OPINION

OT prescinde de Itziar Castro: claves de una inaudita crisis en la Academia

ITZIAR CASTRO
ITZIAR CASTRO
EUROPA PRESS

Itziar Castro abandona la Academia de OT. Lo ha desvelado Fórmula TV  y lo ha confirmado este medio. La evolución de los concursantes no es la esperada y el peso de la culpabilidad ha recaído en la nueva profesora de interpretación.

Inaudita baja en la historia de 'Operación Triunfo', que denota la crisis que viven las tripas del programa y que además evidencia que sus artífices saben que algo no va bien. Los concursantes no traspasan. ¿Es culpa de los concursantes? ¿Es culpa de Itziar? ¿O de la alargada sombra de la edición del año pasado?

La televisión es trabajo en equipo y fruto de muchos factores. Así que no es culpa de nadie y a la vez de todos. En televisión, muchas veces se escoge un nombre porque está en mayor o menor medida en la cresta mediática. Se eligen perfiles de artistas por estar de moda, por haber hecho ruido últimamente por el motivo que sea o porque tiene un perfil que aparentemente puede vender mediáticamente, pero no se valora especialmente su experiencia en el sector. Se busca el titular viral cuando se anuncie su fichaje: un titular que no sería un golpe de efecto si se elige a un profesor de interpretación prestigiosísimo pero desconocido para el público... o para Twitter.

Itziar Castro es una actriz trabajadora, que se ha curtido en numerosos cortos y cine indie y que ha dado el salto al cine logrando una merecida visibilidad con la película Pieles (por la que la nominaron al Goya revelación) y su personaje en Vis a vis. Y ella ha sabido aprovechar esa visibilidad en redes sociales. Pero no tiene experiencia en el ámbito de la dirección de actores en televisión, que es donde se sustenta una clase de interpretación en un talent show. Y eso el programa lo ha notado. A veces, le costaba hasta explicar el sentido de las canciones, crucial para que los concursantes logren una interpretación en escena más allá de cantar en formato karaoke.

Itziar ha intentado evolucionar, ha trabajado para quitarse esas dificultades y vencer prejuicios, pero, a la vez, su actitud no ha sido televisiva ni ha generado suficientes vídeos. Y OT es un formato de televisión. Si Los Javis sabían provocar grandes momentos que facilitaban el descubrimiento del programa en redes sociales, la actitud de Itziar en clase, más sosegada y menos propensa al show, ha propiciado que no destaquen sus talleres u horas lectivas.

Es cierto que el año pasado hubo alumnos mucho más vivos, apasionados y menos apáticos que los de Itziar, pero es que, en OT, de las clases de interpretación no sólo se espera trabajo y resultados sino también "show" tras los antecedentes de Àngel Llàcer y Los Javis. Una clase de interpretación en OT no es como una de técnica vocal con Capdevila o Laura Andrés, a los que no se les pide generar "contenido".

Pero de todo se aprende. Y el problema de este OT no es Itziar. O al menos no sólo ella. Es simplemente que la Academia se ha contagiado de una inseguridad que se hace aún más evidente con la marcha de Castro. El futuro de esta edición es ahora más incierto, y menuda papeleta se le deja a quien entre como profesor sustituto, sea mediático o no.

El año pasado, el formato de Gestmusic, con ayuda de Noemí Galera y el luminoso casting, supo acotar el tono de su contenido sin salirse de esa línea de inspiradora escuela de música, que fue resucitada en un momento en el que pocos espectadores confiaban en la vuelta del concurso y, por tanto, no se encontraba en un punto de mira tan exigente como este año.

Obviamente, el éxito de OT 2017 se debió a muchas decisiones inteligentes, pero también se produjo una magia especial que sólo ocurre cuando converge una serie de factores intangibles que este año no se están dando, incluida la ingenuidad de un espectador que ya se había olvidado de OT y que este año demanda sentir lo mismo que el año pasado. Y eso es imposible.

¿Y qué pasa cuando la magia no brota de manera natural? Que se puede seguir trabajando para ello, cambiando y reconduciendo algunas piezas del puzzle. Y de hecho es lo que hay que hacer. Pero, aún así, nada garantiza que el puzzle vaya a volverse repentinamente extraordinario.

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