Golden share

Gane quien gane la partida, todos perdemos con el órdago de Ferrovial

Montaje gráfico Ferrovial portada 2x2
Gane quien gane la partida, todos perdemos con el órdago de Ferrovial
Nerea de Bilbao (Infografía)

Pocas juntas de accionistas se recuerdan con una tensión previa tan alta como la que celebra este jueves Ferrovial. El intercambio de cartas entre el Gobierno español y la compañía, el apoyo de los asesores de voto a la mudanza o el cambio a última hora del sentido del voto de Norges Bank son un cacareo que tapa el trasfondo de esta operación: España pierde a una de sus grandes insignias internacionales, que prefiere cambiar su sede social a Países Bajos y asumir un importante daño reputacional a conservar su pasaporte. Y se irá, salvo sorpresa, con un encontronazo institucional de tarjeta roja y dejando varias cicatrices.

La primera, la argumentación de que una de las razones que empujaban al traslado era la búsqueda de un entorno jurídico con elevada estabilidad. Una afirmación capaz de hacer reflexionar a los mercados sobre qué pasa en España y que la propia Ferrovial matizó rápidamente. La otra, la huida hacia un ‘paraíso’ con calificación AAA; es decir en busca del dorado de unas mejores condiciones de financiación para quitarse el ‘coste’ extra de ser un emisor español que coloca deuda bajo el paraguas de una A (S&P), A- (Fitch) o Baa1 (Moody’s)- en bonos soberanos. La tercera, que es un camino sin retorno. Por la experiencia que tuvimos con la declaración de independencia anulada de Carles Puigdemont, una vez una empresa decide irse, no suele tomar el camino de vuelta. Y, a diferencia del independentismo, Ferrovial realmente no tiene apego a su futuro pasaporte holandés, sino que sueña con el estadounidense.

Puede que el Gobierno socialista tienda al intervencionismo, pero cuesta pensar que uno del PP estuviera contento con una decisión de este tipo y que no hubiera movido un dedo para pararla en aras de la libertad de mercado; aunque es difícil saber si habría sucedido con los populares. El ambiente ha estado muy caldeado entre los empresarios y el Ejecutivo en los últimos años. Ricos en general, bancos, eléctricas o nombres propios como Del Pino, Amancio Ortega o Juan Roig han protagonizado algunos de los dardos más directos desde Moncloa. Tampoco es justificable la amenaza de Espada de Damocles fiscal contra la empresa que se está enarbolando en los últimos días.

Lo que toca ahora es templar los ánimos y reflexionar sobre las razones que nos han llevado hasta aquí, si estamos cuidando suficientemente la marca España, las ineficiencias que tiene Europa a la hora de ofrecer un trato equitativo a sus multinacionales y realmente dónde está el mercado de valores español. Nuestro Ibex 35 es un indicador poco competitivo a nivel internacional, con un número reducido de valores, maltratado fiscalmente respecto a otros por la tasa sobre transacciones financieras, con un gran peso de energéticas y banca y que no genera suficiente gancho para convertirse en una base sobre la que generar muchos productos financieros.

Cotizar en EEUU da más 12 veces más de posibilidades de entrar en la cartera de un fondo de inversión

Según datos de Morningstar, existen 157 fondos especializados (incluye todas las clases y categorías) en renta variable española a disposición de los inversores nacionales. Si buscamos fondos de bolsa estadounidense, la cifra se dispara a 1.953 repartidos en siete categorías. Eso quiere decir que cotizar en Estados Unidos da 12 posibilidades más de entrar en una cartera de un inversor institucional que si lo haces en España. Y cuantos más inversores ‘peleen’ por adquirir tus títulos, más vías para poner en valor a una compañía existirán. Si, en paralelo, te encaramas al S&P 500 -una aspiración que Ferrovial reconoce-, tu visibilidad es más alta; también para captar financiación directamente al otro lado del Atlántico.

Sin entrar en las diferencias regulatorias o fiscales que existen entre los países europeos y que necesariamente deberían limarse más pronto que tarde, casos como el de la compañía que preside Rafael del Pino demuestran que la integración de los mercados europeos es algo muy deficitario y que habría que dar pasos para arreglarlo. El S&P 500 aglutina a firmas de todo Estados Unidos, da igual de qué estado, con riesgo ‘país’ similar. La Unión Europea está muy lejos de esa integración, aunque existan índices comunes como el Stoxx 600 o se esté realizando un esfuerzo para estandarizar la información no financiera. En lo importante, cuesta avanzar y el riesgo país sigue siendo algo que está muy presente y que indirectamente afecta a las compañías con determinado pasaporte. Seríamos mucho más competitivos con unos mercados donde a las cotizadas europeas se las analizara como valores UE y que sus índices, realmente diversificados, fueran capaces de convertirse en subyacentes de referencia para la industria de la gestión de activos.

Si la covid forzó a que los 'eurobonos' vieran la luz, igual es el momento de dar pasos hacia la consecución de un rating paneuropeo, que quite razones económicas a mudanzas como la que plantea Ferrovial; limitando el impacto del ‘riesgo país’ en las empresas multinacionales. La UE lleva años trabajando en borrarlo en la banca con el todavía inconcluso fondo de garantía de depósitos europeo, que sería un primer paso para armonizar las primas de riesgo. Yendo algo más allá, tal vez se evitaría que grandes compañías pura marca España tengan que elegir entre el patriotismo o la flexibilidad financiera en momentos donde el mercado de deuda ha dado un giro de 180 grados por la vertiginosa subida de los tipos de interés.

Si no, el riesgo de que se vea algún otro caso como el de Ferrovial seguirá existiendo. Que una gran empresa renuncie a su nacionalidad es preocupante por lo que proyecta de cara al exterior y por esa lucha ridícula para ver quién gana el pulso. Poner a toda la maquinaria del Estado a funcionar como castigo puede que evite que algún otro empresario le copie, pero también reenfocará el prisma de lo ‘friendly’ que es España para las empresas.

Con la huida de Ferrovial perdemos un activo relevante como país, no lo perdamos de vista. Pero Ferrovial cede su identidad y será apátrida cuando aterrice en Wall Street. Malo para todos.

Mostrar comentarios