OPINION

La sheriff de Wall Street y el efecto mariposa que amenaza al Ibex 35

Elizabeth Warren, conocida como la sheriff de Wall Street
Elizabeth Warren, conocida como la sheriff de Wall Street

La primavera altera la sangre de las grandes sociedades cotizadas que, empezando por los bancos y terminando con las principales entidades no financieras del Ibex 35, acometen en esta época del año el examen ante sus juntas generales una vez cerradas con escuadra y cartabón, si no a martillazos, las cuentas del ejercicio precedente. Lo que solía ser un trámite para cubrir el expediente legal ante la masa anónima de accionista se ha ido convirtiendo de forma paulatina en un trago agridulce que, cuando vienen mal dadas, puede llegar a provocar serias inflamaciones de garganta a los todopoderosos gestores de las principales corporaciones del país.

La incorporación de los grandes fondos extranjeros al capital de las empresas bursátiles ha conmocionado los procedimientos habituales, incluyendo la socorrida caja roja de bombones, con que los consejos de administración se las arreglaban antiguamente para captar las delegaciones de sus fieles y bien agradecidos accionistas. La diversificación internacional de la base societaria ha dado lugar a nuevas figuras, importadas del mundo anglosajón como no podía ser de otra manera, que compiten a brazo partido por despertar la conciencia de los inversores con recomendaciones que la mayor parte de las veces se traducen en un voto de castigo para los primeros ejecutivos de las empresas.

Los socios institucionales van prestando cada vez mayor atención a los planteamientos de los rompedores proxy advisors, capaces de poner en solfa los modelos carpetovetónicos de gestión que a día de hoy todavía existen en España. Al margen de la equiparación salarial de las multimillonarias retribuciones metálicas o en especie, fijas o variables, lo cierto es que el buen gobierno de nuestros 'influencers corporativos' tiene más bien poco que ver con los estándares, mucho más rigurosos y exigentes, que predominan en otros países de nuestro entorno capitalista. De ahí el caldo de cultivo que alimenta el protagonismo de los nuevos Pepitos Grillo encargados de asesorar, aconsejar e inducir el ejercicio del voto en las asambleas de accionistas.

Los proxy advisors arrean con dos grandes caballos de batalla a la hora de determinar sus recomendaciones al mercado. De un lado están prestando especial atención a las remuneraciones de la alta dirección, incluyendo por supuesto, los consejeros ejecutivos que a fin de cuentas llevan el timón de las empresas. El objetivo no es otro que calibrar si los responsables directos de la gestión se ganan lo que cobran en relación al valor que generan para sus accionistas, un aspecto que puede cambiar radicalmente los baremos salariales de muchas de esas grandes empresas que llevan años con su cotización anclada en bolsa, pero que así y todo siguen aumentando como si tal cosa la retribución de sus primeros espadas.

Las nuevas tendencias de los asesores de voto constituyen, en segundo término, un punto de inflexión en la configuración de los consejos de administración, que se ha orientado básicamente a promover la relevancia y mayoría de los independientes como garantes de los intereses de los accionistas minoritarios. Una vez superada esta fase prehistórica de buen gobierno el planteamiento actual consiste en otorgar primacía a la idoneidad de los consejeros, su capacidad profesional con arreglo al marco de actividad operativa de la empresa y el valor añadido funcional que aporta en calidad de administrador. La proliferación de figuras decorativas designadas para pagar favores o vender servidumbres en los órganos de gobierno de las sociedades cotizadas no admite ahora ni media fisura en los informes de los proxy.

Consejeros nombrados a instancia de los trabajadores

La selección de los consejeros cobra una nueva dimensión a ojos de los grandes inversores institucionales que están saliendo de su letargo accionarial y ya no quieren interpretar el socorrido papel de convidados de piedra en el seno de las sociedades cotizadas. El capitalismo responsable va delineando un nuevo modelo de gobernanza cuyos perfiles contrastan abiertamente con los viejos estilos al uso. Como no podía ser de otro modo, la nueva moda está causando furor en Estados Unidos donde la senadora Elizabeth Warren acaba de lanzar su precandidatura para disputar la presidencia a Donald Trump en 2020 con un doble frente político y económico que tiene su centro de gravedad en los grandes poderes fácticos de la bolsa de Nueva York.

La sheriff de Wall Street, como es conocida en los ambientes políticos de Washington, ha atraído también el interés de los colaboradores más cercanos a Pedro Sánchez que ahora están trabajando en la definición del programa electoral socialista. La denominada ‘revolución Warren’ ha cautivado especialmente por una iniciativa que amenaza con remover los cimientos de las grandes sociedades del Ibex 35, en su mayoría entidades nacidas al amparo de antiguos monopolios de servicio público que fueron privatizadas en los últimos años del pasado siglo de la mano del Gobierno de José María Aznar.

La senadora demócrata propone la conveniencia de que un mínimo de dos quintas partes de los consejeros de las principales corporaciones empresariales sometidas a supervisión del Gobierno federal sean designados a instancias de la representación social; esto es, de los trabajadores y sus representantes oficiales. Algo de eso ya ocurría en las compañías estatales del antiguo INI pero ahora se trataría de corregirlo y ampliarlo al grupo de cabeza de las grandes sociedades cotizadas en bolsa. La medida supone un claro desafío a Donald Trump y su particular visión de las relaciones económicas en Estados Unidos, pero quizá por eso mismo ha abierto un debate profundo en Wall Street que ahora se está  propagando por el Viejo Continente.

En España la iniciativa tiene especial interés político dado que el PSOE es prácticamente la última esperanza con que cuenta la socialdemocracia europea de hacer valer su peso político en las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 26 de mayo. Dependiendo de los resultados que coseche previamente Sánchez el 28 de abril, el ideario de Elisabeth Warren puede convertirse en el mejor argumento del líder socialista en Bruselas. Los próceres de la patria bursátil y sus asesores de gobierno corporativo harían bien en analizar las propuestas económicas de la que puede ser la candidata demócrata a la Casa Blanca.

Los vientos que soplan desde el otro lado del Atlántico han sido determinantes para inflamar en España un capitalismo asilvestrado que se ha demostrado abominable para el ciudadano común. La ‘americanización’ de las empresas españolas ha legitimado en los últimos 20 años prácticas realmente impensables en nombre de una modernidad que ha sido claramente lesiva para la igualdad social. Un cambio de orientación procedente de Estados Unidos sería suficiente ahora para generar un efecto mariposa en un país que, como España, suele ser muy receptivo a experimentar con la teoría del péndulo. En Ferraz y aledaños a más de uno se le están haciendo los dedos huéspedes.

Mostrar comentarios