Opinión

Recuperación, inflación moderada, empleo precario en 2022... con el permiso de Putin

Sánchez, Calviño, Díaz
Sánchez, Calviño, Díaz
Europa Press

2021 fue un año de menos a más. Enero comenzó con restricciones para frenar la ola de infectados por Covid y la economía se paró en seco con Filomena. Desde ese bache tanto los datos de empleo como de ventas de IVA comenzaron a crecer y no pararon hasta final de año. La Agencia Tributaria dispone de ventas de empresas en tiempo real y ha decidido hacerlas públicas. Desde Filomena hasta julio las ventas de las empresas fueron muy similares a las de 2019, niveles prepandemia. Pero desde agosto comenzaron a crecer con fuerza hasta mediados de diciembre. Las ventas cerraron el año un 30% por encima de las ventas del año anterior y un 15% por encima de los niveles de 2019.

Desde el verano el mundo sufre una crisis del gas, y a Europa y a España nos afecta especialmente por nuestra dependencia de las importaciones. Eso ha provocado un brote de inflación que repuntó hasta casi el 7% en noviembre. La escasez de microchips ha forzado a reducir un 25% de la producción de coches, nuestro principal sector exportador. Lo normal es que el consumo de las familias y la inversión de las empresas se hubiera frenado. Pero la economía española ha vuelto a demostrar que es muy agradecida y que cuando tiene condiciones de estabilidad y financiación tiene un alto potencial de crecimiento y creación de empleo, algo que sucede desde que se aprobó el Plan de Estabilización en 1959.

En la cátedra Orfin de la Universidad de Alcalá esperamos un fuerte crecimiento en 2022 próximo al 5%, nivel similar al del consenso de mercado y de los organismos internacionales. El riesgo principal está en el conflicto de Ucrania. En noviembre Putin movilizó tropas en la frontera ucraniana y el contrato de gas de referencia europea subió hasta 180 euros MWh. Tras dos reuniones telemáticas con Joe Biden, el presidente ruso relajó la tensión y el precio se ha desplomado hasta 70 euros en una semana.

El debate no debería ser sobre el crecimiento de nuestra economía, sino sobre el tipo de crecimiento y especialmente sobre el tipo de empleo que se crea y los salarios que se pagan. La aprobación de la reciente reforma laboral ha sido otra oportunidad perdida que se ha politizado al extremo, lo cual dificulta tener un debate sosegado y racional sobre los cambios que necesita nuestra economía y nuestro mercado de trabajo en la era de la tecnología global.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz prometieron derogar la reforma laboral del PP y no lo han hecho. UGT y CCOO amenazaron con huelgas generales sino se derogaba y no lo van a hacer. Fátima Báñez, en 2012 fue la ministra de Trabajo que aprobó la reforma anterior, ha apoyado desde CEOE la reforma actual, sin duda la mejor contrastación que no ha sido derogada. Pablo Casado ha afirmado que la van a recurrir en el Tribunal Constitucional pero ahora deja la posibilidad de abstenerse. Con este nivel de demagogia generalizado en la política española es imposible acometer los cambios que necesitamos para afrontar las próximas décadas.

En 1977 en plena crisis del petróleo con la inflación superando el 30%, los partidos políticos se juntaron en los Pactos de la Moncloa mandando un contundente mensaje de confianza a los españoles. Allí se dio el paso definitivo para aprobar la Constitución y realizar una transición. Los españoles sorprendimos positivamente al mundo y aquello nos permitió avanzar durante décadas.

España necesita encontrar nuevos consensos que nos permitan progresar como sociedad. Eso exige un nuevo estatuto de los trabajadores ya que el anterior se aprobó sin internet, sin móviles y con un modelo de la era industrial, ya superado en la era digital. España sigue teniendo la tasa de paro más alta de los países desarrollados y una extrema volatilidad del empleo. Se crea mucho empleo en las fases expansivas, principalmente precario, y se destruye como una triturada de la carne picada cuando llega la recesión. Eso volvió a suceder entre 2012 y 2021 con la anterior reforma laboral del PP y volverá a suceder en los próximos años con esta.

Buena parte de los trabajadores de nuestros hoteles tienen contratos fijos discontinuos que a partir de ahora dejarán de considerarse temporales y serán fijos. Pero si el hotel sigue vendiendo la noche con todo incluido a 80 euros, los salarios de sus trabajadores seguirán siendo precarios. Si artificialmente subes el salario mínimo, muchas pequeñas empresas con márgenes estrechos contratarán a sus trabajadores a tiempo parcial para congelar los salarios y no pagarán las horas extras.

La nueva reforma acota la concatenación de contratos temporales a 18 meses. Pero según los datos del ministerio de Yolanda Díaz uno de cada dos contratos firmados en el pasado noviembre tuvieron una duración inferior a un año, uno de cada tres inferior a un mes y uno de cada cuatro inferior a una semana. El estado es el principal contratador temporal. En España seguimos teniendo costes de despido demasiado altos para los indefinidos y demasiado bajos para los temporales. Cuando caen las ventas y los ingresos las empresas despiden a los temporales que son los más baratos. Eso es lo que sucedió de nuevo el pasado año.

Cuando los indefinidos son despedidos y cobran la indemnización, está exenta de pagar impuestos. Si encuentran empleo rápido se suelen gastar el dinero de la indemnización en ladrillo, que es lo que mejor sabemos hacer en España desde antes de Isabel la Católica. Si históricamente hubiéramos invertido la mitad del ladrillo en tecnología hoy tendríamos una renta por habitante superior a Suecia. Si no encuentran trabajo y tienen un salario medio próximo a los 1.000 euros mensuales o inferior cobran el paro. En demasiadas ocasiones acaban agotando la prestación y cuando vuelven al mercado de trabajo, comprueban que las empresas les rechazan ya que prefieren gente que está empleada o con duraciones más cortas de desempleo.

En los países nórdicos, además de mayor capacidad tecnológica de sus empresas, no hay indemnización por despido. Los trabajadores además de un seguro de paro muy generoso los primeros meses tienen servicios de empleo eficaces que se ponen en contacto con ellos, les orientan para volver al mercado de trabajo cuanto antes y sino pueden les dan la formación de nuevas habilidades que necesitan para conseguirlo. Esto es flexiguridad y en España exigiría un cambio profundo de las leyes y del funcionamiento de los servicios de empleo. Los fondos europeos permitirían digitalizar y modernizar nuestros servicios de empleo pero la reforma es otra oportunidad perdida para acabar con la lacra de la precariedad en nuestro mercado de trabajo.

Por lo tanto, el escenario más probable es de recuperación intensa en 2022, con el permiso de Putin. Se creará mucho empleo pero seguirá siendo principalmente precario y mermado por el brote de inflación de 2021 que continuará en 2022, aunque será más moderado siempre con el permiso de Putin.

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