En mi molesta opinión

Díaz Ayuso, la nueva Quim Torra de la Meseta Central

Ayuso restringe la movilidad en 37 áreas de Madrid: "No afecta a viajes de trabajo"
Díaz Ayuso, la nueva Quim Torra de la Meseta Central.
EFE

Si no les conociéramos tanto hubiéramos dicho que ella y él, Isabel y Pedro (lástima que no se llame Fernando) eran los reyes catódicos de alguna telenovela o (si se llamara Diego) los amantes de Teruel… tanto ella como él. Pero no. Ni reyes ni amantes, solo dos gobernantes mortales en apuros buscando el cariño del enemigo, y de paso venderle a España una armonía necesaria pero más falsa que un billete de 22 euros o un pronóstico de Fernando Simón, escojan ustedes.

Es cierto que necesitamos concordia y cooperación entre las administraciones y las fuerzas políticas, pero para lograrlo antes hay que despolitizar la pandemia, algo de lo que no son capaces ni unos ni otros porque ello exige tener altura de miras, honestidad intelectual, nobleza de espíritu y anteponer los intereses del ciudadano a los del líder partidista, cualidades que hoy no se encuentran en el sectario y fanático mundo en que se ha convertido la política.

Ayuso y Sánchez han escenificado un encuentro por todo lo alto, cuando lo que correspondía era un encuentro con poco protocolo y mucho entendimiento extra conyugal y extra ordinario. Es más, teniendo en cuenta el largo muro de banderas y cómo estaban colocadas, el pomposo paseíllo por las dependencias, la firma en el libro de honor, las fotos, la rueda de prensa posterior… se puede decir que Díaz Ayuso recibió a Sánchez como si ella fuera la Quim Torra de la Meseta Central. Estoy seguro que ni en la Generalitat ni en la cabeza de Rufián habrá gustado ese impúdico despliegue ceremonial en la Puerta del Sol de Madrid, ya que Ayuso se puso casi al mismo nivel escénico que lució Torra en su encuentro con Sánchez, "y eso sí que no, por ahí no paso; Madrid ya nos gana en casi todo, solo falta que ahora le rinda honores a Sánchez con el mismo empaque que nosotros", algo así farfulló el muy cuestionable 'president'. Quizá por ello, horas después, Torra aconsejó a sus acólitos y demás ciudadanos de Cataluña no visitar Madrid… "que está muy infestada"… sobre todo de políticos.

Al presidente Sánchez no le importa que los dirigentes autonómicos se pongan de puntillas para intentar estar a su mismo nivel. Sabe que él es más alto y que siempre lo será, y que no es malo dejar que la parentela se sienta feliz jugando a ser mayores y a meter el dedo en el ojo al vecino. Torra lo hace para sentirse independiente -ya que no lo puede ser- y fastidiar a Madrid y al Gobierno central con su actitud de "toca collons"; y Ayuso lo hace para no sentirse tutelada, y de paso para fastidiar a los independentistas, que según parece eso le da muchos votos; y así vamos pasando la vida, sin soluciones pero con mucha inquina.

No hubo Ayuntamiento, ni carnal ni de Martínez Almeida, pero sí un romance político con mucha cordialidad y mucho estandarte. Ayuso más que independencia le pidió al presidente del Gobierno dependencia en forma de colaboración y apoyo logístico de policías y militares. Y el galán don Pedro, que no se arruga ni en una sauna, se puso en tono ‘cucurrucucú’ paloma no me llores. Ambos interpretaron el lunes una versión adaptada a los nuevos tiempos y nuevos intereses partidistas para este momento de gran zozobra social y existencial. Para que les suene mejor la explicación, hemos pasado del "Vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa, y pega la vuelta"… al "No te vayas todavía, no te vayas, por favor"… El amor político, que casi siempre responde a intereses bastardos, tiene ese frecuente frenesí contradictorio e hipócrita.

A Sánchez no le interesa retomar el control de la pandemia, que esos marrones se los coman otros; pero sí le interesa aparentar que supervisa la situación de las autonomías, aunque no sea cierto. Todo lo que le aburre o no le interesa Sánchez lo deja caer por el desagüe. Tiene esa habilidad tan española de endosar muertos, y con el Coronavirus por desgracia hay muchos, muchos más de los 30.000 que reconoce el Gobierno, pasan de 50.000 los fallecidos, pero aquí sólo se exige que cumpla y diga la verdad la Comunidad de Madrid.

El Ejecutivo de Sánchez, con todos sus errores a la espalda, no es preciso que haga ni diga nada especial sobre la pandemia. Basta que aplique el negacionismo de las malas noticias para que desaparezcan todas las críticas. Los grandes problemas que sufrimos ahora son consecuencia de la nefasta desescalada que sufrimos desde junio. El Gobierno no organizó un plan nacional para coordinar la ‘nueva normalidad’, solo tenía ganas de pasar página, de que saliéramos a la calle a consumir y que se comieran el marrón de los rebrotes las CCAA. Además, y por si acaso alguien quería buscar responsabilidades en los tribunales, ya estaba ahí el fiscal Luis Navajas para rechazar todas las querellas contra el Ejecutivo y acusar a otros fiscales de presionarle… ¡Vaya jeta la de este molusco navajero! Un Fiscal Jefe con control remoto en el Gobierno, y con el sello de ‘la voz de su amo’ en la frente.

Al Gobierno socialista y comunista de Sánchez e Iglesias -al que le molesta que le llamen como ellos mismos se definen- se le perdona todo porque ahora es el turno de la extrema izquierda, y la derecha sigue despistada, por no decir atontada, sin saber cómo hacer una buena oposición. De ahí que el montaje político de acoso y derribo contra la Comunidad de Madrid ya esté en pleno apogeo. Los mismos problemas o cierres que se han producido en otras comunidades (Baleares, Rioja, País Vasco, Cataluña, Aragón, Castilla-La Mancha, Valencia…) y que a nadie han alarmado, se convierten en una afrenta bélica cuando suceden en el 'territorio cherokee' de Madrid, que tanto anhela conquistar la izquierda, y de ahí todos estos dramas y protestas. Cansino, muy cansino es este país donde la verdad, la realidad, la justicia, la equidad… les importan tres pepinos a los políticos si a cambio pueden destrozar, aunque sea con mentiras, a su rival en las urnas. Un nefasto ejemplo y un pésimo aliento para una sociedad española que sigue padeciendo el coronavirus con los peores datos de toda Europa y protagonizado el mayor fracaso continental en la gestión de la pandemia.

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