Libertad sin cargas

Calviño y sus previsiones, el último patinazo de un ministerio en desbandada

La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño.
La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, en el último Consejo de Ministros.
EFE

Nadia Calviño presentó el pasado martes al Consejo de Ministros las previsiones económicas elaboradas por su Ministerio para el año 2021 y siguientes. Apenas horas después, el Instituto Nacional de Estadística (INE) las dinamitaba al corregir a la baja -muy a la baja- las estimaciones iniciales de crecimiento para el segundo trimestre del año. Se desconoce si, ante tamaño desaguisado, el presidente del Gobierno ha llamado a capítulo a la vicepresidenta, si bien la ‘señalada’ comparecía este domingo en El País para ‘desfacer’ en lo posible el entuerto. Y es que apenas el INE dio el cambiazo, las estimaciones del Ejecutivo se convertían en papel mojado para los más conspicuos analistas del sector. De hecho, el crecimiento del 6,5% del PIB que aún anhela la ministra se ha visto rebajado en un punto por alguno de los servicios de estudios. Con una conclusión clara: peligra la base de elaboración de los Presupuestos Generales del Estado. Un problema más que Calviño suma a Sánchez, que demasiado trabajo tendrá para que sus socios independentistas den el plácet tras episodios como el de Puigdemont.

El principal derrape, empero, no enlaza tanto con las previsiones en sí como en la medición de los tiempos. ¿No sabía Calviño que el INE iba a reventar sus cifras y a retratar su cuadro macro sin solución de continuidad? Repreguntada con acierto por la cuestión, que es la madre del cordero, la vicepresidenta tira de ortodoxia en la referida entrevista dominical. “El INE es un organismo independiente y, por tanto, tendrá que explicar su metodología y por qué se ha producido esta revisión”, lanzaba sin responder directamente a la cuestión, perfectamente abordable con un sí o un no. Lo cierto es que todo aquel que haya rondado la información macroecónomica sabe que los diferentes gobiernos nunca han sido del todo ajenos a los datos que facilita el INE, por mucho que este sea un organismo que goza de absoluta independencia. Una reflexión que aplica especialmente cuando se plantea una modificación tan relevante en las previsiones. Si el Ministerio era consciente de tan severa actualización y siguió adelante, el movimiento es cuando menos audaz, casi temerario. Si la desconocía, como parece apuntar la vicepresidenta, la cuestión es si cabe más compleja.

No falta quien recuerda, al ser preguntado por la endiablada situación, el momento de transición que vive el Ministerio, golpeado sin duelo desde hace meses por las numerosas salidas de altos cargos. Paradójicamente, un buen conocedor de la casa echaba de menos este viernes al anterior director general de Análisis Macroeconómico, Carlos Cuerpo, ascendido a finales de agosto a secretario general del Tesoro tras la marcha de Carlos San Basilio al Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD). Cuerpo ya se había desempeñado con éxito como director de la división de Análisis Económico en la Airef durante la etapa de José Luis Escrivá al frente del organismo. En todo caso, no es el único caso de un relevo sonado en un puesto clave dentro del área económica. Por ejemplo y más allá de las sucesivas bajas en ese potro de tortura que es la comunicación, la desbandada en mayo incluyó el adiós de pesos pesados como la secretaria de Estado de Economía y Empresa, Ana de la Cueva, o como de la propia jefa de gabinete de la ministra, Carmen Balsa. Y así hasta en una decena de casos, suficientes como para reflexionar ante tan masiva huida de talento.

Las previsiones macro no son el primer charco en el que mete un Ministerio que a priori debería caminar por terrenos menos pantanosos y más ‘burocráticos’, de la mano de los aparentes buenos oficios de su cabeza visible

De hecho, si Calviño aún duda sobre la metodología aplicada por el INE y las razones de la revisión, y si nadie en su flamante nuevo equipo es capaz de explicársela, bastaría con que cruzara una llamada telefónica con quien en su día era presidente del Instituto cuando la propia política gallega aterrizo en el Gobierno. Es más, puede que ni le haga falta, en tanto Gregorio izquierdo, hoy director del Instituto de Estudios Económicos (IEE), explica lo sucedido en un brillante artículo publicado este sábado en Vozpópuli. Defiende el economista la calidad de la estadística oficial española, la justificación de la revisión y explica cómo el dato de avance del trimestre se construye, en esencia, con la EPA y con los dos meses disponible de consumo privado. El guarismo definitivo, empero, incorpora ya la inversión, el sector exterior y las ventas de las empresas. En un momento de inflexión cíclica de la actividad, en plena pandemia y de elevada incertidumbre tanto para los consumidores como para las empresas, las variaciones son hasta lógicas. Una explicación que cualquiera puede entender.

No es el primer charco, además, en el que mete sin encomendarse ni a dios ni al diablo un Ministerio que a priori debería caminar por terrenos menos pantanosos y más ‘burocráticos’, de la mano de los aparentes buenos oficios de su cabeza visible. Por ejemplo, todavía se preguntan en las moquetas de los principales bancos del país por qué sigue azuzando la vicepresidenta la guerra contra los salarios de sus ejecutivos después de haber permitido sin cortapisa alguna la fusión entre Caixa y Bankia, boda en la que tenía voz y voto como accionista a través del FROB. Tampoco se ha entendido bien en entornos empresariales, que veían a Calviño como su última red de seguridad ante las embestidas podemitas, su complacencia ante la última subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) capitalizada por su colega de gabinete, Yolanda Díaz, un claro valor al alza que parece no tener contrapesos en el Ejecutivo de socialistas y morados. “Entiendo que haya quien tenga interés en generar polémica, pero realmente tenemos por delante como país, como sociedad, retos de una gran magnitud (…) y de verdad creo que tenemos que centrarnos en lo importante”, expone Calviño en el diario del Grupo Prisa al ser preguntada por supuestas discrepancias. El debate de fondo quedó para otra ocasión. No es accesorio recordar que el Banco de España ya cuantificó el impacto de la subida del SMI en 2019 en términos de empleo; se cobró entre 100.000 y 180.000 puestos de trabajo.

Expone el propio supervisor en su último informe que la pronosticada aceleración de la actividad en el tercer trimestre contiene una “incertidumbre muy elevada”, en tanto “la información cuantitativa referida a los meses de verano es todavía relativamente escasa”. Una prudencia que bien podían haber copiado otras instancias. Todo sin contar con que también “existen dudas acerca de la magnitud de la contribución al crecimiento económico que podrían haber realizado los proyectos vinculados al programa Next Generation, dadas las limitaciones de la información disponible al respecto”. Más bien, como publicó en este periódico Bruno Pérez, el Gobierno afronta la recta final del año con el 80% de los fondos UE sin ejecutar. Aseguraba recientemente un alto responsable político que “la magnitud del dinero comunitario es tal que relanzará el crecimiento… aunque se utilice mal”. Ahí, por ejemplo, cabe preguntarse: ¿Cientos de millones para el hidrógeno verde? ¿Estamos dispuestos a 'comernos' toda la curva de aprendizaje mientras saneamos los balances de determinados asesores y empresas? Una cuestión extrapolable a otras apuestas. En esos debates se espera a la todopoderosa vicepresidenta económica. De los lugares comunes a los hechos.

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