EN TROMBA

Marlaska

EFE
Marlaska
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Desde que adquirió la condición de político profesional, con silla en el olimpo, Fernando Grande-Marlaska se olvidó de la Justicia. El que fuera juez colgó la toga y no sólo metafóricamente hablando, aunque siga destilando esa prepotencia que siempre le ha acompañado, esa que le hace tener tan alto concepto de sí mismo y le susurra al oído que él siempre tiene razón. Fernando Savater afirma que no siempre nos movemos atraídos por la luz, que a veces es la sombra la que nos empuja. Pues esa sombra tan alargada como absorbente que es la política parece haber engullido al ex magistrado, llevándose por delante esa aureola de justiciero que le acompañaba, de hombre recto y ético para quien la Ley lo era todo.

Ahora ya no sabemos si aquello realmente existió. Y tampoco estamos seguros de que llegara a ministro sin proponérselo o sí por el contrario la carrera judicial fue el peaje para alcanzar el cielo. No hay que olvidar que fue vocal del CGPJ a propuesta del PP, y que se postuló entonces sin éxito para Fiscal General del Estado. El fiasco no le hizo reblar, fue constante, cambio de bando y el ‘gordo’ le llegó con Pedro Sánchez a quien, en justa reciprocidad, sirve con entrega.

La reciente patada en la puerta o la sentencia que le obliga a restituir al coronel Pérez de los Cobos, aquél traslado a la península con nocturnidad y alevosía de los migrantes de Arguineguín en pleno estado de alarma y sin informar a nadie, o el acercamiento de etarras no se sabe si en base a la Ley Penitenciaria o al apoyo del PNV y Bildu a la investidura, primero, y los Presupuestos, después, deja al descubierto la escandalosa amnesia de un ministro que antaño fue juez, un buen juez, aunque no lo parezca.

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