga el dinamismo del directo a la emisión de un documental. 

Boris Izaguirre en 'Lazos de Sangre'
Boris Izaguirre respondiendo una llamada mítica en 'Lazos de Sangre' como acertado colofón de programa.
Borja Terán

Boris Izaguirre representa a la televisión que no se conforma. Su trabajo va unido a la preparación. Se nota que se estudia a fondo su guion al frente de 'Lazos de Sangre', un programa de La 1 que ha ido creciendo con el paso de las temporadas a pesar de que los personajes con más tirón se van agotando.

Porque, al final, 'Lazos de Sangre' no deja de ser una versión más elaborada de 'Hormigas Blancas -que ahora también recupera Telecinco- y que han realizado otros canales, como Telemadrid bajo el nombre de 'Huellas de Elefante'. La historia va de realizar un monográfico -con prolegómeno, documental y debate posterior- sobre un gran icono del folclore nacional. En este caso, una saga. Aunque desde los noventa, este tipo de programas suelen recurrir siempre a las mismas personalidades. Que si Rocío Jurado, que si Lola Flores, que si la Duquesa de Alba. Pero el reto de estos formatos está en actualizar sus mitos y no quedarse en el bucle de personajes que se sabe que siempre funcionan. Es como cuando un programa de viajes asegura su filón de audiencias acudiendo a Nueva York, la ciudad por la que todos los espectadores sienten curiosidad porque da la sensación que conoces aunque no hayas pisado jamás.

En su tercera temporada, 'Lazos de Sangre' ha dado un paso en este sentido. Ahora ha abierto más la tipología de familias. De Laura Valenzuela a Ángel Nieto. Incluso Martes y Trece o José Bono, en la pasada noche. El documental está muy cuidado, en testimonios y estética. Pero, además, el programa ha pegado un salto muy a valorar en la creatividad televisiva. No se acomoda en ir al manido debate de la especulación sobre el personaje con colaboradores estelares y se apuesta por golpes de guion para dotar de más arte televisivo a lo que podría ser sólo la emisión de un documental y un debate posterior con el que dar más enérgico empaque en vivo a lo enlatado.

Así en 'Lazos de Sangre' hemos visto desde crear expectación mostrando el recorrido de unos moteros por Prado del Rey hasta frenar en la puerta del mismo plató para, allí, hacer rugir sus motores en homenaje a Ángel Nieto a acabar en alto el programa con la interrupción de una inesperada llamada a Boris Izaguirre. Era la famosa señora de la empanadilla de Martes y Trece. Esto es lo que necesita la Televisión Española de hoy como nunca: aprovechar la imaginación audiovisual para otorgar a los programas de un mayor carácter propio y un mimo narrativo especial, lo que propicia el sentimiento en el público de que asiste a un evento especial, sorpresivo y novedoso. Un evento en el que hay que quedarse hasta el final porque puede existir un último ingenioso guiño cómplice, porque hasta se cuida el colofón

Los estudios de TVE tienen que ser un epicentro creativo en donde no sólo se cuenten cosas que ya se saben, sino que también se creen in situ momentos singulares para la posteridad. Instantes que nos retraten como país, que nos ilusionen como audiencia, que nos descubran como sociedad, que nos desafíen. Es la forma de que TVE recupere el poder de influencia: asentando citas de contenidos propios que acontecen dentro de sus reconocibles instalaciones y que pueden ir desde el formato de la entrevista exclusiva hasta el espectáculo que toma el pulso a su realidad.

En este caso, 'Lazos de Sangre' no es un riesgo televisivo. Es un evasivo programa del corazón en un momento en el que Telecinco se ha hecho con sus propios personajes del cuore y ha relegado a los del pedigrí de siempre. Pero este género en el prime time de La 1 ayuda a que TVE recupere parte de relevancia gracias a la atractiva iconografía de unas biografías envueltas con esa travesura elegante que representa Boris Izaguirre y su visión del medio, tan pícara como responsable. Su manera de jugar en plató y las ideas de guion que prepara 'Lazos de Sangre' es un empujón de viveza para Televisión Española. El siguiente paso es indagar en otros personajes que se salen de lo pronosticable en este género. E incluso a tratarlos más allá de los clichés del corazón clásico. Es más, no quedarse solamente en el contertulio clásico e indagar en otros tipos de perfiles de expertos que expliquen peculiaridades que aportan y que no siempre se cuentan, quedándonos atascados, a veces, en unos clichés retrógrados del qué dirán que son caducos. Porque ya va siendo hora de que TVE pegue la vuelta a los estigmas de una prensa rosa de dimes, diretes y polémicas del couché de antaño -como cuando este tipo de espacios sentencian aquello de "no encuentra la estabilidad emocional porque no lleva 20 años con la misma persona", ¿mande? La estabilidad emocional no es eso...-Estigmas que van quedando atrás y con los que ya no se sienten representadas las nuevas generaciones de la sociedad. Y eso la televisión pública también debe plasmarlo. Es más, debe practicarlo. Así conectará con nuevos públicos como ya lo hizo con 'OT 2017', pero ahora de una manera más constante. Toca mirar a nuestro tiempo sin pensar que estamos en 2001. Porque ya estamos en otro punto y hay que narrarlo. Señoras, señores, han pasado dos décadas de 2001. Y, a veces, parece que la televisión no se ha percatado de ello.

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