En mi molesta opinión

Sánchez para hoy y hambre para mañana

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) y el líder del PSdeG José Ramón Gómez Besteiro
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) y el líder del PSdeG José Ramón Gómez Besteiro
Europa Press

Dicen los socialistas que en las elecciones gallegas no ha influido para nada lo de la amnistía de Puigdemont. Bien, puede ser cierto. Pero también es cierto que la presencia de Pedro Sánchez en los numerosos mítines y en la campaña de las autonómicas sí ha influido y no precisamente como ayuda ni apoyo electoral, dados los resultados. Muchos creen que ha perjudicado al proyecto socialista con su presencia, y ha podido provocar cierto efecto desalentador que ha terminado refugiándose en el BNG. También el hecho de que Moncloa se dedique a favorecer las desigualdades entre autonomías de primera -caso de Cataluña- y las de segunda, puede afectar a ciertos votantes que no entienden que los socialistas ignoren el principio de igualdad. En cambio, una vez vistos los escaños, con una mayoría absoluta del PP, la quinta consecutiva, se puede concluir que la presencia casi constante de Núñez Feijóo en Galicia ha resultado rentable para la victoria definitiva de los populares.

Si le pides a Félix Tezanos que te analice cómo han ido las elecciones gallegas, dirá que el PSOE va como una moto y que el PP ha perdido dos escaños. Luego, el presidente del CIS se fumará un puro y seguirá cobrando su gran sueldo público, sin preocuparle ni un ápice destrozar el prestigio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). De momento, lo que ha destrozado seguro Tezanos es su imagen personal y profesional. Pero el problema no es el CIS. El problema es el propio Sánchez que piensa que todo va bien mientras él siga gobernando. El PSOE se ha sumergido en una especie de ‘Sánchez para hoy y hambre para mañana’, aunque para el presidente el mañana queda muy lejos y no hay que preocuparse de algo que aún está por llegar. Sin duda el ‘sanchismo’ vive de sí mismo y del oportunismo del momento. Y encima confía al separatismo la solución de sus problemas y todo lo que le pueda suceder de bueno en unas futuras votaciones. Esto ocurre mientras el PSOE se hunde en la más absoluta indiferencia, aunque las encuestas de Tezanos se empeñen en lo contrario.

Desde el domingo por la noche, Sánchez se ha quedado mudo. Le acompaña en el silencio su desconsolada Yolanda Díaz, a la que no han votado ni en su pueblo natal, Fene, que ya es decir. Otros sugieren que la vicepresidenta ha recogido en su tierra más ‘pelets’ que votos, y que en el colegio de su hija los padres la valoran más que sus vecinos de Galicia. Pero dejemos la debacle épica de Sumar y de Podemos, sin olvidar la de Vox, para centrarnos en el PSOE, que es la pieza clave de este muro que amenaza ruina. El coro de periodistas sincronizados que defiende a capa y espada al socialismo ‘regresista' lucha ahora para asimilar y disimular rápido el batacazo de las elecciones gallegas y que no cunda el desánimo. Había que ver el rostro de los presentadores de TVE el domingo por la noche, tan cariacontecidos y cabreados como el propio líder socialista en la reunión del día después en la ejecutiva del PSOE.

Sánchez ha decidido convertirse en edecán del separatismo, en todas sus versiones periféricas incluida la gallega, pensando que esa es su gran solución política, cuando en realidad es, con toda probabilidad, su gran fracaso. El sanchismo juega a mimetizarse con el entorno nacionalista pero pagando por ello un alto precio, el de deslegitimar su programa de igualdad territorial, sin ofrecer ninguna estrategia a cambio. Cuando hay un mayor debate en el país en torno al modelo territorial que sugieren la mayoría de las autonomías, el PSOE se presenta sin peso ni proyecto autonómico que pueda reconducirlo hacia posturas más propicias y posiciones constitucionales.

El presidente cree que el bloquismo entre derecha e izquierda, con rasgos multicolores, sigue siendo la fórmula idónea para lograr éxitos electorales, aunque en cada escrutinio el PSOE baje su número de escaños y pierda fuerza política. Este año 2024 habrá suficientes ocasiones para tomar el pulso a la cuestión y ver quién obtiene más votos. Las elecciones europeas el 9 de junio, junto a las vascas aún por determinar, darán la oportunidad de salir de dudas. De entrada mucha calma, queda bastante tela por cortar, con la amnistía en el aire y con otros importantes asuntos por resolver.

Aunque en apariencia todo sigue igual, no cabe la menor duda de que han cambiado muchas cosas en estas elecciones que eran un plebiscito para Feijóo y acaban siendo un correctivo para Sánchez. También ha cambiado el falso tirón electoral que le han querido dar a un Zapatero desorientado que se ha mostrado de lo más torpe en esta campaña, donde no ha escatimado las simplezas más absolutas que un expresidente haya podido ofrecer. ZP ya demostró hace años todo lo que podía dar de sí en la política; pretender ‘resucitarle’ ahora es querer alargar su agonía en su papel de momia imprudente. Por último, esta es la oportunidad perfecta para que Pedro Sánchez saque a pasear su famoso manual y nos demuestre a todos su verdadera capacidad de resistencia. 

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